Los venezolanos estamos sufriendo en carne propia la inobservancia, en su momento, de las enseñanzas de la historia reciente: el modelo económico socialista dirige a una nación a la crisis económica, la cual se manifiesta en graves niveles de escasez de bienes y servicios, junto a largas colas a las afueras de los supermercados y demás establecimientos. Adicionalmente, incentiva la formación de mafias allegadas a los círculos de poder que se aprovechan de los sistemas de controles para enriquecerse a costa del resto de la ciudadanía que se sumerge cada vez más en la pobreza.
Para mayor preocupación de los venezolanos, se vislumbra que esta crisis se profundice aún más en los próximos meses, debido a la abismal caída de los precios internacionales del petróleo y al fracaso de las políticas de la OPEP para garantizar un precio alto a través de recortes de la producción. El desarrollo de nuevas tecnologías y su implementación en los EEUU en la época de los altos precios – como la extracción de petróleo de esquistos – demostró ser un vehículo de progreso que ningún cartel internacional pudo prevenir, si bien ahora la caída de los precios los pondrán a prueba.
Ante esta realidad, el régimen socialista demostró una vez más su incapacidad para controlar los efectos que causan sus propias medidas. Ante el fracaso de todos sus intentos por vigilar, regular y controlar todas los factores de la dinámica del sector económico (precios, salarios, régimen cambiario, entre otros); la cúpula gobernante decidió emprender una gira para pedir créditos y endeudar aún más a la nación, comprometiendo funestamente a las generaciones futuras y promoviendo la continuación del circo rentista sin afrontar sus consecuencias.
No conforme con ello, ahora surge un sector dentro del chavismo que pide que se decrete un Estado de Excepción Económico para impedir un estallido social. Este tipo de aberraciones absolutistas, escudadas en la narrativa mágica de la guerra económica, no serían otra cosa sino la imposición definitiva, radical y coercitiva de un sistema comunista – totalitario por antonomasia – para coartar la libertad de los ciudadanos y garantizar la permanencia en el poder de la cúpula gobernante.
Ante este escenario, nos toca a los venezolanos actuar de forma coherente y responsable, para señalar al régimen y a sus políticas como los verdaderos culpables de este desastre y abogar por una transición política que renueve los poderes públicos actualmente secuestrados y tome las medidas necesarias de apertura económica que los socialistas han demostrado – una y otra vez – que no están dispuesto a tomar por miedo a ceder espacios de poder y comprometer el “legado de Chávez”. La urgencia de estas acciones es vital, si realmente se quiere preservar la paz y la libertad en esta etapa dura y compleja que la historia nos presenta a los venezolanos.
Seamos dignos de este reto histórico.
Por: Nelson Carreras | Foto: elimpulso.com
