Imaginemos un Estado hiperendeudado, donde su gobierno se caracteriza por políticas económicas socialistas, tales como: controles de precios, controles de cambio, inflación, reformas agrarias, empresas del Estado, control de los poderes legislativo y judicial, todo esto desencadena y posibilita corrupción generalizada.
Entonces, el Estado no puede seguir haciendo frente a sus egresos, porque ya nadie le presta dinero desde el exterior, los capitales se han ido del país al igual que la emigración ha aumentado; en fin, llega el momento donde todo explota. Una vez en esta situación, los gobiernos despilfarradores piden ayuda a unos organismos financieros internacionales, los cuales van con grandes cantidades de dinero -pagada por la fuerza, por los trabajadores de otros países mediante impuestos- a condiciones «preferenciales», dando oxigeno a estos gobiernos despilfarradores.
Supuestamente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) piden «condiciones» para dar esos préstamos, solicitando a los gobernantes que cambien sus políticas económicas por una serie de recomendaciones que al final nunca cumplen. Además, gran parte de ese dinero que solicitan los gobernantes termina en sus bolsillos en cuentas en países más capitalistas donde están a salvo de sus propias políticas socialistas.
Mucha gente tiende a relacionar a la economía de libre mercado con el FMI o con el BM cuando en realidad ninguna de las dos instituciones tienen nada que ver con una sociedad libre. En particular el FMI fue concebido por dos personas nada liberales, como John Maynard Keynes, cuyas ideas económicas distan mucho de ser capitalistas y Harry Dexter White, que años después se determinó que era un espía de la URSS. El origen de ese mito de asociación puede verse aquí.
Lo cierto es que ni el FMI ni el BM han sido creados por la sociedad civil para satisfacer necesidades, ninguno de los dos está sometido a oferta y demanda de sus productos, ninguno de los dos se mantiene con aportes voluntarios. Ambos son instituciones políticas de ayuda a gobiernos a expensas de los ciudadanos trabajadores, con recursos saqueados a la propiedad privada individual.
Es importante tener claro que la característica principal del libre mercado es que usted si quiere compra y si no quiere no compra, lo que conocemos como principio de cooperación voluntaria. No hay manera de que un capitalista le obligue –principio de coexistencia pacífica– a comprar los productos que produce. Sin embargo, el Estado sí le obliga a usted a pagar lo que a los políticos les de la gana, mediante los impuestos. Es así como nos están obligando a pagar para mantener a la Fabrica Mundial de Indigencia y a la Banda de Malandros que son el FMI y el BM. Por lo tanto, cuando alguien te hable de los dañino del capitalismo y te mencione al FMI o al Banco Mundial, dile claramente que ninguna de estas dos organizaciones tienen nada que ver con capitalismo, que no tienen nada en común.
Por: Dakar Parada | Foto: capitalradio.es