Más de tres meses después de la juramentación del presidente Juan Guaidó, una nueva convocatoria nacional para el 1° de mayo -fecha emblemática, sobre todo para la izquierda- plantea altas expectativas que hasta los momentos no se han logrado cumplir.
Promover esperanzas falsas en momentos clave puede ser tan peligroso como promover la inacción. Con cada promesa rota, con cada expectativa inalcanzada, se afianza en la ciudadanía -de por sí ya golpeada por el colapso de los servicios básicos, la criminalidad y la escasez- el sentimiento de no-retorno de la crisis. Con cada decepción, la gente pierde la que hoy por hoy ha sido su fortaleza más grande: sus ganas de luchar.
Si bien la protesta es y seguirá siendo un derecho cívico y una forma de expresión de deseos de libertad que no puede desalentarse, es importante tomar en cuenta que la presión cívica en las calles, por sí sola, no logrará la salida de las mafias que hoy juegan todo por permanecer en el poder.
Las razones son varias:
1. En primer lugar, hemos llegado a un punto en el que al régimen de Nicolás Maduro poco o nada le importan la opinión pública dentro o fuera del país. Las expresiones de rechazo masivo en las calles serán reprimidas hoy, mañana y todas las veces que puedan hacerlo, mientras tengan a fuerzas policiales y militares de su lado.
2. La ciudadanía desarmada no tiene la capacidad para enfrentarse a grupos militares, paramilitares y policiales fuertemente armados.
3. Las razones que mantienen a este régimen anclado al poder, resistiendo incluso la presión económica y política de Estados Unidos, van más allá de las facultades de un ciudadano común. Está en manos de otros Estados y su poder de coacción persuadir a la extrema izquierda venezolana de abandonar el poder.
No dejes de expresar tu descontento. No permitas que nadie te diga que no puedes ejercer tu libertad, a pesar de las limitaciones que solo conocemos quienes hemos vivido en tiranía.
Sin embargo, toma en cuenta que de tu salida a la calle no depende en 100% el cambio que necesita el país.
No dejes que los políticos te chantajeen, ni que coloquen sobre tus hombros toda la responsabilidad que les corresponde a ellos.
No todo está en tus manos. Recuerda eso siempre a la dirigencia política, sobre todo a aquellos que promueven las rutas que implican no hacer nada más que dar discursos y marchar.
Eso no es suficiente.
Por: Vanessa Novoa