No nos dejemos distraer por el show del momento: la pelea entre Elon Musk y Donald Trump. Algunos creen que no es real, otros lo dan por sentado, pero lo importante de toda esta discusión es lo que está pasando en términos económicos y lo que eso significa para nuestras vidas y bolsillos.
Los gobiernos son expertos en distraer a la gente de los verdaderos problemas, y la aprobación de la famosa Big Beautiful Bill de Donald Trump debería ser en lo que cada uno de nosotros mantenga sus ojos puestos.
Vamos a recapitular:
Para poder mejorar los Indicadores Main Street —producto interno bruto, gasto del consumidor, empleo, inflación, mercado inmobiliario, entre otros—, Estados Unidos debe enfocarse en reducir el malgasto público, ya que este es el principal causante de los problemas económicos que enfrenta actualmente la economía.
La creación de DOGE tiene todo el sentido del mundo, pues su objetivo es reducir el gasto público de forma rápida y eficiente. Sin una reducción efectiva del gasto, ninguna de las otras propuestas tendría sentido.
Elon Musk está en el sector privado, y en este sector debes moverte rápido o pierdes. Acostumbrado a esa dinámica, ha criticado lo lento que se mueven las cosas en Washington D.C. y el hecho de que todos los recortes de gasto —que ya deberían haberse ejecutado— siguen pendientes.
Por su parte, Trump —por muy empresario que sea— ya es oficialmente un político. Su trabajo consiste en negociar lo que quiere lograr, en medio de lobos, tiburones y dinosaurios políticos. La famosa Big Beautiful Bill incluye los recortes de impuestos que tanto desea y ha prometido, pero en política es imposible que un bando gane sin que el otro reciba su parte del pastel. En Washington D.C., tanto los políticos demócratas como los republicanos son fieles defensores del gasto público.
En política, las cosas funcionan así: una cosa por otra. No se puede tener todo; hay que estar dispuestos a negociar o el juego se tranca, especialmente en un aparato tan monstruoso y complejo como el de Washington D.C., la principal potencia del mundo.
Pero eso no significa que los ciudadanos deban limitarse a aplaudir las migajas. Y eso es precisamente lo que Elon Musk no está dispuesto a hacer: aplaudir las migajas. Inmediatamente hizo público su rechazo a la Big Beautiful Bill y, desde entonces, el “bromance” entre él y Trump se ha convertido en una auténtica novela mexicana.
Trump prometió una reducción del tamaño del gobierno, y los estadounidenses votaron por eso. Prometió hacer la vida de los ciudadanos más fácil en términos económicos, y votaron por eso. Prometió recortar el gasto y los impuestos, y la gente votó por eso. Es en base a esas promesas que debe juzgarse su presidencia, no por discusiones en X ni por si algunos están emocionalmente sensibles por sus políticas migratorias.
Es muy temprano para decir si la economía está bien o mal gracias a las políticas de Trump. Los principales Indicadores Main Street lo favorecen —eso hay que reconocerlo—, pero las políticas económicas no se miden en meses buenos o malos, sino en años y décadas. Y recortar impuestos por 3.8 billones de dólares en el corto plazo, mientras se aumenta la deuda pública entre 3.1 y 5 billones en el largo plazo, es más de lo mismo que haría cualquier político de pacotilla. Es ahí donde hay que tener los ojos puestos.
Cierro con esto: