«Valor» es aquello que nos lleva a actuar para obtenerlo y/o conservarlo. El concepto de «valor» no es un concepto primario, pues presupone una respuesta a la pregunta: ¿Valor para quién o para qué? Presupone la existencia de una entidad capaz de actuar para alcanzar una meta, frente a una alternativa. Donde no hay alternativas no pueden existir metas ni valores.
Un valor supremo es aquella meta o destino final para alcanzar el cual todas las metas inferiores son medios. Tal valor supremo determina el patrón de según el cual se evalúan las metas inferiores. La vida de un organismo es su «patrón de valor»; lo que ayuda a su vida es bueno, aquello que la amenaza es malo.
Ahora bien, ¿cómo descubre el ser humano el concepto de «valor»? ¿De qué manera comienza a darse cuenta de la cuestión de «bien o mal» en su forma más simple? Mediante las sensaciones físicas de placer y dolor. Así como las sensaciones son el primer paso en el desarrollo de una conciencia humana en el terreno del conocimiento, también lo son en el ámbito de la evaluación.
La sensación física de placer es una señal que indica que el organismo está siguiendo el curso de acción correcto. La sensación física de dolor es una señal de peligro; indica que el organismo está siguiendo el curso de acción errado.
La virtud del egoísmo – Ayn Rand.
Los valores son necesarios en la vida del hombre porque sirven de base al momento de establecer metas y tomar decisiones. Tus valores son individuales, representan tus intereses como individuo y jamás debes aceptar que los de un grupo sean establecidos por encima de los tuyos. Perseguirás tus valores, los alcanzarás y defenderás en la medida que te mantengas fiel a ellos, y cada acción que emprendas deberá apuntar a la conservación de los mismos.
Por: José Miguel | Foto: Roland Brunner