Las personas que desarrollan como sentido común el sentido crítico, comúnmente suelen aislarse. Para ellas, es realmente difícil de entender por qué lo obvio para otros resulta tan difícil de ver, por qué hay personas que se acostumbran fácilmente a lo malo o peor aún, por qué hay personas que prefieren ser neutrales ante todo.
Ser parte de la minoría es un trabajo realmente difícil, y es que -aunque seamos muy radicales- la racionalidad y esa curiosidad crítica que nos caracteriza nos ha llevado a cuestionar incluso, si somos nosotros quienes con nuestras ideas estamos equivocados.
Cuando estas preguntas me invaden, suelo pasar por tres facetas:
Fase 1, a la que llamo escaneo instantáneo
La única ventaja de ser parte de la minoría pensante, es que tengo alrededor un millón de ejemplos, sobre lo que no quiero para mi vida, y de lo que no me gustaría ser. Este escaneo instantáneo me transporta inmediatamente a la siguiente fase:
Fase 2 , felicidad consciente
En esta fase me alegro al saber que mis valores, mi inteligencia crítica y la capacidad de fijar una posición ante distintas situaciones, nunca se han visto quebrantadas por el hecho de estar rodeada de borregos y zombis. Aquí, con orgullo me digo a mi misma y al mundo: nunca he recibido un regalo que no merezco, jamás he tomado dinero que no he trabajado, no he irrespetado los valores ni la filosofía bajo las cuales guío mi vida y lo más importante, he basado mis acciones en planes racionales, de manera que no he atentado contra la vida, integridad o valores de otra persona, por muy distintos que estos sean de los míos. Nada como una consciencia tranquila para mantener la juventud. Luego paso a la última etapa,
Fase 3 a la que llamo confirmación
Aquí me digo de nuevo: sí, efectivamente estoy del lado correcto. En esta etapa suelo pensar en todas aquellas personas que creí conocer, y que resultaron ser un borrego más. Aquellos débiles de mente que necesitaron vestirse de un color determinado para poder sentirse aceptados. Aquellos que sin esfuerzo alguno, por oportunismo han logrado éxitos inmerecidos. Esos a los que cuando se acabe la cochina no tendrán nada que ofrecer, porque hasta la consciencia la han empeñado.
Ciertamente los neutrales se están extinguiendo, lo curioso es que la inteligencia y el sentido común crítico van por el mismo camino de extinción.
Personalmente considero que hay una gran diferencia entre ser optimista y ser consecuente. Y es que no todo el que es que optimista es consecuente, pero aquel que es consecuente -por default- es optimista. De manera que hoy le hablo a los consecuentes: cada vez que sientan que se encuentran del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar.
Por: Siulilba Balza S. | Foto: magic4walls-com