La reconstrucción de la izquierda latinoamericana con posterioridad a la caída del muro de Berlín ha tenido elementos parecidos de los cuales se puede hacer un ejercicio categorizante de este proceso. Este se puede resumir en una palabra: Populismo.
El Populismo surge del concepto de la Voluntad General planteado por Rousseau, que en otras palabras señala que, la voluntad del “Pueblo” (abstracción del conjunto de individuos de una nación) tendría certeza sobre el rumbo a seguir como grupo, la cual se expresa a partir de los diferentes mecanismos institucionales que existen en un espacio de tiempo determinado. El Populismo toma esta idea, y señala que la democracia representativa como modelo político institucional estaría agotado, puesto que las diferentes trabas institucionales que pretenden asegurar una sana discusión de los diferentes temas referentes a la cosa pública, estarían destinadas a hacer oídos sordos de la Voluntad General. En otras palabras, la Democracia Representativa sería un obstáculo a la materialización de la voluntad colectiva.
Es por ello que los populistas se saltan los espacios institucionales con el fin de conversar directamente con “el pueblo” (grupo clientelar del cual el populista obtiene los votos). Esta conversación se traduce en promesas de dádivas a cambio de votos. En la medida que el populista asciende al poder, este regala a su grupo clientelar lo prometido, regalos financiados por el erario público. Por tanto, el político populista promete, con el fin de aumentar su red clientelar y con ello mantener contento a futuros votantes que lo perpetuarán en el poder.
Este sistema es dañino para la democracia, puesto que el Estado no crea riqueza, sino que distribuye lo obtenido mediante los impuestos, y estos deben estar destinados a financiar los gastos naturales del Estado. En la medida que los impuestos se destinan a financiar grupos de interés, el objetivo de los impuestos se pierde, y por tanto, el Estado se transforma en una herramienta de dominación hacia aquellos que contribuyen con sus impuestos y financian las regalías que prometió el político en su campaña.
Ejemplo de ello hay en toda Latinoamérica, y es por ello que si queremos una sociedad en que la política sirva a todos sus habitantes y piense en el bienestar general de la nación, debemos desterrar a los populistas de la política.
Por: Jorge Sáez Donoso | Foto: ubicatv.com