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Trump quitándose el tapabocas - Estás leyendo iF Revista Libertaria - Cuestiona Todo

Yo siempre tuve la razón

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Que mejor manera que escribir un artículo que lleva como nombre “Yo siempre tuve la razón” de Ayn Rand. Este artículo va dedicado a todos aquellos ciudadanos, economistas, médicos y políticos, a quienes luego de 8 meses de pandemia el tiempo les ha dado la razón.

Por esta razón usaré a Ayn Rand y varias frases en su mayoría sacadas de La virtud del egoísmo para comprender a aquellos que cuando empezó la plandemia alzaron su voz y predijeron la catástrofe que se podía producir por estar tomando medidas de encierro y opresión de libertades en los países para contener el virus.

Aún siendo atacados, ridiculizados y denigrados con cualquier tipo de comentario -desde materialistas, insensibles y claro egoístas- declararon que llevar cierres totales iban a marcar un precedente nefasto tanto para la libertad como para la calidad de vida y la salud de las personas.

Después de 8 meses, la OMS -dirigida por un comunista al servicio de China- anuncia que los cierres están causando más daños, pobreza, hambre y muertes que el propio virus, todas estas personas -entre ellos Trump y Bolsonaro- tuvieron la capacidad de anticipar tales resultados.

Trataré de explicárselo de una manera diferente, por medio de la filosofía objetivista que cree en el hombre y en la capacidad que nos hace diferentes a los animales, la razón y el uso de ella, unido con los principios e ideales correctos basados en la libertad, la propiedad y la vida.


 

Se puede ignorar la realidad, pero no se puede ignorar las consecuencias de ignorar la realidad.

Ubiquémonos en marzo, se esparce el virus por el mundo y la OMS declara pandemia. Los países deben tomar una decisión, actuar o no actuar, sea cual sea la que tomen tendrá un consecuencias. La OMS recomienda cierres totales y cuarentena y esto obliga a todos los científicos y políticos a poner en marcha cuál es la decisión correcta, seguir el ejemplo de China con el cierre y control radical o idear otra forma menos agresiva.

Hay un virus y se debe tomar una decisión y aplicar en base a ella las medidas correspondientes, estas medidas tienen sus consecuencias, entonces ¿Cómo saber cuál es la correcta? El ser humano no tiene la capacidad de predecir el futuro, pero sí puede generar las condiciones que nos lleven o acerquen al futuro que deseamos, pero para esto hay que entender y aceptar la realidad en la que vivimos y hacer uso de la historia. En el pasado ya habían ocurrido varias pandemias -tales como la peste negra, la fiebre española, la gripe asiática, entre otras- la última ocurrió hace, por lo menos, 100 años. Fue en base a esto que la mayoría de los países tomaron la decisión de ir a cuarentena. Estas cuarentenas tenían dos fines, el primero salvaguardar a sus ciudadanos de un virus desconocido y el segundo entender el virus.

Solo comprendiendo el virus, ver sus efectos, su comportamiento podían tomar las decisiones hoy que marcarían el futuro, y así fue como muchos países tomaron estas decisiones, desde Estados Unidos, Taiwán, Uruguay, España, Chile, Cuba y muchos otros.


 

El hombre puede enfocar su mente para lograr una total activa conciencia de la realidad, dirigida hacia un propósito definido, o puede desenfocarla y dejarse llevar hacia un estado de aturdimiento semiconsciente, simplemente reaccionando ante cualquier estímulo que el momento inmediato provea al azar.

Los que sí decidieron entender al virus enfocaron sus esfuerzos en desarrollar medios para frenar su avance, entendieron que este no se iría y que cerrar sus economías por largo tiempo pondría en riesgo tanto la salud, la vida y la calidad de vida de las personas. Su objetivo principal era transmitir la responsabilidad individual de cuidarse y cuidar de otros.

Mantener las economías abiertas e ir, mediante ensayo y error, entendiendo el virus y controlándolo, era su costo de oportunidad para el corto plazo, pero al largo plazo estarían en una situación mucho mas favorable tanto para la libertad individual, la salud y economía de los individuos


 

El grado de libertad de un país es el grado de su progreso.

Cuando los Estados respetan a sus ciudadanos y su libertad, estos pueden vivir una vida pacífica, de respeto y acciones voluntarias, ser responsable de sus acciones y tomar decisiones por sí mismos, de manera voluntaria. A medida que los países son más libres, su progreso y riqueza es mayor, esto es una realidad y es un punto decisivo para la toma de decisiones de los gobiernos que se negaron a cerrar sus economías. Por eso podemos contrastar que la mayoría de los países que no han tenido cuarentenas radicales son los países más prósperos, el caso contrario vemos como los menos libres, cambiaron la libertad por seguridad, están siendo llevado por el camino de servidumbre.


 

Cuando el hombre rechaza la razón como su criterio de juicio, el único criterio al que puede recurrir son sus sentimientos.

En el mundo la mayoría se dejó invadir por los sentimientos creyeron que lo mejor era obedecer a lo que le decían los organismos, gobernantes y científicos. Nunca se cuestionaron el virus, dejaron de emitir juicios, dejaron de pensar, prefirieron que otros pensaran por ellos.


 

Las emociones no son herramientas del conocimiento; ser guiado por caprichos, por deseos cuyo origen, naturaleza y sentido no conocemos, equivale a convertirse en un robot ciego, operado por demonios desconocidos.

Las emociones y sentimientos no están basados en la razón, son simple reacciones a situaciones y que nos generan desconcierto de la realidad para llevarnos a un mundo que podemos construir en nuestra mente de forma ilusa, pero esta desconexión con la realidad tiene un costo muy alto. Cuando no se hace uso de la razón alguien lo tiene que hacer por usted, y es exactamente esto lo que permite a ideas destructivas y antihumanas, que solo quieren dominarlo y esclavizarlo. Ha sido el virus la excusa para facilitarle este trabajo a esos demonios: las medidas de encierro, de usar mascarilla hasta en su casa, de cerrar los negocios. Han mentido diciéndonos que si cumplimos con las medidas y obedecemos al pie de la letra las órdenes, el mundo será mejor. 

Por esta razón el status quo mundial -los medios de comunicación, las instituciones globalistas- atacan a todo aquel que se cuestione y se haga preguntas del porqué y para qué se toman esas medidas.


 

La verdad no es para todos los hombres, solo para aquellos que la buscan.

La verdad es una carga muy grande para quienes desean ignorar la realidad y tienen miedo de la libertad. Los hombres que buscan la verdad deben guiarse por principios. Buscar la verdad constantemente pone a prueba estos valores, equivocarse es parte del proceso,, esta es la única forma de poder encontrar la verdad. Si no nos arriesgamos a descubrir la verdad por miedo a equivocarnos, tendremos que dejar que otros piensen por nosotros.

Para encontrar y mantener la verdad se requiere soportar los más duros ataques, porque el sistema entero está en contra de la libertad. Quienes tuvieron que cargar 8 meses con el peso (los ataques) de la verdad que las cuarentenas nos iban a dejar más pobres y con más muertes que el propio virus y que podrían marcar un precedente para aspiraciones totalitarias.


 

Dado que el hombre auténticamente egoísta elige sus metas guiado por la razón y dado que los intereses de los hombres racionales no chocan entre sí, otros hombres se beneficiarán a menudo con sus acciones.

Estos contados hombres y líderes en su egoísmo personal de preservar su vida y libertad eligieron interceder pensando en su bienestar personal y advertir lo que ocurriría, buscando no solo ayudar a los demás de manera desinteresa o altruista. Eligieron cargar ese peso, por todos, arriesgarse en mantener su verdad para salvar a otros.

Hoy, el tiempo les ha dado la satisfacción de decir: Siempre tuve la razón.

Jose Jauregui

Jose Jauregui

Venezolano, estudiante de Economía, creyente del liberalismo, las ideas de libertad y la Economía Austriaca. Soy responsable de mis acciones e ideas.

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