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Jaque Mate a Maduro

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Juan Carlos Sosa Azpúrua
@jcsosazpurua


Los sospechosos habituales

En veinte años de tiranía, solamente en 2002 estuvimos tan cerca como hoy de lograr la libertad que tanto merecemos. En aquel año, lo que obró el milagro fue la gente, esa hermosa sociedad, que ahora exhibe cicatrices honorables y sufre, con sus hogares enlutados y familias fracturadas.

Los sospechosos habituales hicieron que aquella gesta de Puente Llaguno se abortara. Al sentirse ajenos a los sucesos y sus mieles, la mezquindad sepultó al país y el tirano regresó. Fueron los mismos que dieron vida al chavismo, glorificando a esos gorilas, que irrumpieron en la historia de Venezuela con balas y tanques.

Los sospechosos habituales, siempre con la teta del Estado en sus bocas, no quisieron perder protagonismo. En 1992 habían sacado a Pérez con un golpe camuflado. Las políticas liberales de su gobierno, que iban liberando a Venezuela del laberinto maldito, eran el fin del clientelismo. No pudo ser.

Y tras un ciclón tiránico que arrasó con memorias y logros, es 2019. Las rutas que nos vendieron como salvavidas del abismo, perdieron su valor y quedaron enterradas bajo las capas de una realidad que se impuso al delirio y a la mentira.  Se agotaron los fondos para financiar piñatas electorales. Los espacios perdieron el lustre. PDVSA ya no sirve para salvar al teatro de las ilusiones. La consecuencia de esto no es mala. El tirano quedó desnudo y no hay más disfraz para el engaño.


Twitter y el nacimiento del pensamiento crítico

Caído el telón, se acabó ese juego. Y el destino nos trae un tablero reluciente, con nuevos actores y espacios para soñar. Los medios de comunicación tradicionales perdieron su poder omnímodo. Diseñar realidades a su antojo no les funcionará más nunca. Llegaron las redes sociales y dijeron hola con furia.  Twitter ganó la carrera. Ahora los venezolanos contamos con un aliado que nos ofrece la posibilidad de hacernos un criterio propio, con base en informaciones genuinas. Se le da vida a un nuevo universo, donde el debate de ideas es un abridor de ojos. Este encuentro con la inteligencia nos transformó en actores de nuestras circunstancias, con una plataforma para expresarnos y desarrollar el espíritu crítico.

Y la crítica despeja la ruta correcta. Eso sucedió en 2002. La gente tenía la batuta y se pudo organizar las protestas que desplomaron al tirano. Pero el clientelismo le arrebató ese poder a la sociedad y se lo entregó a los agentes del cálculo mezquino, hasta que llegó Twitter, que les quitó el poder de moldear realidades a esos sospechosos habituales. Fue este espíritu crítico el que hizo añicos las negociaciones en República Dominicana, evitando que el teatro de ilusiones volviera a erigirse, con la payasada electoral en 2018. La ruta correcta quedó trazada como el único camino posible.


El tren de la fortuna

Las estrellas se alinean. Se trata de un hecho inédito, tan relevante como efímero. Llegó un tren enviado por la buena fortuna. Antes los hubo: la muerte de Chávez y la consciencia generada por los guerreros de la calle, en 2014 y otra vez en 2017. Pero nunca tan luminoso como el tren que nos visita hoy, con un piloto llamado Donald Trump. Este hombre decidió apostarle a nuestro destino.

Odiado por los progre, vilipendiado por el status quo de la política internacional, Trump es un incomprendido como pocos. Su imagen ha sido adulterada con saña, hasta el paroxismo. Pero este personaje entendió que podía ganar, grabando su nombre en la historia, como uno de los presidentes más importantes de cualquier período que se considere. Porque Lincoln fue grande como lo fueron los padres fundadores de esa admirable nación. Pero su alcance fue limitado. Luego está la leyenda de Franklin Delano Roosevelt. Aunque una mirada atenta, desmorona el mito. El New Deal no fue lo que pintan los escribidores de mitologías. Casi destruye al dólar y ulteriormente no hizo nada por el desempleo, salvo aumentarlo. Sí fomentó el intervencionismo, restringió las libertades, fortaleció de manera absurda a los sindicatos, minó el sistema de justicia y permitió que el comunismo se agigantara y se comiera a la mitad del mundo; un legado que todavía pagamos con sangre y Venezuela es una evidencia. Vino Reagan, ese otro titán de la mitología política. Es cierto que tuvo logros impresionantes y su legado es magnífico. Pero también provocó manchas imborrables, como el fiasco de Nicaragua, con su falacias, traiciones y corrupción. Trump puede trascenderlos, a los tres. Pese a tanta mentira fabricada, sus resultados económicos y geopolíticos son impresionantes. Redujo el desempleo a cifras récord, recuperó la confianza bursátil, elevándola a niveles nunca vistos y ha hecho que China por fin cumpla las reglas del juego comercial. En Medio Oriente, trasladó la embajada estadounidense a Jerusalén, algo que todos sus predecesores prometieron y ninguno cumplió; aplacó a ISIS y le dio un giro positivo a Irak, Afganistán y a Siria. Y en Asia y Eurasia, no solo puso a China a raya, sino también a Corea del Norte, que no ha lanzado un misil desde entonces. Y con Rusia ha jugado las cartas como un maestro. Putin le debe el control de Ucrania y el equilibrio con Siria.

Teniendo a China y a Rusia bajo su control (y con el incentivo de cobrar unas deudas que este régimen no puede honrar), Trump decide emprender la campaña por la inmortalidad: liberar al continente americano de las garras del comunismo y limpiarlo de células terroristas -subsidiarias de Hezbolá, Hamás, las FARC y el ELN– , dándole un golpe fulminante a las rutas del narcotráfico surgidas en las últimas décadas. Promete traer libertad a Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Este tren afortunado, es un tren inestable, porque así son las infinitas variables reunidas en el universo de las contingencias. Una catástrofe climatológica, algún caos financiero o una guerra inesperada y el tablero de Venezuela estalla en mil pedazos, desapareciendo los rieles que sostienen nuestra suerte.


La espada de Damocles

Y no solo son las libertinas contingencias. También cuelga sobre nuestra cabeza la espada de Damocles: errores estratégicos que pudiesen cometer los agentes políticos. Ejemplo de esta amenaza lo acabamos de vivir.  Había un plan de ayuda humanitaria, que puso el peso de las expectativas en un día: el sábado 23 de febrero.  Hicieron creer que se quebrarían las FAN, porque la ayuda vendría respaldada por una coalición militar de Estados Unidos, Brasil y Colombia. Al instante en que Maduro truncara el paso de las medicinas y la comida, que necesita una población sometida a su monstruoso Holodomor, este ejército nos salvaría.

Esa expectativa inspiró a más de trescientos militares venezolanos (de un universo de cerca de doscientos cuarenta mil efectivos activos) a dar el paso decisivo, jugándose el cuello y también el sueldo que alimenta a sus familias. Se escaparon a Colombia, con el plan de reingresar a Venezuela junto con la coalición que vendría. Estados Unidos se prestó para la expectativa, con la amenaza creíble de tener a pata de mingo un portaviones capaz de ponerle punto final a la pesadilla. La confianza fue nutrida por Bolton, Pompeo, Rubio, Abrams y el mismo Trump.


Los muertos no resucitan

Llegó el día y fue un fiasco. Maduro incendió las gandolas que pasaban desde Cúcuta, mató a pemones en Santa Elena de Uairén e hirió a decenas de personas en varias ubicaciones. Un perdigón perforó el ojo de un hombre. Pero ni la ayuda humanitaria ni la coalición militar aparecieron. Para colmos, el representante venezolano ante el Grupo de Lima anuncia en pleno fracaso que llevará el lunes una propuesta a dicho organismo, para darle luz verde a la intervención militar, como si ésta no hubiese quedado en mora ese sábado, y haciendo creer que el Grupo de Lima tenía posibilidades de cambiar su resolución prohibitiva. Afirmando que lo resucitaría, repitiendo el horror de República Dominicana, llevó a Bogotá un cadáver. Y sabemos que los muertos no resucitan.

Como era de suponer, el Grupo de Lima no cambió su parecer. Reiteró su negativa a la intervención militar. Como un Pilatos del siglo XXI, lanzó la pelota a la red burocrática de la ONU. Y atrapados en esa red podemos perdernos para siempre, hundidos por el peso de tantos países que no desean nuestra Libertad; y por la Unión Europea, otra fanática de la habladera de paja.  Ninguno de ellos es amigo de las soluciones finales. Las niegan con terquedad, porque el dominio de nuestro planeta pertenece a los progre.

Diplomacia, palabra mágica de los magos mentirosos. Diplomacia, la seductora salida que en conflictos como el nuestro conduce a una muralla que protege a los tiranos.


El bluf pirata

¿Y qué pasó? ¿Por qué Estados Unidos jugó un póker mediocre? El bluf partió de una premisa falsa. Y eso hizo que la amenaza creíble se desvaneciera. No hicieron la tarea. En lugar de inteligencia real, los huevos reposaron en una sola canasta, la de un mundillo político donde no faltan los improvisadores.

La lectura del asunto militar en Venezuela requiere de ardua investigación y fuentes fidedignas. Pero no pocos analistas le huyen al trabajo y optan por el pensamiento mágico. Asumen escenarios y no tienen los pelos del burro en la mano ni la pistola humeante. La premisa era el quiebre de las FAN. Para estos estrategas, bastaba el incendio de una gandola y el bloqueo del puente, para que los militares venezolanos se voltearan, poniéndose de nuestro lado. Y EE. UU. les creyó.  No escucharon alarmas. Durante semanas transmitimos la información, que no es producto de especulación, sino el fruto de muchos años de trabajo. Instamos a que se entendiera que un quiebre militar era imposible. La estrategia planteada no era suficiente disparador. El Alto Mando no es libre de tomar sus propias decisiones.  Si llegasen a voltearse, la mafia a la que pertenecen no les permitiría salir con vida. Y si tuviesen suerte, el puñal, la bomba o la bala siempre estarían al acecho y sus familias más nunca dormirían en paz.

Teniendo ese Alto Mando el control de los comandos de los cuatro componentes de las FAN, el resto de la oficialidad y los soldados no se arriesgarán a perderlo todo, a menos que tuviesen la garantía de coronar un éxito asegurado. Esos 300 militares que cruzaron la frontera son héroes, pero de héroes no está cocinada la masa de este mundo. Ahora están en Colombia, sin sueldo ni familia. Ese sábado nefasto, un eclipse sacó de la vista a nuestro sol brillante y el fenómeno puede ser perdurable. a menos que de esta experiencia se saquen enseñanzas y éstas cambien la historia. Improvisación, mala asesoría e influencia de factores indeseables -alabanzas a María Gabriela Chávez y abrazos a Luisa Ortega- no pueden repetirse.


La trampa del Derecho Internacional Público

Estamos entrampados en la red del Derecho Internacional Público. Sus preceptos son manipulados por individuos que no quieren entender que el espíritu de las leyes es facilitar la justicia, no ser su camisa de fuerza. Muchas organizaciones de Derechos Humanos son negocios lucrativos, que se mantienen gracias a la creación de expectativas y la prolongación de los conflictos. Y tras la caída del Muro de Berlín, la Izquierda recalcitrante se infiltró en las instituciones que velan por la humanidad. Para ellos, los derechos humanos solo valen mientras la bota que los pise no sea la de un tirano comunista. Para salvar a titiriteros tipo Castro y sus arlequines, el Derecho Internacional Público es un oxígeno efectivo.


La reelección de Trump y Marco Rubio

Algunos analistas sostienen que el presidente Donald Trump y el senador Marco Rubio perderían mucha credibilidad si Maduro continúa en el poder. Atentaría contra sus respectivas reelecciones en 2020, dependientes de los resultados de Florida. Pero lo sucedido el 23 de febrero obliga a otra reflexión. Sí, Trump es osado. Disfruta metiéndole el dedo en la llaga a la progresía que le desprecia. Podría inmortalizar su legado, ya lo dijimos. Liberando al continente americano de la plaga comunista, su gloria sería eterna. Tanto es lo que está en juego, que no puede jugar para perder. Y esta necesidad es un arma de doble filo para Venezuela. Porque el sábado 23, Trump perdió y duro. Su amenaza resultó ser un bluf y Maduro tomó nota. Fue una mano perdida debido a una doble improvisación: la de algunos de nuestros estrategas locales y la de EE. UU. Apostaron con cartas erradas: el quiebre militar, que no se producirá solo con amenazas.  Con esa derrota, Trump no puede volver a correr riesgos poco calibrados.


Las dos opciones y quizás tres

El 23 de febrero reveló que la premisa de la estrategia era una ilusión. Entonces quedaron dos opciones:

1) Extender la tensión, pero sin acción definitiva, hasta que pasen la elecciones en EE. UU.

2) Cambiar la estrategia, a una que sí esté blindada para lograr el éxito.


Mantener tensión, pero no hacer más nada

La primera opción es tentadora para Trump. A través de continuas declaraciones, videos y la diplomacia, es factible mantener la tensión actual. Mientras siguen las discusiones, reuniones y los viajes, nuevos comunicados del Grupo de Lima y cenas de etiqueta; vuelan los días y los meses. En un abrir y cerrar de ojos, pasaron las posibles reelecciones de Marco Rubio y de Donald Trump.

En el último trimestre de este año, comienza la campaña política en los Estados Unidos. El interés será ese. Mientras tanto, la excusa de la diplomacia calza como anillo al dedo. Trump no logró el objetivo de liberarnos, pero no por su culpa, sino porque el universo diplomático lo impidió. Sale ileso de su fracaso. Lo suficiente como para proteger el interés de su base electoral en Florida. Y una vez reelecto presidente, lo pensará muchas veces antes de optar por la intervención militar unilateral, porque el mundo entero le condenaría. Intervenciones militares convencionales, aunque sean por razones exclusivamente humanitarias,  avivan una memoria histórica repleta de errores, mitos y leyendas. El gringo go home es el arquetipo de este mundo dominado por los progre. Los demócratas en EE. UU. harían parrilla con la reputación de Trump. La prensa mundial, la opinión pública, la Comunidad Europea y Latinoamérica (con su OEA y el Grupo de Lima) no tendrían compasión con el hombre. Es un costo político que sideralmente sobrepasa cualquier beneficio, que traería el agradecimiento de un pueblo liberado.

Esta opción -la intervención militar- solo tendría viabilidad si EE. UU. lograse una coalición con Brasil y Colombia, donde cada país aportase tropas y armamento. Pero este ideal no es posible de materializar en la práctica.

Desde tiempos inmemoriales, las Fuerzas Armadas de Colombia han sido entrenadas para que Venezuela sea su enemigo natural (Aguas marinas y submarinas del Golfo). Y lo mismo le ocurre a nuestras FAN. Fueron educadas en el escenario hipotético de una guerra contra Colombia. Se trata de un punto de honor, que ni la mejor voluntad del Presidente Duque doblegaría y menos con la opinión pública en contra. Ya los colombianos manifestaron su rechazo a esta opción. Argumentan que la guerra en Venezuela provocaría el ataque a las ciudades colombianas.

Brasil piensa igual. Al presidente Bolsonaro no le dan las cuentas políticas. Sus fuerzas militares y base electoral se oponen. Lo único que cambia respecto al argumento de Colombia es el escenario hipotético de guerra de sus Fuerzas Armadas contra Venezuela. En lugar de ser las aguas marinas y submarinas del Golfo de Venezuela, su escenario se encuentra en el Amazonas.

El tiempo no juega a nuestro favor.

Cada día que pasa, Maduro gana fichas que puede colocar en el tablero. Los rusos también juegan. El tirano puede diseñar tácticas exitosas, comprar nuevos apoyos, intensificar su control de las FAN y escribir una narrativa que encante serpientes venenosas, que muerdan cualquier chance de una intervención militar.


El regreso del presidente Guaidó

Como epílogo de esta primera opción, está el escenario de un regreso inmediato del presidente Guaidó, hoy en el “exilio”. Nada sería más peligroso para nuestro éxito que esa decisión.

La tesis que sostiene la imposibilidad de aniquilarle o apresarle, bajo el supuesto de una protección de EE. UU., no tiene certezas y sí muchas variables catastróficas. Está el precedente de Leopoldo López. La premisa en aquel momento fue que la prisión del líder de Voluntad Popular provocaría el quiebre militar y una indignación nacional, de tal magnitud, que obligaría a liberarlo a él y al país. Pero las cosas no funcionaron como se esperaba. Son cinco largos años los que lleva preso este venezolano tan valioso.

¿ Estados Unidos no permitiría que tocaran al presidente Guaidó? A lo máximo que podría llegar esa nación es a elevarle el tono a su protesta y emitir comunicados cargados de indignación y repudio, pero siempre bajo el resguardo de un paraguas con agujeros: la diplomacia.


Bahía de Cochinos: Un fantasma presente

Nuestra memoria no debe despreciar el recuerdo de Bahía de Cochinos. La CIA entrenó a los exiliados cubanos. Les dio armamento y muchas promesas. Aseguró que su desembarco en Playa Girón sería respaldado por la aviación. Pero en el momento cumbre, Kennedy cambió de parecer y cien muchachos fueron masacrados. Otros mil doscientos terminaron en las mazmorras del tirano y gran parte de ellos fusilados posteriormente. Una cochinada, sí. Pero tan real como que la Tierra gira alrededor del sol. Y allá en la Isla siguen los herederos de Fidel Castro, moviendo sus hilos, fumando Cohíbas y vacacionando por las aguas de la Costa Azul, a bordo de sus lujosos yates, con sus Rolex y costosas prostitutas. Es verdad. Están sancionados por la diplomacia. No todos los bancos aceptan su dinero ensangrentado. Pero el poder en Cuba nadie se los ha quitado.

Y si el presidente Guaidó llegase a ser encarcelado o asesinado, todo se derrumbaría. No solo sería trágico el fin de un líder extraordinario. La sombra de la Parca oscurecería el destino venezolano. Con Juan fuera del juego, regresarían las mafias a controlar el tablero. Estos indeseables volverían a erigirse como amos supremos del cementerio: La presidencia de la AN y también la interina de Venezuela quedarían en sus manos. Y así se rescribiría el obituario, en este círculo infernal.

¿Elecciones? Chao. Lloverían excusas. Hay que renovar al CNE; el clima del país no lo permite; se prendió el Ávila; y así ad infinitum, corriendo la arruga hasta momificar el rostro nacional. Nadie como Maduro celebraría tanto. Su tradicional meneo de grasas e hipopotámico trasero sobre los cadáveres de la tiranía, retumbaría más allá del infierno y hasta el diablo se escandalizaría.

Como esta primera opción no es alentadora, y disculpándome por la grotesca imagen que les acabo de colocar en la mente, pasemos a la segunda:


Cambiar de estrategia y aplicar una que sí esté blindada para el éxito

Para lograrlo, hay que hacer algo que para algunos es anatema: cambiar la estrategia actual.

Con la trampa que nos pone el Derecho Internacional Público y el campo minado que ofrece la diplomacia, el quiebre unilateral de las FAN es imposible y está descartada una intervención militar exclusivamente con tropas estadounidenses.

Entonces,  ¿a qué tabla podemos aferrarnos? Solo a una jugada. La buena noticia es que esta mano sí está blindada.

Es obligatorio salirse del terreno militar, para introducirnos en el universo policial.

Dejemos atrás el camino de la diplomacia. Esa autorización del Grupo de Lima nunca llegará y la ONU siempre será un bienvenido Mr. Marshall. ¿Acaso no estamos secuestrados por una mafia de narcotraficantes, aliados al Terrorismo?


Jaque mate a Maduro

Jugada maestra es la siguiente, no es póker. Hablamos de Ajedrez y viene con jaque mate: Firmar un acuerdo bilateral con los Estados Unidos.

El presidente Guaidó debe cerrar un acuerdo con la DEA e INTERPOL, autorizando su penetración en nuestro territorio, para capturar a los miembros del Cartel de los Soles, encabezado por Maduro. Dicha acción bien podría materializarse en un día, quizás dos. Decapitado el cartel, cae el rey. Las demás piezas en el tablero,  los cuatro componentes de las FAN, solo servirán si apoyan al presidente legítimo, no tienen opción y además es lo que desean. Dichos componentes sí quieren voltearse, pero están de manos atadas, imposibilitados de pronunciarse mientras los líderes del cartel sean los comandantes. Pero capturados estos delincuentes, las FAN quedarían libres y apoyarían al presidente Legítimo.

Para organizar y nuclear este apoyo, es conveniente que el presidente Guaidó designe, a la brevedad posible, un Estado Mayor, integrado por militares que tengan estas tres distinciones: Dignidad, honestidad y competencia. (Esos militares existen y ya están ubicados).


Plan Venezuela

Eliminado del tablero el Cartel de los Soles, dicho Estado Mayor asumirá el mando material de las FAN, convirtiéndose estos militares en los genuinos líderes de los componentes. Y serán obedecidos.

Para garantizar la paz del país, es prioritario el control de los elementos subversivos-colectivos, milicias, células terroristas, narco guerrilla-. Para lograrlo, el presidente Guaidó deberá firmar otro acuerdo bilateral, esta vez de asistencia militar, permitiendo la instalación de bases estadounidenses en nuestro territorio: Plan Venezuela. Tal y como funcionó con el Plan Colombia, la medida nos proporcionará asistencia militar permanente, facilitando así el trabajo ulterior de la DEA y dándole fuerza a nuestros militares para combatir exitosamente-y mantener a raya- a los grupos subversivos, que suelen crecer como hongos si no se les controla.

Para alcanzar esta meta, la AN -desde ya- ha de proceder a reformar el artículo 13 de la Constitución Nacional, algo que puede hacer usando su mayoría y organizando un referéndum, similar al de 2017, pero que no sea una estafa.

Este cambio de estrategia garantizaría:

a) Eximirnos del permiso bienvenido Mr. Marshall de la comunidad internacional.

b) Burlar las trampas del Derecho Internacional y su burocracia kafkiana.

c) Tatuar la marca de la inmoralidad y el desprecio sobre la frente de aquel país que ose protestar el combate del Narcotráfico y el Terrorismo.

d) Ponerle un tapón en la boca al mundo progre. El costo político y moral para estos charlatanes sería demasiado elevado si se ponen a criticar las acciones ejecutadas.

e) Siendo un tema de Seguridad Nacional bilateral, EE. UU. y Venezuela pueden pactar sus condiciones a voluntad. Este acuerdo le garantizaría a Trump un apoyo unánime de ambas cámaras del Congreso y de la opinión pública.

f) No se violaría ningún principio del Derecho Internacional Público y se podría actuar de inmediato.  La DEA e INTERPOL actuarían al unísono con militares venezolanos, reclutados expresamente para esta operación. Los detalles de la estrategia son negociables, sujetos a escenarios logísticos y tácticas que no deben discutirse públicamente.


Apoyo multitudinario de los venezolanos

Esta estrategia, la segunda opción analizada, cuenta ya con el apoyo multitudinario de la sociedad venezolana. En pocas horas de haberla expuesto al país, fue abrumador el respaldo recibido. Goza de la virtud de un hermetismo sin fisuras. Sus variables son totalmente controlables por los actores involucrados -el presidente Guaidó y EE. UU.-, no pudiendo Maduro maniobrar para impedirla.


Aparece una tercera opción, pero no es la mejor

También podría pensarse en una tercera opción: Que Juan Guaidó, en ejercicio de sus facultades presidenciales y el deber de proteger a la sociedad de la mafia que se apropió de las armas de la República, forme su propio ejército. Legítimamente podría contratar fuerzas especiales, que actuasen bajo el tricolor nacional, como lo hizo la Legión británica al servicio de nuestro Libertador Simón Bolívar. Pero este escenario tiene demasiadas variables sueltas. No pudiendo ser controladas por el gobierno de Guaidó, estas contingencias tendrían la capacidad de generar confrontaciones indeseables: el incendio de pozos petroleros, la destrucción de refinerías y demás infraestructura logística, e imposibilidad de controlar con el paso del tiempo a los grupos subversivos brotando como hongos.


El destino que abrazaremos

En conclusión, es de interés nacional exigir la materialización de la segunda opción. Esta nueva estrategia puede materializarse de inmediato y su costo sería bajo.

Y así, con nuestras cicatrices y lágrimas, podremos abrazar el bello destino ganado. Y las heridas sanarán.

 

 

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Juan Carlos Sosa Azpúrua estudió leyes en Harvard y en la UCAB, también letras. Es escritor y profesor universitario. Autor de diversos libros, ha publicado ensayos y artículos en prestigiosos medios internacionales. Es editor de la Revista Energizando Ideas, Fundador del Movimiento Fénix para el Renacimiento de Venezuela y promotor de políticas públicas liberales, cultura y educación.

Formó parte del equipo legal venezolano que hizo la primera demanda en el Tribunal Supremo de Justicia (2002), en la Audiencia Nacional de España (2003) y en la Corte Penal Internacional (2004) por los crímenes de Lesa Humanidad perpetrados por Chávez y su mafia. Dicha demanda marcó un hito histórico y abrió la compuerta para el entendimiento mundial de la naturaleza que caracteriza al régimen que hoy luchamos por derrotar.

Algunos libros publicados por el autor:

 

Foto por: Louis Hansel on Unsplash

Juan Carlos Sosa Azpúrua

Juan Carlos Sosa Azpúrua

Escritor / Profesor / Abogado / Harvard Law / UCAB Leyes / UCAB Letras / Autor: Cicatriz; La muerte tiene muchos rostros. Coautor: ABC del Petróleo y la Energía

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