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Cómo Derrumbar las Columnas que Sostienen al Chavismo y la Falsa Oposición

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Para demoler un edificio hay que conocer las columnas que lo sostienen. Lo mismo pasa con el poder.


Los ciudadanos normalmente creen que no pueden hacer nada para enfrentar al poder, para derrocar dictaduras o para desafiar al status quo. Ha sido el mismo sistema quien ha vendido esta idea, con el único objeto de proteger -para siempre- su permanencia en el poder. Pero como todo en este mundo, no importa cuán grande sea el monstruo, cuán poderoso ni con cuántos recursos cuente: todos tenemos puntos débiles. Los monstruos -como el socialismo- también.

Hay una cosa que debemos tener clara antes de entrar en aguas profundas: derrocar a un monstruo requiere compromiso individual, acciones radicales, algunos sacrificios y siempre habrá un precio que pagar. Si no estamos de acuerdo con esto o vamos a desistir cada vez que alguna de estas realidades nos toque la puerta, entonces «mejor» será aguantarse al monstruo.


El precio a pagar

Tanto en la primera como en la segunda guerra mundial, los países que ganaron y los países que perdieron, dejaron algo en el camino. Vidas, infraestructura, recursos, cosas que querían, personas a quienes amaban; todo esto es parte del precio que hay que pagar cuando se enfrenta a un monstruo.

Los países que pasaron por guerras civiles saben esto perfectamente. El país más poderoso del mundo -Estados Unidos de América- no sería la gran nación que es hoy día, si los estadounidenses no hubiesen estado dispuestos a arriesgar lo que tenían a cambio de la victoria, de la defensa de sus ideales y de su apego irrestricto a valores como la vida, la libertad y la propiedad privada. Fue precisamente la aceptación de que hay un precio que pagar, lo que le permitió a Estados Unidos salir triunfador de las guerras que ha tenido que enfrentar. Y mientras más rápido se acepte esta realidad, más temprano que tarde se cosecharán los frutos de apostarle todo a la libertad.


El precio para Venezuela

¿Por qué vamos a creer que somos la excepción a esa regla? Al contrario, tenemos un precio muy alto que pagar, y mientras más pase el tiempo, más alto será.

Un país totalmente divido y reducido a su mínima expresión: la miseria. Venezuela ha estado en manos de la izquierda desde el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez y secuestrado por los comunistas desde el año 1999. ¿De aquellos polvos vienen estos lodos? Claro que sí; pues mientras nuestros padres y abuelos creían que Venezuela era un país rico y vivían en la burbuja inflada por el petróleo, lo que los socialistas en el poder hacían realmente era: pavimentar el camino al comunismo.

Todo socialismo, sea cual sea la máscara que use, termina igual: destrucción. Y ese es el precio que hay que pagar, pues los países no tocan fondo, siempre pueden estar peor, a menos que los ciudadanos acepten que deben pagar el precio por inclinar la balanza hacia la libertad.

El precio en Venezuela también son vidas, infraestructura, recursos. También se paga con cosas que queremos, con personas a las que amamos, hasta con nuestra propia vida. Y hay que sumarle otra variable a este precio: poder político. Es probable que por un tiempo, ni siquiera podamos ser una nación totalmente soberana. Si pensamos en que una intervención extranjera pueda ser la solución, pues algo hay que pagar por eso: que las decisiones políticas vengan de quien -o quienes- nos echan la mano.

¿No acaso ese precio mejor que el seguir entregándole nuestras vidas a Cuba a cambio de nada?


Te recomendamos leer también este artículo: Las Mentiras del Socialismo: La Inteligencia Cubana G2 y la Falsa «Oposición»


Las columnas que sostienen al monstruo

Ahora sí, entremos en aguas profundas.

El monstruo en Venezuela tiene cuatro columnas que lo sostienen. Algunas de ellas están fuera del alcance de los ciudadanos, pero no significa que no podemos hacer nada para que también sean derrumbadas. La buena noticia es que hay una de ellas que le podemos arrebatar desde ya, y que puede ser la clave para que las otras tres caigan.

  • El poder político
  • El dinero
  • Las armas
  • La opinión pública

El poder político

Con Chávez vivo, tumbar esta columna quizás habría sido un mero sueño difícil de alcanzar. Chávez tenía en sus manos a todos los integrantes de esta columna llamada Poder Político: Los poderes públicos, la Comunidad Internacional y a los partidos de la mal llamada oposición.

Pero la cosa es muy diferente hoy día. Nicolás Maduro es -nacional e internacionalmente- un usurpador, un ilegítimo. Maduro no consigue legitimidad ni siquiera en la propia constitución que Chávez le dejó como legado. Los poderes públicos chavistas no son más que un burdo montaje que -aunque con un plan- actúan de manera desesperada. Solo se usan para intimidar y hasta esa virtud la han estado perdiendo.

La Comunidad Internacional, ni hablar. Maduro tiene no solo el desagrado de todos gobiernos que lo rodean. Quizás más allá del océano Atlántico hayan algunos países igual de criminales y corruptos que él, que no se atreven a condenarlo, pero que tampoco lo reconocen del todo. Y de este lado del Atlántico, solo le queda una isla miserable a la que solo puede usar como guarida cuando decida huir, si es que EEUU no le hace una mejor oferta a los Castro.

El único hilo que a duras penas sostiene muy débilmente a esta columna del Poder Político es: la mal llamada oposición: un grupo de partidos políticos de izquierda que fueron dotados con la medalla de «la oposición» por la inteligencia cubana G2, para frustrar cualquier posibilidad de que una oposición real se formara. A través del negocio electoral, han dado legitimidad popular al chavismo durante años, cosa que hoy día está en «veremos».

Cortamos ese ligero hilo llamado «oposición» (MUD – Frente Amplio) y la columna del «Poder Político» se viene abajo.


El dinero

En la época de Chávez, el petróleo fue la principal fuente de ingresos. Claro, un boom petrolero sin precedentes que constitucionalmente le da a cualquiera que controle el poder en Venezuela, un cheque en blanco con recursos casi infinitos. Pero los comunistas no son tontos, ellos sabía perfectamente que depender de una única fuente de ingreso en la que otros países pueden influir a conveniencia, pondría en riesgo sus perversos planes. Además, cualquier fuente de ingreso legal -como el petróleo- deja las puertas abiertas a sanciones económicas, esas que de hecho ya se han dado.

Es así como nace la necesidad de convertir a Venezuela en un Narco-Estado.

Antes de Chávez pasar a «mejor» vida, ya toda esta transición estaba lista. Alianzas con los Rusos, Chinos, Iraníes, Turcos y luz verde a los grupos terroristas más poderosos del planeta, como las FARC, el ELN, Hamás, Hezbolláh, fueron los ingredientes usados para preparar la plasta más grande que hoy mancha nuestro pasaporte: El Cartel de los Soles.

Hoy día, no es el petróleo la fuente que sostiene esta columna de poder llamada «Dinero»: es la droga; es el terrorismo.

Ustedes dirán… ¿Y qué podemos hacer los venezolanos para derrumbar esta columna? Bueno, el profesor Juan Carlos Sosa Azpúrua escribió el plan Jaque Mate a Maduro, en el cual se detalla el cómo enfrentar a un cartel de droga con la participación de la DEA.

Ciertamente los ciudadanos no podemos hacer mucho en términos de acción, pero sí en términos de opinión y de presión ciudadana. Lo corresponde a los Estados (nuestros aliados internacionales) actuar en materia de seguridad.

Ejecutado el Plan Jaque Mate a Maduro y ¡zas! Se viene abajo esta columna del poder llamada «Dinero».


Las armas

El uso de la fuerza, algo a lo que los países tercermundistas «aprendieron» a tenerle miedo; pero que ha hecho grandes a los países más poderosos del mundo.

Hay dos elementos que sostienen esta columna de poder llamada «Las armas» en Venezuela: las Fuerzas Armadas y los mercenarios.

El primer bando criminal, los uniformados, están constitucionalmente dotados de legitimidad para el uso y disposición de la fuerza; de las armas. Incluso Venezuela ha tenido que vivir la pesadilla de soportar la idea de una Ley Masacre que le permite a estos matones con uniforme (La Fuerza Armada Nacional Bolivariana) hacer uso de las armas a placer. Literalmente, estos bandidos tienen licencia para matar.

El segundo bando -por su parte-, los mercenarios, están -de facto- protegidos por lemas como «la defensa de la revolución», el «patria, socialismo o muerte» y el grito enérgico de «¡Venceremos!», que nos es más que la orden expresa de «¡Mátenlos a todos!» emitida desde el poder; desde la cúpula chavista. Si a esto le sumamos una Ley Desarme que dejó a los buenos en Venezuela a merced de los malos, el resultado es catastrófico: una columna del poder, sostenida sobre la base del uso de la violencia, el monopolio de las armas y el terrorismo como política de Estado.

¿Qué podemos hacer los venezolanos para derrumbar esta columna? Dos cosas:

  • Armarnos de manera «ilegal» en Venezuela. Aunque suene a fantasía esto es posible. Si los criminales lo hacen, los ciudadanos también pueden, y más aún si es por defender sus valores. Hay que despertar en sí mismos el deseo de libertad, el «mercenario» que hay en nosotros y arrancarnos de la cabeza la idea de que «el uso de la fuerza es malo». Lo hemos hecho en 2014 y 2017 en las protestas.
  • Armarnos de manera legal en el exterior. Más de 600 militares abandonaron las filas chavistas a principios de 2019; militares que también tienen familiares y cosas que perder en Venezuela, y que además cuentan con el entrenamiento que el ciudadano común no. Un ejército de liberación listo para ser usado.
  • Apoyar la idea de una intervención con la participación de fuerzas militares extranjeras. Si en la primera línea va el Ejército de liberación, con el apoyo de fuerzas militares aliadas y la legitimidad otorgada por el ciudadano, neutralizar a los criminales deja de ser una idea, para convertirse en una realidad.

Con el Ejercito de liberación integrado por venezolanos, la intervención militar con el respaldo de fuerzas extranjeras y el apoyo ciudadano, se viene abajo esta columna del poder llamada «Las armas».


La Opinión Pública

El talón de Aquiles de cualquier estructura de poder. Es aquí donde entra en juego usted.

El ciudadano común tiene más poder del que cree, pero le han hecho subestimarlo. Sin la opinión pública a favor, cualquier decisión y acción ejecutada desde las esferas del poder, pende de un hilo, un hilo que carece de legitimidad, de apoyo y que es mal visto en el mundo moderno.

Tres hilos sostienen esta columna en Venezuela:

  • Los medios de comunicación tradicionales
  • Las redes sociales
  • La falsa oposición

En el interior del país, los medios tradicionales no hacen nada más que callar o mentir. Los pocos que quedan, a los cuales el venezolano común llama «la prensa libre», no le hacen más que favores al tercer hilo de esta columna: la falsa oposición.

Es en el exterior donde estos medios de comunicación tradicionales hacen el trabajo de lavarle el cerebro a la Comunidad Internacional y a la diaspora venezolana, en favor de la falsa oposición. Es en el exterior donde medios tradicionales, periodistas, influencers, artistas, periódicos, políticos, voceros y opinadores, hacen su trabajo en favor del status quo (PSUV-MUD-Frente Amplio).

Pero ya no cuentan con el monopolio de la matriz de opinión. Las redes sociales -el mundo digital- le ha arrebatado ese control absoluto que el chavismo y la falsa oposición mantenían sobre la opinión pública.

Hoy día, el venezolano común, nuevos movimientos y organizaciones emergentes, nuevos medios de opinión alternativa y nuevos influencers, le hacen contra a la desinformación construida por el viejo status quo comunicacional de Venezuela.

Ya no pueden decir lo que quieran, porque son objeto de juicio y condena por parte de la opinión pública. Ya no pueden venderle a la gente cualquier idea que se les ocurra, porque la crítica y el criterio propio prevalecen sobre el fanatismo. Ya no pueden lavarle la cabeza al venezolano sin que los radicales pongan en tela de juicio sus oscuras intenciones.

La Opinión Pública ya no le pertenece ni al chavismo, ni a los sospechosos habituales. Y cada día, este es un trabajo que todos debemos hacer, un motor que debemos mantener encendido.

Sin la Opinión Pública a favor, cualquier decisión y acción desde el poder carece de legitimidad ante el mundo moderno. Hasta los países más poderosos -como Estados Unidos- necesitan de la opinión pública para tomar decisiones y ejecutar acciones.

Con la crítica racional y activa, el Cuestionar Todo, desafiar a los principales políticos, voceros, influencers y medios venezolanos que le hagan el juego al sistema, enviar un tweet, escribir un artículo en un blog, subir un video a Instagram, Facebook, YouTube, el no apoyar a la falsa oposición (MUD-Frente Amplio) y -por el contrario- apoyar a los nuevos influencers, medios de opinión alternativa y movimientos emergentes, se viene abajo esta columna del poder llamada «Opinión Pública».


Para terminar

El ciudadano común tiene más poder del que se imagina, del que ha creído. Basta que deje de subestimarse a sí mismo y estas cuatro columnas del poder se vienen abajo con todo ese monstruo llamado socialismo.

Toda la izquierda caería en una pila de escombros que servirán para que recordemos en el futuro, que más nunca debemos darles una oportunidad, porque la usarán en nuestra contra.

¡Derrumbemos al monstruo!

 

Por: José Miguel

Jose Miguel

Jose Miguel

Antes de conquistar el poder, debemos conquistar los medios, por eso fundé esta revista y no un movimiento estudiantil. Esta es mi cuenta de Twitter @JP7___

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