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La Lucha En Venezuela, ¿Es “Pacífica” o Es Dócil?

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Cada que, uno -el que está afuera- mira con añoranzas esa tierra de la que fue obligado a salir: Venezuela. Salimos porque tuvimos, más que porque quisimos, esa es la realidad de muchos de los que estamos afuera.

Estando afuera, además de sentimientos encontrados, de rabia al mismo tiempo que alegría por haber huido de ese campo de concentración llamado “República Bolivariana”, tenemos otra perspectiva de las cosas. Quienes estamos afuera no estamos sumergidos en esa tragedia conocida como “el día a día del venezolano”. Tenemos nuestro propio “día a día”, pero al menos, nosotros vemos los frutos del sudor, el trabajo y el “echarle ganas” que nos toca al estar lejos de lo que conocemos y haber comenzado de cero; muy diferente a la condición de supervivencia animal a la que han sido acorralados los que no han podido salir, y muy diferente también a ese adjetivo que nos atribuyó Capriles sobre “ser unos empantuflados”.

Estando atrás de la barrera, tenemos otra perspectiva, eso nadie puede negarlo. Nosotros volvimos a respirar en vientos de libertad, un tanto más. Recordamos lo que es caminar sin miedo por las calles, comprar lo que queremos, en las cantidades que podemos pagar, sin leer un “2 x Persona” -que en Venezuela se rejudo a un “Ya no hay pa’ nadie”-, sin la preocupación de que lo que hoy cuesta 1.000 Bs. mañana costará 5.000 Bs. Nosotros volvimos a eso que yo llamo “definición paralela de paz”, que debemos agradecérsela al libre mercado.

Leía un artículo de Laureno Marquez llamado “Vida de perros”, en el que él compara la vida actual del venezolano con la vida de una mascota. Para empezar, las mascotas -cuyos amos viven en libre mercado- son más felices, comen mejor y sus servicios médicos están abastecidos 24/7, a diferencia de la “vida de perros” del venezolano, que solo puede ser comparable a la de un “pecatumpi” (Perro callejero tumba pipote).

En el texto, Laureano dice que “él se resiste a aceptar la animalización a la que hemos sido reducidos”. También alega que “nadie puede ser sometido para siempre, ni siquiera Corea del Norte o Cuba”. Creo que se lo olvida que los seres humanos no duran para siempre, y que mientras las generaciones van pereciendo año tras año en el peor sistema que ha conocido la humanidad -el socialismo-, este sistema sí es verdad que dura para siempre.

Luego -para ya entrar en materia sobre lo de “la lucha en Venezuela no es pacífica sino dócil”- Laureano dice que “el perrito que inspiró su texto, quería ir a un lado mientras su amo lo obligaba a ir por otro”. Lamentablemente, el perro no razona, no tiene esa facultad que nos hace a los humanos “superiores” a los animales: la razón. Estoy seguro que, si el perrito la tuviese, la mezcla entre su “instinto animal” y “la razón”, lo haría rebelarse. Entonces, ¿necesitarán los animales a “la razón” o los venezolanos un poco más de “instinto animal”?

Porque en Venezuela, eso que los venezolanos adentro llaman “lucha pacífica” ya se redujo a una vulgar obediencia. No marchan a menos que les den permiso. Lo hacen solo por las calles que les permiten. El evento dura el tiempo que el amo les diga, y regresan a sus casas cuando el mejor amigo del amo los arrea para que lleguen a tiempo a sonar la cacerola que -por cierto- tristemente está vacía. ¿Eso es “lucha pacífica” o es docilidad?

Laureano termina su texto “ladrando”, como expresión de “rebelión”; pero como bien se dice en este brillante video -que todos deberían ver al menos una vez al día- llamado Filosofía de la Libertad: “una sociedad libre requiere el valor para pensar, hablar y ACTUAR; especialmente cuando es más fácil no hacer nada”.

Los que estamos afuera no esperamos que quienes aún adentro, “salgan a matarse”, solo porque queremos ver una película de terror en primera fila. No, la razón objetiva de este llamado a la rebelión es que los queremos ver libres. Si no pueden huir del campo de concentración, no tienen opción. No es “salir a matarse”, es que igual los van a matar; poco a poco, pero lo harán.

Hay una gran diferencia entre: “recurrir a la violencia para complacer caprichos irracionales” -como cuando un dictador aniquila a toda una sociedad solo porque no están de acuerdo con él- y “recurrir a la violencia como legítima defensa” -como cuando el perro ladra y muerde al amo que lo quiere maltratar-.

Entonces, hacer nada más lo que el amo permite ¿es lucha pacífica o docilidad?

Quítense de la boca eso de que “los que estamos afuera no pondremos los muertos”. ¡Ustedes ya lo están haciendo con más de 25.000 asesinatos por año! Y los que poco a poco se suman por hambre y falta de atención médica básica.

Personalmente, yo no quiero verlos morir de rodillas sino volverlos a ver vivir en libertad.

 

Por: José Miguel

Jose Miguel

Jose Miguel

Antes de conquistar el poder, debemos conquistar los medios, por eso fundé esta revista y no un movimiento estudiantil. Esta es mi cuenta de Twitter @JP7___

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