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Seguramente todos hemos escuchado hablar de los Derechos Humanos, sería extraño que alguien respondiera que no. Pero hagámoslo un poquito más “difícil” y preguntemos ¿quién sabe cuántos son? Y más interesante aún ¿quién los puede recordar y nombrar?
El hecho de que prácticamente nadie pueda responder estas preguntas nos da una clara idea del porqué esa declaración del 10 de diciembre de 1948 fue una pérdida de tiempo. Pero como a los jóvenes nos gusta cuestionar, pongámosle picante al asunto y atrevámonos a ir más allá. ¿Por qué no creer que ese largo testamento se hizo con la intención de que nadie lo recordara? Siempre se ha dicho que, cuando en un salón de clases todos los alumnos salen mal, es porque el profesor no está haciendo bien su trabajo. ¿Será que las Naciones Unidas hizo mal el suyo?
Pues bien, con la intención de enrumbar el barco hacia nuestro destino, pensemos en cómo alguien podrá defender algo que no conoce. Es imposible y quizás esa es la intención que hay detrás de ese mal profesor; no le conviene y tampoco le interesa que aprendamos esa información tan valiosa para nuestras vidas. ¿La razón? Se las dejo a su imaginación.
Pero no perdamos la esperanza que este barco no se detendrá porque algunos piratas quieran hacernos difícil el camino. Sabemos a dónde queremos llegar, se trata de descubrir una nueva tierra de oportunidades; tener plena conciencia de qué me pertenece porque solo cuando tengo en cuenta lo que es mío, lo defiendo. Y es así como los invito a olvidarse de esos Derechos Humanos, aunque no es necesario porque ni siquiera los recuerdan; y les doy la bienvenida a la realidad: los derechos individuales.
Dejemos atrás los malos hábitos, esos que nos hablan de que solo somos las piezas de un todo y aceptemos que somos uno: Yo. Este es el primer paso para que entendamos nuestros tres derechos fundamentales:
Vida
¿Cómo puedo vivir si no me dejan hacer lo que me conviene? Es por ello que necesito esa libertad para efectuar cualquier acción que considere necesaria para mantener mi integridad física y mental. Es mi derecho a vivir por mí mismo; teniendo claro que nadie más deberá ser responsable de mi supervivencia, pero también es la aceptación de que no seré responsable de la supervivencia de otros que no me interesan.
Libertad
¿Lograré ser feliz y alcanzar mis objetivos personales si estoy atado? Entonces no permitiré ser el esclavo de alguien más y tendré claro que nadie deberá ser mi esclavo. Es mi derecho a pensar, opinar y actuar guiado por los valores que considero importantes para mí. Seré responsable de mis acciones, lo que significa que entiendo que mi libertad no me da derecho a hacerle daño o abusar de otros.
Propiedad
¿Para qué voy a producir algo si no podré hacer lo que desee con ello? No tendría ningún sentido. Debo ser el único dueño del resultado de mi esfuerzo; se trate de un trabajo, un emprendimiento o cualquier expresión de propiedad, tengo derecho a disponer de ello libremente. Mi propiedad es el producto de mi tiempo, energía y talento, por eso la valoro.
Para terminar: ¿Aún no puedes recordar los treinta de los que te hablan desde la eternidad? Pues estos tres derechos individuales nunca los podrás olvidar.
Cita: “Si el hombre ha de vivir en la tierra, tiene derecho a usar su mente, derecho a actuar basado en su propio y libre juicio, derecho a trabajar para conseguir sus valores y mantener el producto de su trabajo. Si la vida en la tierra es su objetivo, él tiene el derecho a vivir como un ser racional: la naturaleza le prohíbe lo irracional”. | La rebelión de Atlas – Ayn Rand
Por: José Miguel | Foto: Mitchell Joyce