Hablar de la crisis -inducida por el socialismo- en Venezuela no es nada nuevo, todos nos sabemos el cuento de memoria. No se consiguen alimentos, todos tenemos un familiar que sufre por conseguir alguna medicina, hemos visto como mueren pacientes en hospitales por un apagón, no hay gas, ni agua y un largo etc.
Sobrevivir en la Venezuela socialista -actualmente- es una verdadera pesadilla. Entonces, es cuando a los políticos de la MUD, se les ocurre la magistral “solución” a todos nuestros problemas: ayuda humanitaria permanente. (Declaraciones de Miguel Pizarro aquí).
¿La ayuda humanitaria realmente funciona?
La tiranía utiliza la escasez como un mecanismo de control sobre los venezolanos y la izquierda «democrática» lo sabe a la perfección. De hecho, durante 40 años antes del chavismo, ellos ya lo aplicaban, por eso sus propuestas no se basan en la libertad, sino en un absurdo como la ayuda “permanente”. Cambiar la caja del CLAP del chavismo, por la ayuda humanitaria administrada por la MUD sería exactamente lo mismo.
La ayuda humanitaria, en sí misma no es mala, es la forma en que los países tratan de ser solidarios con Venezuela, una solidaridad que se origina más en el sentimiento que en la razón, porque esta no acabará con los problemas: no llenará los mercados de comidas, ni las farmacias de medicinas.
Históricamente, este tipo de asistencias -por más recursos que lleva a un país- son inútiles -se hace sal y agua- porque no atacan las causas del problema, solo las consecuencias. Si usted tiene tos y estornudos, la solución no es tener a la mano un pañuelo, sino tomarse un antigripal. En este caso, la verdadera ayuda humanitaria que nos pueden dar otros países es conformar una coalición militar para darle fin al régimen socialista de Nicolás Maduro.
Pero ese es otro tema, lo cierto es que el continente africano lleva décadas recibiendo ayuda humanitaria, caminando en círculos, y no queremos repetir el caso, por eso es importante cambiar la fórmula socialista, por una que realmente funcione.
El capitalismo, la fórmula del éxito.
El capitalismo -en resumen- es una máquina de sacar gente de la pobreza.
¿Y acaso no es eso lo que queremos en Venezuela, salir del socialismo que puso a más del 80% de la población venezolana a vivir en la miseria?
Aplicando una economía de mercado, Venezuela pasaría de ser uno de los países más pobres del mundo, a un milagro económico, en tan solo unos pocos años. Solo hay que echar un vistazo afuera, a países que vivían en crisis -como Singapur (°2 en libertad económica), Taiwán (°10), Chile (°18)- hasta que implementaron el modelo de la libertad, y copiarlos.
Venezuela debe cambiar el sistema, dar un giro radical a la derecha, para pasar de ser la Venezuela Socialista y arruinada de la cual todos huyen, a la Venezuela capitalista y rica a la cual todos buscan emigrar.
La prioridad es reducir y quitarle poder al Estado. Que este más nunca nos diga bajo que términos debemos comerciar, qué monedas utilizar o qué productos consumir. Limitando el gasto público se acaba el populismo, las misiones y subsidios. Que mejorar tu calidad de vida dependa únicamente de tu esfuerzo e inteligencia, más nunca del amiguismo, del “yo tengo un pana que es…”.
¿Usted ha sufrido por falta de gas? Privatizar. ¿Usted sufre porque se le “fue” la luz durante horas, incluso días? Privatizar. ¿Usted tiene meses sin saber que es agua por tuberías? Sí, la respuesta es la misma. Privado es mejor que público -aunque a usted le suene caro- porque a la empresa pública le da igual cómo se siente el usuario con el servicio, pero a la privada le da terror que el cliente se sienta mal y perderlos.
Reconstruir Venezuela significa: recuperar el respeto por la propiedad privada, que es sagrada. De esta forma se genera el incentivo a la producción, a la inversión, a la creación de riqueza, y -llegados a este punto, amigos- es cuando se nos vuelven a llenar los mercados de comida y las farmacias de medicinas.
La crisis venezolana -originada por el socialismo- no se acaba con más socialismo, ni con más ayudas del Estado, ni siquiera con un canal permanente de ayuda humanitaria. Más bien, la crisis llegará a su fin gracias a la libertad de emprender, comerciar y producir, porque el capitalismo sí funciona.
Por: Alexis Paredes