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Nuestro «Gloria Al Bravo Pueblo», ¿Un Himno Liberal?

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Yo soy de los que piensa que Venezuela no tiene una tradición liberal, porque todos los próceres de su proceso independentista bebieron de la tradición francesa ilustrada, más aún de aquellos que sentaron las bases intelectuales de la Revolución Francesa, como Jean-Jacques Rousseau, quien inauguró las más fundamentales justificaciones filosóficas a las tiranías modernas, y quien, sobre todo, metió en las cabezas de la gente la idea de que el Estado es una entidad incuestionable.

El propio Francisco de Miranda fue mariscal del ejército revolucionario Francés, el mismo que instauró en el poder de Francia a los jacobinos y a su llamado gobierno del «Terror», el primer régimen totalitario de la historia, y que tuvo como su símbolo a la guillotina, un instrumento con el que se mataba a todo aquel que estuviese en contra de aquel proceso. Por su parte, los civiles venezolanos que declararon la independencia en 1810, como Roscio, Mendoza, y todos los que le siguieron el paso: léase Bolívar, Páez, terminaron haciendo con las guerras de independencia algo similar a lo que sucedió en Francia.

¿Pero es tan así que no hay nada que sea realmente liberal en la historia venezolana? Yo pienso que sí, quizás me equivoco, pero es que la evolución de los hechos hasta los tiempos modernos hace pensarlo. Sin embargo, leyendo un poco con motivo de escribir este artículo, me topé por casualidad con la letra del «Gloria al Bravo Pueblo», el himno nacional. Jamás se me hubiese ocurrido hablar sobre él en un artículo para iF hasta que me vinieron a la cabeza algunas de sus frases:

La primera que me resultó curiosa fue: «La ley respetando la virtud y honor». Ésta es una de las cosas más liberales que hay en la simbología patria venezolana, a mi parecer, precisamente porque asume que la ley reconoce las instituciones sociales creadas por los humanos o, lo que es lo mismo, viene a partir de las actuaciones de la gente y no después.

Sería una frase diametralmente opuesta a la que el general Santander dijo en el Congreso de Cúcuta, el 30 de agosto de 1821: «Colombianos, las armas os han dado la independencia, pero solo las leyes os darán la libertad». En esta, al contrario de la anterior, se asume que la única forma de ordenar a una sociedad es mediante la imposición de leyes y no mediante el surgimiento espontáneo de estas.

De hecho, gran parte de los problemas que tenemos la Latinoamérica del presente (y también en el mundo en general), tiene que ver con el exceso de leyes que nacen por capricho de los políticos, ya sea para beneficiarse a ellos mismo o distintos grupos de interés, y que en el fondo no pueden aplicarse a cabalidad porque es imposible que los ciudadanos conozcan y memoricen todos sus contenidos.

Más allá de las frases explícitas como: «¡Abajo cadenas!» o «¡Muera la opresión», un himno debe tener menciones profundas a instituciones como la ley para poder considerarse como «liberal». El solo hecho de mencionar la palabra «libertad» no es garantía de que haya una genuina promoción de esta y eso podemos verlo, por ejemplo, en La Marsellesa, el himno nacional de Francia, que nació durante la sangrienta época revolucionaria. La palabra «libertad» aparece varias veces en él; sin embargo, en líneas generales, es una oda a la muerte y prácticamente justifica genocidios, algo que los liberales repudiamos.

En ese sentido, el «Gloria al Bravo Pueblo» es una canción mucho menos visceral y más amigable con una idea civilizada de la libertad. No es una letra que incita a la guerra sino a la institucionalidad. Incluso, la invocación a la naturaleza trascendente, en la frase: «y desde el Empíreo, el Supremo Autor, un sublime aliento al pueblo infundió», luce más como una petición de sabiduría más que de fuerza. Y es que pareciera que el periodista Vicente Salias (quien escribió esta canción), fuera consciente de los errores que se cometieron en Francia.

Pero fuera como fuere, si de algo podemos regocijarnos los liberales venezolanos es que en el himno nacional de nuestro país hay un aliciente a las ideas que profesamos, que si bien es un aliciente muy poético, puede servir para hacerle frente a las tergiversaciones de la historia que está queriendo hacer la izquierda en nuestros tiempos.

 

Por Nixon Piñango.

Nixon Piñango

Nixon Piñango

Periodista y escribidor. Artista de vez en cuando pero no perroflauta. Liberal de verdad.

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