Desde décadas muchos políticos, economistas, intelectuales y personajes influyentes de la izquierda -llámese socialista o socialdemócratas– han estado repitiendo en sus discursos el término “neoliberal” para atacar a un sistema que -según ellos- deriva en el libre mercado, y que es este sistema el culpable de todos los males de los países en la actualidad, de las crisis económicas, de la mala distribución y la pobreza en el mundo.
¿Son neoliberalismo y liberalismo lo mismo?
Si neoliberalismo fuese lo mismo que liberalismo, deberían ser ideológicamente iguales y deberían guiarse por los mismos principios políticos, económicos y sociales. Pero podemos ver por medio de la historia, que las políticas de los llamados “neoliberales” nunca se han establecido bajo los mismo principios, es por esto que por más que tomen o apliquen ciertas medidas del liberalismo, siempre terminan siendo ineficientes o, terminan empeorando la situación anterior.
Esto se debe a un principio básico: el liberalismo debe aplicarse de forma integral, sin gradualismo y sin tratar de generar un sistema “mixto” que no solo hará que estas sean neutrales, sino que pueden desencadenar una repercusión peor en la economía, abriéndole las puertas a ideologías totalitarias y colectivistas.
El liberalismo debe aplicarse de forma integral, sin gradualismo y sin tratar de generar un sistema “mixto” que no solo hará que estas sean neutrales, sino que pueden desencadenar una repercusión peor en la economía, abriéndole las puertas a ideologías totalitarias y colectivistas.
Volvamos al pasado
Ahora retrocedamos en el tiempo para seguir averiguando de dónde surge el término “neoliberal”. Cuando preguntamos cuándo nace el término “neoliberalismo”, es donde empezamos a observar saltos o vacíos acerca de dónde proviene el término. Muchos dicen que el término se acuña a partir de la década de los 60 y 70, cuando la crisis del petróleo golpeó a todos los países, sobre todo en América Latina, generando una crisis de la deuda, en la cual los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial intervinieron para reestructurar las altísima deudas externas que habían contraído muchos países Latinoamericanos. Y claro, el famoso consenso de Washington, del cual se dice que es para los “neoliberales”, lo mismo que el Manifiesto Comunista es para los socialistas.
¿Fue en esta época entonces cuando nació el término? La respuesta es NO.
El término “neoliberalismo” nace en 1938 por un alemán llamado Alexander Rüstow, en el coloquio Lippmann, como resultado -se dice- de que “el liberalismo había sufrido un supuesto descrédito en la opinión pública”, esto debido a las ideas colectivistas que desde finales de la Primera Guerra Mundial, están siendo recibidas muy bien en Europa, y ya sabemos cómo terminó para Europa.
Pero a este término también se le llamó “economía social de mercado” o “la tercera vía”. Con esta información ya podemos empezar a crearnos un punto de vista de qué es el “neoliberalismo”, pero sigamos un poco más y vayamos ahora a su aplicación y sus principios.
Los principios del liberalismo
El liberalismo es una doctrina que nace sobre la monarquía y donde sus propulsores -como John Locke- crean principios basados sobre la libertad del individuo, la propiedad privada, las leyes y la limitación del Estado (en este caso el monarca) y de poder coercitivo contra sus ciudadanos. Esta doctrina fue a través del tiempo desarrollándose, pasando por Montesquieu, Menger, Hayek, Mises, Ayn Rand, hasta estos días como Huerta de Soto, Rallo o Salerno. Pero sus principios siempre se han mantenido intactos, basados en la propiedad privada, la vida, la libertad, los vínculos contractuales, el intercambio voluntario y -sobre todo- un Estado limitado el cual -por su monopolio de la violencia y su poder coercitivo- no pueda perjudicar a sus ciudadanos en sus relaciones y sus instituciones.
Y aquí el porqué el neoliberalismo no es igual que el liberalismo: cuando vemos el “Neoliberalismo” o, mejor dicho, “la tercera vía”, podemos contrastar que el Estado va con su intervención más allá de sus funciones principales, generando distorsiones e interrumpiendo los intercambios voluntarios, sus vínculos contractuales y ejerciendo la coerción, lo cual no tiene ninguna relación con el Liberalismo.
Vayamos ahora al consenso de Washington
Ya que es el referente de quienes osan igualar al Liberalismo -o libre mercado- con tal pseudo sistema, promovido por la socialdemocracia moderna, el consenso de Washington se basó en 10 puntos fundamentales, los cuales se les recomendaba aplicar y ejecutar a los países, sobre todo aquellos altamente endeudados.
Entre los puntos estaban: liberalizar la economía, bajar impuestos, privatización de empresas estatales, lo que nos haría pensar que este sí sigue los principios del Liberalismo. Pero hay otras medidas que pueden mostrarnos cómo tira por el piso esa igualdad entre liberalismo y neoliberalismo, y estas son: desregularización, tipos de cambios, gasto público y reforma fiscal.
Estos cuatros puntos nos muestran que el Estado sigue interviniendo en la economía y distorsionando las relaciones entre los agentes de los países, tasas de cambio podían ser modificadas para generar tasas atractivas y subiendo y bajando impuestos necesarios para financiar su gasto público, por lo cual no se basan en el mercado para fijar tasas de cambio. La desregularización era gradual, y en esta, el Estado tenía potestad de quedarse con empresas que consideraba estratégicas, lo cual es una contradicción entre la liberalización de la economía y las restricciones a la competencia, ya que estaríamos hablando de monopolios Estatales, donde esas empresas tendrían control sobre recursos o materias primas que otros empresarios no podrían tener, limitando así su su capacidad empresarial para desarrollar y competir en esos mercados.
Siendo así, las relaciones de intercambio se verían afectadas; mantener el gasto público indicaría que el Estado va seguir interviniendo en la economía, inyectando dinero a través de obras y subsidios, lo que causaría un aumento de los precios al introducir una masa monetaria obtenida a través de los préstamos estructurales del FMI y el BM.
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La conclusión
Es por eso que, luego de aplicar medidas neoliberales, muchos países logran una leve mejoría, pues se apalancan en principios económicos del liberalismo, los cuales son demasiado generosos. Pero, en el largo plazo solo empeoran la situación económica y política de los países, ¿Gracias a qué? A haber alterado los principios del liberalismo con la bendita intervención del Estado como estimulante para incentivar el consumo y su participación en las relaciones de intercambio y producción, anulando así cualquier medida liberalizadora o aplicación del libre comercio.
Espero que a partir de este momento usted, estimado lector, reconozca que el Liberalismo y Neoliberalismo no son lo mismo. No se basan en los mismos principios y, aunque quieran hacernos creer esto, nombrando a intelectuales como Hayek o Friedman como “sus principales propulsores”, ninguno de ellos basó sus principios en los términos del “neoliberalismo”.
Los intelectuales del liberalismo fueron defensores del libre mercado, del capitalismo y la libertad sin controles estatales, sin intervención del Estado, lo cual nada tiene q ver con ese término usado para desacreditar a la única doctrina que ha permitido tanto al crecimiento y mejora de la calidad de vida del mundo actual: el liberalismo.
Por: José Jauregui