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Venezuela, ¿Qué Hace Que Esta Vez Sí Sea Diferente?

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«¡Nos quitaron todo!»…

Venezuela no es el primer país -ni será el último- al cual el comunismo ha llegado para arrasar con todo. Siempre ha sido así, la izquierda mundial tiene ya un largo historial de casos en los que han prometido acabar con la pobreza, la desigualdad y la injusticia. Con su bandera favorita -el socialismo- han logrado «disfrazar» su maldad con «buenas intenciones».

¿El resultado? Naciones enteras gritando «¡Nos quitaron todo!», y Venezuela no ha sido la excepción.


Es el modelo en sí

No hay necesidad de decir «lo que el socialismo es«, pues al ver los países que lo hemos practicado respondemos a esa pregunta de manera tajante: el modelo más criminal del mundo.

No se requiere un master en ciencias políticas, historia, sociología ni economía, para responder «qué es el socialismo»: el modelo de la pobreza. Y no es necesario ser expertos en materia de justicia y leyes, para afirmar que: es el modelo más corrupto y sanguinario de la tierra.

Los venezolanos lo aprendimos a los golpes, pero ya lo sabemos y la próxima vez que alguien venga a decirnos tal cosa como «es que lo que hay en Venezuela no es socialismo, porque el socialismo es…» hay que interrumpirlos y decir firmemente: «es el modelo más criminal, empobrecedor, corrupto y sanguinario del mundo. Yo ya lo viví.«.

Y ahí comienza el rescate de una de las tantas cosas que nos quitaron: nuestra identidad.


Vivir sin identidad

A un grupo que supera los 4 millones de personas, nos tocó emigrar para salvar nuestras vidas. Al grupo más grande, no le quedó otra opción más que aprender a sobrevivir en las fauces del socialismo. Pero todos tenemos algo en común: ¡Nos quitaron todo!. Negocios, familiares, amigos, amores, herencias, propiedades, nuestro pasado, nuestro presente y -con ello- nuestro futuro. Los socialistas no perdonan, son los piratas de la política; esos son los principios de la izquierda.

Al grupo que nos tocó emigrar, el empezar de nuevo en otro lugar, solos, desconocidos, desorientados, sin sentido de identidad, de pertenencia ni de propiedad porque bueno… «no somos del lugar que nos recibió». Aprender nuevos idiomas, nueva cultura, nuevo sistema, nuevas palabras, nuevas formas de hacer las cosas, nueva forma de ver las cosas; todo eso sin duda alguna que es una gran lección y aprendizaje, pero no podemos dejar de lado el hecho de que fue el producto de un robo, de un asalto que le hizo la izquierda a todo lo que poseíamos, a todo lo que eramos; y ese mal sabor sigue ahí, en forma de depresión, de tristeza, de añoranza y sí… de odio hacia quienes nos lo hicieron. Es «seguir viviendo», pero sin una identidad.

Al grupo que le tocó aprender a «vivir» en las fauces del socialismo, el ver su día a día reducido a la miseria, el tener que aprender a vivir renunciando a la dignidad -al menos una vez cada qué- para poder soportar otro día, el ver el entorno en el que creciste ser convertido en un basurero, en un cementerio, en un infierno en la tierra. Aprender a comportarse de otra manera para no ser la presa de «los más fuertes», el hacerse expertos en activar en ellos la forma más primitiva de reacción a cada situación porque viven en estado de emergencia, de alerta. Ese mal sabor de «sentirse en casa», pero sentir que ya no es lo mismo que antes, ese estilo de vida en forma de «ya nada es igual», «todo está mal» y «no hay nada qué hacer». Vivir sin esperanza es: vivir sin identidad.


Recuperar la identidad

Y luego de 20 años de tragedia, llega el 2019. Un año que «promete ser», que comienza con ¡Hay esperanza!. ¿La razón? Que la ayuda viene de afuera, adentro solo ha existido traición.

Y empezamos a ver los rostros de quienes por años han vivido apagados, sonreír. Vemos que quienes están en Venezuela han pasado del deprimente «no hay nada qué hacer, estos estarán en el poder por años» pasaron al «les tocará huir». Los que estamos afuera pasamos del «¿Eres de Venezuela? Lamento lo que pasa en su país» al «¿Usted es venezolano? Felicitaciones, pronto vivirán en libertad».

Por ahí -señores- comienza el rescate de la identidad.


¿Y por qué esta vez es diferente?

Si bien muchos años hemos dicho «este año sí…» hoy día es un hecho que los mejores y más fuertes países del mundo están trabajando a nuestro favor para que sea así.

Esos países que recibieron a quienes tuvimos que salir, que han sido la casa de muchos por varios años, se han convertido en los peores enemigos de la izquierda latinoamericana, del modelo socialista, de la desgracia chavista.

Los radicales, los «guerreros del teclado» lo hemos sostenido por años: esto siempre ha sido una guerra ideológica. Que nada se gana peleando contra rostros y partidos políticos si los que heredarán el poder piensan, defienden y creen en lo mismo. Que estos 20 años sí se han tratado de una guerra entre izquierda y derecha, entre esclavitud y libertad, entre socialismo y capitalismo.

Y ha llegado la hora de fijar posición, de definir nuestra identidad, porque de eso depende nuestra vida. Es la hora, porque «el ejercito de liberación» ya está en las fronteras y su objetivo es: rescatar la libertad. Es hora de decidir: ¿Vamos a seguir con la izquierda o apoyaremos a la derecha? ¿Preferiremos la esclavitud o la libertad? ¿Nos quedaremos con el socialismo o aceptaremos que el capitalismo sí funciona?

Llegó la hora de la verdad: Chavismo, izquierda venezolana ¡Los países libres vienen por ti!

Y tú -venezolano- ¿De qué lado estás?

 

Por: Jóse Miguel

Jose Miguel

Jose Miguel

Antes de conquistar el poder, debemos conquistar los medios, por eso fundé esta revista y no un movimiento estudiantil. Esta es mi cuenta de Twitter @JP7___

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