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Mitos Tercermundistas Sobre La Vida En El Primer Mundo

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Aquellos que hemos tenido la oportunidad de viajar al extranjero, en mi caso de Venezuela, cosa que quizás no volveremos a hacer a menos que derroquemos al régimen comunista del PSUV, podemos dar fe de las grandes diferencias que existen entre la forma en la que viven otras sociedades y la nuestra. Por supuesto, esto depende del país que hayamos visitado

Cuando volvemos y conversamos sobre nuestras experiencias, tratando de marcar las diferencias entre la vida en países del Primer Mundo y los del Tercer Mundo, no tardan en surgir ciertos mitos que estoy seguro, más de uno ha escuchado o pronunciado.


La vida en el Primer Mundo es muy autómata

En estas sociedades, el respeto por el tiempo y la disciplina en la ejecución de sus actividades parecen ser excesivamente rutinarias. Quienes estamos acostumbrados al desastre común del Tercer Mundo nos sorprendemos fácilmente al ver el casi computarizado orden de estas sociedades. Para ellos, las 8:00 am no significa llegar a las 8:30 am como para los tercermundistas. Cada minuto cuenta; cuidan de su tiempo, cuidan su entorno y son ordenados hasta con la basura.

Es evidente que para nosotros, pensar en esa vida tan robotizada no es fácil porque nos encanta el perrocalentero en la mitad de la calle con cinco mesas plásticas y el piso lleno de papas fritas, o poder atravesar cualquier semáforo en rojo porque nos da igual si atropellamos a alguien. ¿Pero acaso esconder todos los días el celular en curiosas partes de nuestro cuerpo al caminar en espacios públicos, no es una vida autómata? ¿No saber si el dinero alcanzará hasta el fin de mes no es una vida autómata? Y pare de contar ejemplos. Entre esas dos vidas “autómatas” ¿Cuál prefieres?


Allá se cumple la ley, lo que el gobierno dice la gente lo tiene que hacer

Afirmar esto es una muestra de completa ignorancia. Los ciudadanos de países del primer mundo han aprendido poco a poco cuáles son sus verdaderos derechos y se ocupan de que el gobierno no los irrespete. Hacen valer estos derechos civiles a través de instituciones independientes y respaldados por constituciones con principios fundamentados en la igualdad ante la ley para garantizar los derechos individuales.

Mientras tanto, en el Tercer Mundo seguimos confiando en instituciones cada vez más corruptas. Aplaudimos sus discursos sobre los Derechos Humanos pero puedo apostar que quien lee este texto no sabe cuántos son, y si sabe la cantidad, no los puede recordar. Es en el Tercer Mundo donde la gente hace lo que el gobierno dice porque le hemos dado tanto poder, que nos hicieron dependientes de ellos. ¿Eso no es esclavitud? Como dicen, «si no es, se parece igualito».


La salud y la educación allá son privadas, aquí son gratis

Gratis no, pagamos una partecita con impuestos y se subsidia lo demás con lo que sea que se les ocurra robar a los gobernantes. La gran diferencia entre el Primer Mundo y nosotros con respecto a educación y salud es que a ellos les cuesta, por eso la valoran y le sacan provecho. ¿Te has dado cuenta que los libros que usamos hasta en la universidad fueron redactados en esos países? También las medicinas, las máquinas para hospitales y hasta los mejores médicos son del Primer Mundo.

Y no es una casualidad, la realidad es que se lo han ganado porque han tenido que trabajar duro para conseguir lo que quieren. ¿Crees que todas esas becas gubernamentales, casas regaladas, comida subsidiada y hasta los sueldos por no trabajar permitirán a una sociedad desarrollarse? Responder que sí, es ser pobres de pensamiento.


El gobierno de allá sí es socialista; interviene y ayuda porque es su función

¿Te has percatado que en los países más desarrollados, el gobierno es casi minúsculo? Sí, estas sociedades han comprendido que mientras más limitado sea un gobierno, más libres son los ciudadanos para crecer y desarrollarse por sus propios medios. Sus prácticas son pro-capitalistas; ellos no creen que el gobierno deba solucionar sus problemas, al contrario, creen que el gobierno es la causa de sus mayores problemas.

En cambio aquí, hay una especie de adicción y alienación que nos sumerge en un mar de dependencia del gobierno. Queremos que produzca, que establezca precios, que determine sueldos, que brinde salud, seguridad, vivienda, comida, educación, vacaciones, ocio y hasta que pague por nuestros vicios. ¿Crees que alguien puede y quiere velar por los intereses de todos? Ni siquiera un «Todopoderoso» Dios querría hacerlo. Mientras más pequeño sea el gobierno, más grandes serán los ciudadanos.

Estos mitos son los típicos argumentos tercermundistas sobre la vida en los países del Primer Mundo, el consuelo de la ignorancia. ¿Entendemos de una vez por todas lo que ellos están haciendo bien, o esperamos a que los gobiernos socialistas nos sigan humillando?

 

Por: José Miguel  |  Foto: Alejandro Sosa Briceño

Jose Miguel

Jose Miguel

Antes de conquistar el poder, debemos conquistar los medios, por eso fundé esta revista y no un movimiento estudiantil. Esta es mi cuenta de Twitter @JP7___

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