Nada enseña mejor sobre los vicios del socialismo que vivirlo en carne propia hasta sus últimas consecuencias. Por eso, luego de 20 años bajo un régimen de extrema izquierda, la opinión pública venezolana se inclina hacia ideas de libertad.
Atrás quedaron los aplausos ante las subidas de salario mínimo, ya no las vemos más. Hoy, los venezolanos entienden que los incrementos salariales no se traducen en mayor riqueza, y los relacionan con el recrudecimiento de la inflación y la escasez.
Atrás va quedando, cada vez más, la defensa encarnizada de la estatizacion de empresas. La destrucción de PDVSA, Corpoelec y otras tantas compañías en manos estatales hicieron entender a muchas personas el riesgo de dejar todo en manos de burócratas. Pero no solo los burócratas tiene responsabilidad es esto, la gente también.
El fracaso de este modelo demuestra que la idea de las «tarifas fijas y por tiempo indeterminado» en los servicios públicos es algo que el venezolano ha tenido que arrancarse de la cabeza a la fuerza. No más electricidad con tarifa regalada. No más de esa fantasía llamada «la gasolina más barata del mundo».
El venezolano ha aprendido, de la peor forma, lo que significa el socialismo. Por eso hoy se inclina hacia la libertad.
«Si alcanzara la plata no necesitaría que el gobierno me diera nada», fue una frase que escuché muchas veces en mi trabajo como reportera en Venezuela.
La escuché siempre en los sectores más pobres y entre las familias más humildes. Para ellos, que debían soportar más que nadie las humillaciones que vienen con la dependencia al Estado, solo la independencia económica de los burócratas podía romper las cadenas. Lo entendieron sin leer un solo autor liberal. Lo entendieron de una forma en la que solo lo puede entender quien sufre el socialismo en carne propia.
Mientras, un grupo de periodistas e «intelectuales», que por 20 años han decidido ser los porristas de los partidos políticos de siempre, defienden a capa y espada un socialismo «de verdad» que no aguanta en lo absoluto ante el peso de los hechos.
No es en las élites de izquierda donde está la verdadera Venezuela Liberal, esa que podrá surgir una vez se haya enterrado para siempre el chavismo y sus males.
La semilla de la libertad se sembró en la gente, esa gente que sin haber leído a Mises aún, sufren la puesta en práctica de las ideas de Marx. Y esa Venezuela Liberal es la que va a reconstruir el país.
Por: Vanessa Novoa