El titular de este artículo es una pregunta genuina que me viene de las más recientes conversaciones sobre la crisis venezolana que he tenido con la gente, entre ellas una charla de hace un par de semanas que sostuve en la Plaza Francia de Altamira con un grupo de amigos, la cual estuvo bastante airada y en la que hasta me llamaron “estúpido” por decir que la culpa de la escasez no es de los “bachaqueros” sino de las políticas económicas del gobierno, concretamente: de los controles de precios.
El punto es muy sencillo: la imposición de precios máximos genera un desinterés en el empresario hacia mantener su producción andando, porque ya este no puede sacarle a lo que oferta el margen de ganancia que quiere, sino lo que el Estado le dice qué debe ganar; además, justo en el momento en que se coloca el control, el Estado le envía la señal a la población de que debe comprar mucho más ―en su momento, a los voceros del chavismo les dio por llamar a esto “compras nerviosas”, como si la gente fuera la culpable y no ellos mismos y sus decisiones―.
¿Qué sucede en un escenario así?
Pues que los poderosos se ven obligados a establecer racionamientos, es decir, igualar la cantidad de productos a la que tienen derecho los ciudadanos: en Cuba lo hicieron con una cartilla de papel y aquí lo hicieron con un capta-huellas. Métodos diferentes, mismos resultados…
He aquí donde entra la figura del Bachaquero (especulador), que aparece porque ve un beneficio en una actividad que ahora -por decisión coactiva del Estado- puede realizarse única y exclusivamente al margen de la ley: vender productos escasos sin respetar los parámetros del racionamiento impuestos como consecuencia de una errada política de controles. Parece algo muy genérico, pero es así. Y es que esto del Bachaquerismo (especulación) no es exclusivo de Venezuela, no es algo que tenga que ver con nuestro “problema cultural” o nuestra “viveza criolla”, es simplemente la consecuencia de una acción absurda del Estado que bien podría pasar en cualquier otro lugar del mundo donde se impongan controles de precios.
Ahora, como a mí nadie me cree por ser un joven e imberbe liberal, dejaré el siguiente video que contiene una explicación más detallada del proceso al que brevemente me he referido, a cargo del economista español, el Dr. Jesús Huerta de Soto:
Aunque una voz interior diga a las personas lo contrario, parece que estas encuentran cierto morbo en echarse la culpa a sí mismas de lo que sucede, en entender como pecado mortal ese proceso natural de encontrar rentabilidad en una actividad determinada y sacarle provecho emprendiendo. Por eso la gente ve tan mal al bachaquero, porque es una persona que se aprovecha de una determinada situación para obtener ingresos, porque no es una persona altruista, no se sacrifica.
En tal sentido, el punto esencial está en que al ser el beneficio el motor principal de la creatividad empresarial ―que es lo que en última instancia solucionaría la escasez―, la única solución al problema sería eliminar los controles y que los precios vuelvan a ser fijados por el mercado como lo era antes. Indiferentemente de lo que el bachaquerismo pueda implicar moralmente, perseguir al especulador es una pérdida de tiempo y de dinero.
Por Nixon Piñango.