Antes de profundizar en el verdadero objeto de esta “carta abierta a Luis Chataing”, haré una pequeña introducción para explicar cómo llegué hasta aquí. Sinceramente no recuerdo cuándo fue la primera vez que vi a Luis Chataing, creería que cuando él trabaja con Érika de La Vega. Lo que sí recuerdo fue que en esa oportunidad pensé que era tan malo como el Conde del Guacharo. Pero todo cambió cuando inició su programa Chataing TV.

Fue justo en esta oportunidad cuando reconocí su talento y habilidad para hacer reír. Sarcástico, creativo y con una excelente puntería para tocar las sensibilidades de muchos, especialmente a los funcionarios chavistas y a esos artistas que hoy llenan sus bolsillos gracias a discursos jalabolas. Pero ese no es el talento más fuerte que tiene Luis Chataing. Su fortaleza está en su poder para influir en otros, en sus fans. ¿Cómo comprobarlo?

Si solo nos guiamos por sus redes sociales, cuando Chataing TV estaba al aire por Televen, todas las noches sus locuras se convertían en tendencia de twitter al menos en Venezuela. Además, su cuenta @LuisChataing tiene más de 3 millones de seguidores, 1 millón más que @NicolasMaduro. Quién no ha escuchado a un familiar, amigo, vecino o desconocido decir algo como ¿vieron lo que dijo Chataing? Pero el argumento más contundente fue cuando estos comunistas que hoy tienen secuestrado el poder, presionaron a Televen para que lo sacara del canal por este impecable video que burlaba el cinismo con el cual la dictadura acusaba a otras figuras públicas de un supuesto plan de magnicidio.

Ahora sí, puedo profundizar en el objeto de esta carta. Dicen que “todo gran poder acarrea una gran responsabilidad” y Luis Chataing tiene uno que en lo personal considero, está malgastando. A pesar de los atropellos en su contra por parte del régimen, se ha limitado a decir que le coartaron su derecho al trabajo pero ha sabido sacar provecho de ello, pues sus chistes suelen ser sobre la situación del país y su gira “Por todos los medios” no tiene ya nada que ver con la realidad, porque en la televisión ya no está.

Pero ¿por qué digo que Luis Chataing está malgastando su poder? Y aquí quiero dejar claro que, aunque soy defensor del individualismo, hablaré en los mismos términos de quienes no lo son.

Los artistas tienen este tonto mito que los condiciona a no combinar su trabajo con la política mientras que la política le cierra sus programas. Sin embargo, Chataing en ciertas ocasiones se ha referido a la situación del país, incluso dijo sentir vergüenza del silencio de la televisión venezolana. Pero si con esto insinuó el compromiso y el esfuerzo que deberían hacer los canales nacionales por Venezuela sin reflexionar sobre sus propias palabras, se lo pregunto yo: ¿Qué clase de esfuerzo es un chiste? O más claro aún ¿Qué clase de esfuerzo es decir al día siguiente del cierre de Chataing TV, “es hora de aceptar propuestas en el extranjero”?

Reclamarle a otros y no predicar con el ejemplo podría ser considerado doble moral. Si en realidad el propósito de su vida es su trabajo, tal como debe ser, pero cree que por Venezuela se debería hacer más ¿Por qué exigirles y esperar que sean otros los que actúen?

No soy Luis Chataing y tampoco quisiera serlo, pero si tuviese su poder lo usaría aún más en mi beneficio y fijar posición contra una dictadura que viola mis derechos es precisamente pensar en mí. Más aún cuando han usado sus corruptos métodos para ponerme cuesta arriba el trabajo por capricho y me han cerrado las puertas que solo el mercado debería cerrar.

Suelo comparar a Luis Chataing con Renny Ottolina, por la influencia que han tenido en los medios de comunicación, marcando las distancias y los tiempos. Para suerte de quienes conocieron en vida a Renny Ottolina, este era de corriente liberal y supo usar su poder en 1978, aunque eso le terminó costando la vida. ¿De qué corriente es Luis Chataing? Parece querer demostrar que de ninguna; lo que sí está claro es que solo es otro artista más.

Espero que Luis Chataing entienda que esto es un espaldarazo; que el mensaje detrás de esta carta no lleva más que las ganas de querer entusiasmarlo para que dé un paso más, y que sus fanáticos dejen de esperar de él solo chistes y burlas sobre ellos mismos, porque al final, si él se va, ¿De qué habrá servido tanta risa si lo que queda es llorar?

Por: José Miguel  |  Foto: Luis Chataing