Con gran facilidad, muchas personas suelen prejuzgar negativamente a quienes nos presentamos como “ateos”. No necesitamos decir nada más para que nos tilden de demonios, de amenaza, de peligrosos y hasta perversos. En lo personal, esto nunca me ha molestado ni mucho menos me hace cuestionar si es que acaso soy yo quien está equivocado, todo lo contrario: me hace más ateo aún. ¿Por qué?
Nada más basta hacer un poco de historia para encontrar las barbaridades que la religión ha cometido a través de la iglesia y en nombre de supuestos dioses. Hoy día nos sorprendemos porque sistemas como el comunismo, el socialismo o el nazismo han perseguido, encarcelado, torturado y asesinado a disidentes, pero es que la iglesia tiene mucha experiencia en esto y no dudo que sea justamente de ahí de donde se han copiado estos modelos colectivistas. ¿Qué no crees en Dios? La iglesia encarceló, torturó y quemó vivos a miles de valientes que se atrevieron a cuestionar esta absurda idea. ¿Podemos ser los ateos más perversos que eso? No lo creo.
Para los que están pensando que en el caso de la religión “eso es pasado”, hablaré del presente y me referiré a Latinoamérica. Por estos lares podríamos decir que “el partido” que manda es el catolicismo, cuyo funcionario más importante es el Papa Francisco. Y no es casualidad, pues fue puesto en el cargo de forma premeditada para –a través de ideas religiosas y en el nombre de “Dios”- posicionar al socialismo entre los latinoamericanos, usando a una figura “de la zona”, a un argentino, y aprovechando el auge de este modelo en una región que se ahoga en la miseria gracias a esas ideas.
¿Por decir esto soy un hereje? Desde sus primeras palabras –o como dicen ellos, “exhortación apostólica”- el Papa Francisco quedó en evidencia al descargar –al estilo comunista- contra el capitalismo. Es su “Alegría del Evangelio” acusó de todas las tristezas de la humanidad al libre mercado, al sistema de libertad individual que ha traído progreso y desarrollo a sociedades enteras y que ha reducido la pobreza a lo largo de los siglos gracias a sus inventos y a pesar de la intervención de sus enemigos. En una declaración pública sus palabras fueron:
“El capitalismo salvaje ha enseñado la lógica del beneficio a toda costa, del dar para obtener, de la explotación sin mirar a la persona. Y los resultados los vemos en la crisis que estamos viviendo.”
En estas simples líneas, el Papa Francisco hace uso de un método político tradicional: descalifica a tu enemigo. ¿Qué diferencia tienen hoy día que estas palabras sean pronunciadas por un funcionario con sotana, o uno que usa un traje Hugo Boss –ambos pagados con el dinero de los contribuyentes? Estos mismos discursos los escuchamos en Venezuela, Cuba, Argentina y pare de contar. Solo cambiemos “capitalismo salvaje” por “burguesía parasitaria”, “beneficio a toda costa” por “bachaqueo y acaparamiento” o “crisis que estamos viviendo” por “guerra económica” y concluye por ti mismo si ves alguna diferencia.
Así como los políticos apelan a la descalificación como argumento, el “Papa de algunos” hace lo mismo amparado en el poder que le da su posición privilegiada en el Vaticano; y no lo ha hecho una sola vez sino incontables veces. En esta declaración dijo que “vivimos bajo un sistema que idolatra a un dios llamado dinero”; y ya sabemos que quienes dicen aborrecer y culpar de todos los males al dinero, lo hacen porque lo han obtenido de manera deshonesta. En esta otra acusó al capitalismo de ser “una nueva tiranía invisible”. En definitiva: más que hablar de Dios, la biblia o la vida después de la muerte, este señor se ha encargado de hacerle el favor a los populistas de izquierda, especialmente en latinoamérica.
¿Por qué el Papa Francisco me hace más ateo y más capitalista?
Porque así como me parece absurdo encarcelar, torturar, quemar y asesinar “en el nombre de Dios”, del “Führer”, del “Comandante Supremo” o cualquier etiqueta creativa que se les ocurra, llegar a la cúspide de la iglesia católica para hablar no del diablo sino del capitalismo, no es más que hacer favores políticos. Favores a quienes persiguen, encarcelan, torturan y asesinan a los que defendemos la libertad y la propiedad privada, que no nos comemos el cuento del bien común, el sacrificio, la igualdad ni la intervención del Estado que tantas desgracias han traído a una Latinoamérica que –con todo el potencial para ser desarrollada- hoy día es pobreza y muerte gracias al socialismo.
Soy venezolano y veo como hoy día los socialistas del oficialismo y “la oposición” se pelean para recibir la atención de este comunista con sotana. Maduro quería ir a recibir su beso en la frente, mientras que Capriles le escribió una carta pidiéndole “su intervención para ayudar a los venezolanos a conseguir el camino del diálogo”. Ahora resulta que jóvenes suicidas se plantan en las iglesias del país, haciendo una huelga de hambre con la esperanza de que –quienes los quieren muertos- suelten a los presos políticos y “el Papa se pronuncie”.
¿Cómo nos puede ayudar a Venezuela, quien acusa de “tiranía invisible” a la única solución que tenemos para salir de la crisis? ¿Qué cosa buena puede aportar un político de izquierda, disfrazado de emisario de Dios? Si bien no necesito que el Papa Francisco me haga más a ateo y libertario porque con mucho orgullo lo soy, sus palabras me recuerdan que los enemigos de la libertad están en todas partes, lo que me obliga a estar más alerta porque no quiero que triunfen los malos.
Por: José Miguel | Foto: huffingtonpost.com