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Cómo Francisco Salvó La Vida De Su Familia Y Vecinos De Los Colectivos

Cómo Francisco Salvó La Vida De Su Familia Y Vecinos De Los Colectivos

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¡HISTORIA REAL! La resistencia en Venezuela nos muestra sus héroes. Este es Francisco, el venezolano que salvó la vida de su familia y sus vecinos de los colectivos armados, apelando a su derecho a la legítima defensa y desobedeciendo la ley que le prohíbe hacerlo.


Entre 2011 y 2013 viví en Valencia, pero desde el 2001 fue mi segunda ciudad. Mis papás y mi hermano mayor vivían allá. Vivíamos a la altura de unas famosas canchas de tenis, en una residencia ubicada en NaguaNagua y cercana a un popular Supermercado.

Es un edificio algo viejo, que solo está cercado y tiene dos portones. Una oficina oficial en la parte de abajo y edificios a cada lado. Así es la cosa, para ser más específicos. Bueno, ahí vivieron desde 2001 hasta que mi hermano dejó el país en 2016 y fue el último en vivir en el apartamento.


Voy con la historia la noche del 3 de mayo de 2017 en ese edificio

Mi cuñada conserva contacto con todos los vecinos del edificio. Hablan por Whatsapp.

3 de mayo de 2017 por la noche, a las 11:11pm, uno de los vecinos escribe por el grupo:

«Hay fuertes rumores de que la gente del barrio saqueará la tienda».

El barrio cercano es bien candelita, que lamentablemente tiene su espacio en esa zona, como parte de la «inclusión social» chavista; el socialismo siempre creando espacios de pobreza y delincuencia.

A las 11:48pm, el mismo vecino vuelve a escribir:

«Están saqueando la tienda».

Tan solo 37 minutos después del rumor, como se acostumbra en Venezuela hoy día, este se hizo cierto. Uno comienza dudando, pero -como dice mi papá- «la realidad supera a la ficción»: Las UBCH del barrio estaban saqueando la tienda a las 11:48pm, ese que suministra -y quizás suministraba- comida a la zona.

Se activa la defensa vecinal. El amigo de mi cuñada dice que se organizaron para bajar, pero manteniéndose dentro de su edificio. El objetivo de la defensa vecinal era: «por si acaso se les ocurre meterse al edificio», pues también habían rumores de que lo harían.

Este vecino que narraba todo, a quien llamaré «Francisco» -un gocho de la ciudad mía, Mérida- decía:

«Los del edificio de al lado también están abajo en defensa vecinal».

Las vecinas de mi cuñada, que estaban desveladas por los tiros y el despelote que se escuchaba abajo, sumado al miedo, escribían:

«Tuvimos que poner los colchones en el suelo, subirle el volumen al TV y hacer dormir a nuestros hijos en el piso por seguridad».

Otra de las vecinas decía:

«Le subí volumen al TV para que mis hijos no escucharan nada. No quería que se asustaran».

Y la esposa de «Francisco» decía:

«No puedo dormir hasta que «Fran» no suba. Necesito saber que llega bien.»

A mitad de noche, los rumores sobre «se intentarán meter a los edificios» eran también ciertos: Las UBCH estaban saltando el cercado del edificio, amenazando con acabar todo a su paso.

Y aquí viene otra historia de heroísmo de otro venezolano, de esas a las que ya nos estamos acostumbrando viendo a los chamos en las calles defenderse de la represión uniformada y de la delincuencia armada. Otra historia de heroísmo que nos llena de esperanza al saber que ¡sí se puede!.

Francisco no es tonto; Francisco es un hombre armado. Cuando Francisco vio a las UBCH saltando las rejas de su edificio, amenazando con meterse y destruir su propiedad y a su familia, actuó: desenfundó su arma, la apuntó al cielo y comenzó a disparar.

Esta acción de Francisco fue la que salvó a todos del ataque.


En los zapatos de Francisco

Imagínense lo que Francisco pensó en esos segundos, al ver que una manada de malandros amenazaba con destruir lo que quiere. Pónganse en los zapatos de Francisco, que -sabiendo que ni a él, sus vecinos ni a su familia- los perdonarían, apeló a su legítima defensa.

Es para eso que un régimen de este tipo, es para eso que la izquierda aprueba cosas como «ley desarme»: Para que Francisco no pudiese defenderse, no pudiese defender a sus vecinos ni a su familia. Piensen en el desenlace que esto habría tenido si Francisco fuese uno de esos «inocentes pacifistas» que -víctima de la campaña anti-defensa personal- hubiese preferido dejar todo en manos del destino, por no defenderse. Quizás él, su familia y vecinos serían -hoy día- otra estadística más del socialismo.

Pero Francisco hizo lo correcto, lo moral: Francisco desobedeció una ley injusta; y por desobedecerla salvó la vida a todo el edificio.

El principio que aplicó Francisco –la legítima defensa– es el mismo que aplican los chamos que están en las calles; el mismo principio que los hace enfrentarse a una tanqueta, a una escopeta de perdigones y bombas lacrimógenas y a un arma apuntada a la cabeza por un GNB, PNB o Colectivo.

Tres tiros al aire bastaron para que los delincuentes pensaran: «Si me meto en este edificio, puede que sea yo el que no salga vivo«. Por que a fin de cuentas ese es el objetivo, tarde o temprano lo harán. No importa cuánta «paz» le ponga uno al exceso de violencia promovido por Tiranía Chavista. No importa cuántas manos se alcen -en señal de desarme- ante la represión que viene del lado oficial. Si los buenos no se defienden, en desenlace será el que ya todos sabemos: ellos sí van a disparar, y la orden es hacerlo directo a la cabeza y acabar con la vida de quien se oponga.


Y ahí tienen, otro héroe venezolano

Francisco desenfundó su arma, disparó y salvó la vida de sus vecinos, familia y la suya. ¡Aplausos!

Esa es la importancia de tener claro los principios, y uno clave es: el derecho a la legítima defensa. Defenderse de un grupo de matones, mis hermanos, NO ES DELITO.

 

Por: José Miguel

Jose Miguel

Jose Miguel

Antes de conquistar el poder, debemos conquistar los medios, por eso fundé esta revista y no un movimiento estudiantil. Esta es mi cuenta de Twitter @JP7___

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