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Qué vivirá Venezuela con el regreso del Tren de Aragua

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Desde que Hugo Chávez asumió el poder político en Venezuela en 1999, el país ha experimentado olas migratorias sin precedentes. De ser una nación de la que nadie pensaba que era necesario irse, emigrar se convirtió en un asunto de vida, libertad o muerte.

Antes de profundizar en estas olas migratorias y en lo que creo que le ocurrirá a Venezuela con el regreso del Tren de Aragua al país, hay un recuerdo que siempre golpea mi mente y me hace preguntarme cómo los venezolanos no nos dimos cuenta de lo que se venía.

Con la vaguada de Vargas en 1999, varios países ofrecieron ayuda humanitaria a Venezuela. EE.UU. envió helicópteros Black Hawk, aviones C‑130, incluso un C‑5 Galaxy y un buque con ingenieros, ayuda y personal militar. Chávez aceptó la oferta inicialmente, pero luego rechazó el ingreso de la ayuda alegando «soberanía». Vargas nunca se recuperó de la tragedia, y ahí comenzó la mayor desgracia que Venezuela ha vivido en toda su historia.

Vamos a repasar la historia de Venezuela en los últimos 25 años, porque la historia parece estar condenada a repetirse.

Las olas migratorias de venezolanos hacia otros países comenzaron entre 1999 y 2003; de hecho, esa es —oficialmente— la primera ola. Hugo Chávez llegó al poder con una agenda socialista radical y, en medio de la inseguridad jurídica y la desconfianza en el nuevo modelo político, empresarios, académicos y profesionales comenzaron a emigrar a países como EE.UU., Panamá y Colombia.

La segunda ola migratoria se dio entre 2004 y 2012. El socialismo del siglo XXI se profundizó: se cerraron medios de comunicación, se expropiaron empresas, hubo una crisis eléctrica nacional, se criminalizó a la disidencia política y se concentró el poder. En esta etapa, la clase media, estudiantes, profesionales y jóvenes con estudios universitarios iniciaron su salida, principalmente hacia Chile, Argentina y Ecuador.

Estas dos primeras olas migratorias de venezolanos fueron causadas por Hugo Chávez, su sistema socialista y su condición de dictador comunista. Chávez usó su poder militar y político para despojar a los venezolanos de su propiedad y concentrar el poder. Tenía influencia tanto a nivel nacional como internacional.

Con su poder militar, Chávez usó las instituciones para perseguir a sus disidentes políticos más fuertes. Las primeras etapas de la represión chavista en Venezuela se enfocaron específicamente en los enemigos políticos y económicos de «la revolución». Al mismo tiempo, Chávez formó y financió a los famosos «colectivos», sus bandas civiles armadas para amedrentar al venezolano común.

Para dicha de los venezolanos, Chávez muere en 2012. Pero un personaje mucho peor secuestra el poder: Nicolás Maduro.

Nicolás Maduro no tiene ningún tipo de liderazgo ni influencia para sostenerse en el poder sin enfrentar oposición nacional e internacional. Por eso, su única herramienta ha sido la represión salvaje, la persecución masiva, el uso de la fuerza y la intimidación. Y es gracias a esto que comienza la tercera ola migratoria en Venezuela, entre 2013 y 2017.

Para Nicolás Maduro, mantenerse en el poder se convirtió en un asunto de «Patria o Muerte». Sin Chávez, Maduro no tiene más alternativa que comportarse como el típico tirano comunista: usa toda la fuerza política y militar del Estado para aterrorizar a todo lo que se le atraviese en el camino. Venezuela es, oficialmente, una dictadura y una mafia militar.

En esa tercera ola de migrantes venezolanos huyendo del país, familias completas, trabajadores, médicos, docentes y pequeños empresarios cruzan las fronteras hacia países como Colombia, Brasil y Perú.

La cuarta ola migratoria de venezolanos es clave para Maduro. Luego de la represión salvaje durante las protestas de 2017, Maduro impulsa la cuarta y quinta ola migratoria entre 2018 y 2022, aprovechando la crisis humanitaria para liberar criminales de las cárceles y enviarlos a otros países con el fin de desestabilizar la región.

El mundo comienza a ver noticias de venezolanos cometiendo crímenes en países como Perú, Chile, Colombia, e incluso en Estados Unidos, con la apertura de la frontera sur bajo la administración de Biden.

El fenómeno de criminales venezolanos migrando a otros países comenzó en la cuarta ola (2018–2020), cuando se intensificó la crisis y colapsó el sistema carcelario. Pero se consolidó en la quinta ola (2021–presente), con la migración masiva a través de pasos ilegales como el Darién y el avance de estructuras criminales transnacionales. Maduro esparció el socialismo en cada país que se lo permitió.

El Tren de Aragua comienza sus operaciones internacionales, y todos sabemos que son propiciadas y financiadas por Maduro y sus mafias en Venezuela. Pero todo esto fue posible gracias a las alianzas políticas del régimen venezolano con políticos en los países que empezaron a recibir a estas dos últimas olas migratorias venezolanas, incluida la administración Biden en EE.UU.

Internamente, luego de que Venezuela fuera considerada uno de los países más inseguros del mundo —con Caracas nombrada la ciudad más violenta del planeta en 2016—, se empieza a notar una disminución en los crímenes dentro del país. Los criminales dejaron Venezuela, emigrando a otros países con más recursos para cometer sus fechorías.

Si bien es cierto que muchas personas de bien dejaron Venezuela en estas dos últimas olas migratorias en busca de mejores condiciones, lamentablemente esas olas también sirvieron como ventana para la exportación de criminales del régimen a otros países. El Tren de Aragua se convirtió en una banda internacional, y sus operaciones comenzaron a llenar los titulares en el extranjero.

Y así llegamos a la actualidad.

Donald Trump llega con la intención de poner orden a la fiesta migratoria que se vivió durante cuatro años. Los criminales del Tren de Aragua que operaban en EE.UU. son detenidos y enviados a El Salvador.

Hoy, estos criminales fueron utilizados como moneda de intercambio para liberar a ciudadanos americanos que eran rehenes en Venezuela. Un avión con un grupo importante de ellos partió desde El Salvador con destino a Venezuela.

El Tren de Aragua, uno de los bastiones criminales más importantes del régimen de Maduro, está de vuelta en Venezuela. Esto solo puede significar una cosa: el reinicio del crimen organizado y la represión contra los ciudadanos, a manos de los famosos colectivos chavistas-maduristas. Se avecinan días oscuros para Venezuela.

¿Cómo usarán Maduro y Diosdado al Tren de Aragua en su regreso a Venezuela?

El Tren de Aragua no es solo una banda criminal: es una estructura transnacional con conexiones en narcotráfico, extorsión, trata de personas y corrupción institucional. El régimen no los va a encarcelar. Por el contrario, serán reincorporados a las redes de control interno.

Como toda mafia que recibe «favores», el Tren de Aragua solo puede operar si el chavismo-madurismo se lo permite. Es decir, están subordinados a Maduro y Diosdado.

Lo que vivirán los venezolanos dentro del país a partir de ahora será un aumento en las tasas de crímenes domésticos, con niveles de violencia sin precedentes. Estos criminales regresan a Venezuela con el resentimiento y el odio marchando a todo motor.

Diosdado y Maduro los tendrán «agarrados por la cola» para usarlos como instrumento de control e intimidación social, especialmente en momentos de agitación política como elecciones, protestas, etc.

Cierro con esto:

Los países no tienen fondo; siempre pueden estar peor. El régimen ya aterrorizó a los venezolanos en 2024 con la ola represiva posterior al 28 de julio, y la persecución política es cada día más intensa y sanguinaria. El Tren de Aragua regresa, simplemente, para empeorar aún más la situación. Venezuela volverá a vivir las tasas de crímenes y represión que vimos entre 2014 y 2017. Solo un “milagro” puede salvar a Venezuela.

Jose Miguel

Jose Miguel

Antes de conquistar el poder, debemos conquistar los medios, por eso fundé esta revista y no un movimiento estudiantil. Esta es mi cuenta de 𝕏 @jpgechele

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