Los venezolanos estamos diariamente sometidos al Pan y Circo. Para la dosis de pan debemos hacer largas colas por horas o comprárselo a quienes las hacen, y que con toda razón lo venderán a sobre precio. Para la dosis de circo basta con prender la radio o la televisión en cualquiera de los –para nada libres- canales nacionales.
Soy venezolano, veo esto a diario y como me rehúso a hacer colas para mis dosis de pan, he decidido comprárselas a los revendedores, mientras pienso que –con tan solo un poco de educación- estos habilidosos intermediarios serían buenos comerciantes en una Venezuela de libre mercado, quizás.
¿Qué hago para las dosis de circo? Esta ha sido la parte más interesante, porque si bien no hago colas en supermercados, he hecho diligencias en bancos, organismos públicos y hasta “privados” –sí, entre comillas porque en Venezuela nada es privado- y ahí también se nos puede ir la vida; pero me llevo mi libro libertario y bien capitalista para por lo menos no darles el gusto de escuchar lo que ellos quieren que escuche, ni de perder mi tiempo. ¿Para el circo por medios de comunicación? Más radical aún: yo decidí no ver ningún canal nacional, de hecho, prefiero ver El precio de la historia a un partido del Vinotinto y les explicaré por qué.
Yo soy libertario, lo que me ha permitido tener claro qué principios defiendo, qué ética practico y cuál es el sistema ideal para vivir en libertad; y si bien se dice que en la TV no encontramos “nada bueno”, ver El precio de la historia es una excelente alternativa para conocer algunos principios que el libre comercio requiere y que los venezolanos podemos aprender. ¿Cuáles son?
Valorar el dinero es: valorar el trabajo propio
Muchas personas que hablan de este programa de TV se sorprenden al ver que por tan solo 5$, el dueño de la tienda o el vendedor podrían no cerrar un trato. ¿Dejarías tú de hacer un trato en Venezuela por 5 Bs? No, porque nosotros no sentimos el más mínimo respeto por el dinero, no vale nada; lo que se traduce en que nuestro propio trabajo tampoco vale nada.
El dinero es la expresión de propiedad privada más próxima que tiene cada individuo, lo llevamos en la cartera, en los bolsillos o en un simple plástico. El dinero es lo que recibimos por nuestro trabajo y si no sentimos respeto por él, nos estaremos irrespetando a nosotros mismos. ¿Qué pasa en Venezuela con el dinero? Que es propiedad del Estado, por eso lo devalúan, endeudan a tus hijos y a los hijos de tus hijos y aun así, la gente quiere más Estado.
Regatear no es pedir limosna, es maximizar el beneficio
El vendedor puede querer 1000$ por su producto y el dueño de la tienda le ofrece sin ninguna pena solo 300$. ¿Lo está robando? No, en ese instante comienza ese valioso juego –solo posible en libertad- en el que cada uno intenta obtener el verdadero precio justo: el que ambos decidan.
¿Qué pasaría en Venezuela? Después de un menudo insulto, se podrían ir a las manos y “el ofendido” lanzaría toda una campaña en contra de aquel que no quiso pagarle lo que él consideraba justo. ¿Por qué? Porque el Estado ha convencido a muchos venezolanos de que si usted no puede pagar algo, se debe obligar al comerciante a vendérselo a precio regulado; y esto pasa hasta con los sueldos y la popular teoría de “tengamos un sueldo mínimo”.
Si el precio no es atractivo, no se hace el trato y punto
Uno no ve al dueño de la casa de empeños o a los que están intentando venderle algo, llamando a la Superintendencia de Costos o a INDEPABIS cuando el precio les parece un absurdo. Simplemente toman producto y se van. Es el respeto por lo ajeno, es porque en libre comercio no funciona la coacción, la amenaza; es porque ni el vendedor ni el comprador quieren ser obligados a perder o a vender un producto al precio que no les parece razonable.
Ninguno le grita al otro “bachaquero” o “especulador”, de hecho se dan la mano y dejan servida la posibilidad de hacer un trato en el futuro. Eso es el libre comercio, ¿a eso es a lo que le teme el venezolano? ¿A tomar decisiones?
Comprar a un precio y vender a uno más alto no es viveza, es negocio
Lo hacen todo el tiempo, el dueño de la tienda compra a 200$ algo que sabe incluso que podrá vender a 900$. ¿Es un robo? No, porque él no obliga a los clientes a comprarle lo que está vendiendo, de hecho, el producto puede pasar años en su tienda.
¿Qué pasa en Venezuela? Bueno, el Estado ha acostumbrado a los venezolanos a que tanto el sueldo como los precios pueden ser impuestos al comerciante, y que la plusvalía es “un delito”. En Venezuela está prohibido ganar, al menos para los ciudadanos, porque el Estado puede sacar petróleo a 11$ y venderlo a 50$ o a 100$ y a todos les parece bonito.
Así pues, más Precio de la historia y menos canales nacionales le caería muy bien al venezolano para burlar el circo mediático que le tienen montado, para tratar de afianzar los valores de la libertad individual y entender que libre mercado significa: lo mejor para cada quien; siempre y cuando cada quién decida qué es lo que considera su propio bien.
Por: José Miguel | Foto: Rick Harrison