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Mentiras Socialistas: «La Educación y la Vivienda Son Derecho»

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¿Por qué habría de dejar la educación en manos del gobierno de turno?

Este es un cuestionamiento válido si nos ponemos a pensar en los tiempos de la Alemania Nazi, cuando en las escuelas se propagaba la ideología y glorificación del Tercer Reich. Sin tener que recurrir a la historia, en la Venezuela actual, los niños en las escuelas dan las gracias a Nicolás Maduro por recibir los útiles escolares al mismo tiempo que otro niño manifiesta su compromiso con Nicolás Maduro gritando “que viva el pueblo anti-imperialista”, cuando aún no comprenda el significado de lo que dice.

No sé qué cosa es peor.  

Los gobiernos populistas y los políticos, en particular los de izquierda, presumen combatir el analfabetismo y de supuestamente ofrecer una educación de calidad. Sin embargo, ¿De qué sirve «educar» a la población cuando el hecho de acceder a la información está controlado por el Estado o cuando no existe libertad para establecer opiniones más allá de un programa ya instaurado por el Estado?

Aunque el pensamiento común indique lo contrario, una educación pública -o en “manos de los burócratas de turno” como me gusta llamarle- no cumple realmente con los objetivos de una educación adecuada. En una escuela subsidiada por el gobierno, siempre existirá el riesgo de que se enseñe los que que el Estado decide que se debería aprender, y -por supuesto- por un método aprobado por este, «el que más sabe» acompañado de algunas ideologías nocivas que los gobernantes del momento quieran impartir.  

Pero, «si la educación no la imparte el Estado, deja ser gratuita y no puede ser» porque la educación es un derecho”, he escuchado de muchas personas.

A ellos y a usted que lee esto, me gustaría mencionarles que la educación y todo aquello que conlleva (infraestructura, aulas de clase, atención docente, etc.) son bienes y servicios producidos por individuos. Alguien debe trabajar por proporcionarlos, alguien debe pagarlos, por lo tanto no son gratuitos. En definitiva, la educación es un trabajo que merece remuneración.

En lugar de enfocarnos en una educación gratuita y de calidad garantizada por el Estado, ¿por qué no nos preguntamos si el sistema educativo actual “gratuito” realmente está dando los resultados esperados? ¿Por qué no nos enfocamos en el hecho de aplicar los principios de libre mercado a los sistemas educativos, mediante la introducción de la competencia entre las escuelas? De seguro así las condiciones educativas mejorarían considerablemente. No es sorpresa que las mejores condiciones de vida las tienen los países en donde se respeta la libertad económica y se incentiva la creatividad, así como la inversión privada.

¿Quién regulará a las escuelas? La pregunta en realidad sería ¿Realmente es necesario regular el hecho de pensar y razonar?  Una educación libre se basa en que tanto el aprendizaje como el conocimiento deben estar vinculados a la utilidad personal de los individuos. Son los padres los que tienen derecho de decidir sobre la educación que recibirán sus hijos.

Bajo un esquema de libre mercado, donde se promueva y se le brinde real importancia a la inversión en educación privada, cualquier persona podrá tener acceso a la misma.

Lo mismo ocurre con el “derecho a la vivienda”. Durante aquellos programas promovidos por la dictadura de Chávez y Maduro, en los que regalan casas, le han hecho creer a muchos que “los pobres tienen derecho a una vivienda digna”. Por supuesto que este mal llamado derecho era, es y será otorgado a cambio de votos, apoyo al gobierno y vestirse de rojo, castigando a los contribuyentes e incrementando el gasto público.  

Bajo el socialismo, mendingar y luego dar las gracias por lo que sea que te regalen es algo común. Es normal pensar que el gobierno debe proporcionar una casa por el motivo que sea y bajo esa consigna populista de que “la vivienda es un derecho”, lo único que se logra es crear dependencia a las dádivas del gobierno y mal acostumbrar a las personas a exigir “derechos” que incluso ellos mismos se inventan.

El modelo de gobierno que prevalece en Venezuela y en Latinoamérica en general, asume que los gobiernos existen para promover el “bien común”, que todos tenemos derecho a todo y que además, solo “bajo la revolución los pobres tendrán acceso a una vivienda digna”. Este pensamiento sencillamente acostumbra a las personas a vivir a costa de otros, y -así mismo- a aceptar un gobierno totalitario sin importar las consecuencias.   

Insisto, bajo un esquema de libre mercado, no existiría tal cosa como chantajear a los ciudadanos con «una casa regalada”, puesto que existirían las condiciones para que cualquier individuo por medio de su esfuerzo pueda acceder a comprar una. Es ahí donde radica su derecho.

Empecemos a cuestionarnos, ¿Un derecho incluye que otros individuos deban materializarlo o no es más que la libertad de conseguir esa materialización con el propio esfuerzo?

 

Por: María Fernanda Valencia

Ma. Fernanda Valencia

Ma. Fernanda Valencia

Libertaria. Defensora del libre mercado y de la propiedad privada. Detractora del populismo. Creo en la igualdad ante la ley, no por medio de ella.

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