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Reconstruyendo La República: El Origen De La Corrupción

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Dedicado a L

Yo hace algunos años, al igual que muchísima gente, tenía la idea de que el gran problema de un gobierno era la corrupción. Pensaba que todo podía ser resuelto con mano dura a los criminales y eligiendo hombres honestos para ocupar los cargos públicos, quienes luego se podrían encargar de limpiar la casa y enderezar el rumbo del país. Así los años pasaron, y las elecciones iban y venían; candidato tras candidato, prometía arrebatar a los gobernantes de turno el poder e instaurar un gobierno de hombres probos, de grandes señores puros que acabarían con la corrupción. Pero una vez que estos candidatos se hacían con el poder, ocurría lo mismo, aquellos que llegaban con la promesa de rectificar los entuertos, terminaban comportándose igual que aquellos a quienes habían prometido castigar.

Me costó algún tiempo, pero luego con voluntad, esfuerzo y la guía de algunos quienes ya se habían cuestionado a sí mismos sobre este asunto, logre llegar a la conclusión de que el problema no es la corrupción. La corrupción es un síntoma y no el problema a atacar. Este síntoma aparece en casi toda forma de gobierno, pero suele ser de mayor incidencia en los gobiernos que más concentran poder. Y es que los gobiernos son eso, concentración de poder y a mayor poder, mayor corrupción.

Y la cosa no es que la corrupción aparezca únicamente en el gobierno. También hay corrupción en el mundo privado, pero esta -como sociedad- nos afecta en mucho menor grado. Si dentro de una empresa ocurren actos de corrupción, los dueños y accionistas pueden tomar cartas en el asunto, investigar, deshacerse de los corruptos e incluso llevarlos ante los tribunales por sus crímenes. Si la corrupción ocurre de alguna manera que afecte al mercado, los ciudadanos pueden hacer un boicot y enviar la empresa a la quiebra o incluso hacerla investigar.

Las empresas que no se cuidan de la corrupción tienden a fracasar, pero al ser átomos dentro de un gran sistema, su impacto es menor en la sociedad. Por el contrario, si la corrupción ocurre dentro del gobierno, el impacto es mucho mayor, pues los recursos con los que esto ocurre son financiados con dinero de los contribuyentes, es decir, de los ciudadanos. Adicionalmente, al ser del gobierno el monopolio de la justicia y la violencia, hace muy complicado que los casos de corrupción de sus funcionarios sean juzgados apropiadamente.

El problema se agrava aún más cuando el gobierno tiene carta blanca para intervenir en la economía, como es el caso de economías socialistas y mercantilistas. En este tipo de escenarios se combina la corrupción dentro del ámbito privado con la del sector público.

¿Y qué podemos hacer?

Para nuestra desgracia, aún no hemos conseguido una manera eficiente de sustituir el gobierno por otra forma de institución, pero si podemos limitarlo en la medida de lo posible. Esto quiere decir, especializarlo en sus funciones. Normalmente, desde la perspectiva liberal clásica, esas funciones serian únicamente Seguridad y Defensa; Justicia e Infraestructura; dentro de un marco Republicano.

Un gobierno de funciones limitadas resultaría mucho más fácil de auditar por los ciudadanos, pero también requeriría del compromiso ciudadano a la continua vigilancia. Recordemos que como ya he mencionado en el pasado, lo primero que debemos cambiar para que cambien las cosas, es a nosotros mismos. Debemos hacer el esfuerzo de involucrarnos en política para evitar que ella se meta con nosotros y nos distraiga de esos interesantes tiburones.

Otro de los grandes beneficios de esta visión del estado es la reducción de costos a nivel del contribuyente. Un Estado más pequeño y especializado, significa menos impuestos y más eficiencia debido a la reducción de cargos innecesarios. Esto a su vez deriva en ahorro para los ciudadanos y posiblemente en inversión. A su vez, esto puede traducirse en mayor número de empresas y más oportunidades de trabajo, que a su vez multiplican el bienestar de la sociedad.

Todo esto es posible, otros lo han hecho en el pasado, lo único que se requiere es que nosotros también decidamos hacerlo.

 

Por: Julio Pieraldi  |  Foto: capitolcityexpansion.com

Julio Pieraldi

Julio Pieraldi

Venezolano, Ingeniero, Liberal y defensor acerrimo del Libre mercado. Adversarion del Colectivismo en todas sus facetas y de aquellos que pretenden hacernos creer en seres humanos ideales y sueños paradisíacos. No hay NADA gratis en la vida

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