Hagamos un ejercicio de visualización: una escena en la que una persona mantiene a otra amarrada del espaldar de una cama, le da nalgadas o azotes en su piel desnuda con algún objeto firme y la segunda, entre gemidos de placer, le exige a la primera que no pare, que la siga golpeando, y si es cada vez más fuerte, mejor. A muchos les sorprendería si les digo que la actual relación entre los empresarios y los gobiernos es exactamente así, uno es el dominador y el otro el sumiso, pero lo más importante de todo es que ambos se sienten a gusto cumpliendo sus respectivos roles.
¿A qué me refiero con esto?: Las políticas económicas (todas) sólo afectan a los empresarios y a los trabajadores; en primera instancia a los empresarios porque tienen que ajustarse obligatoriamente a ellas, y en segunda instancia a los trabajadores porque, a consecuencia de esos ajustes, sus sueldos se reducen o son despedidos. Las políticas económicas tienen tal repercusión sobre la actividad empresarial que sin ningún problema pudieran ser compradas con el azote de un látigo; por eso el Estado siempre es el dominador, el opresor, el que coacciona…
Pero cuando los empresarios van al palacio de gobierno a reunirse con el presidente, se toman unos whiskicitos con él y tienen una amena charla sobre lobbies, monopolios, etc., es que uno visualiza la otra cara de la metáfora: aquella persona sumisa que gime de placer cuando la azotan. La gente tiene la falsa idea de que a los empresarios les gusta el libre mercado, y no es así; lo que realmente les gusta es estar cerca del gobierno, para hacerse con privilegios, aunque luego éste les confisque la riqueza que hayan creado.
Recientemente, vimos a Donald Trump, el famoso magnate de bienes raíces, lanzar su candidatura para representar al Partido Republicano en las próximas elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América. ¿Qué más prueba que eso para lo que estoy diciendo? Pero no hay necesidad de irnos tan lejos. Aquí mismo tenemos buenos ejemplos: ¿Recuerdan la famosa “Conferencia nacional por la paz” que se hizo en Miraflores en febrero del 2014, que se transmitió por cadena de radio y televisión y contó con la participación de gente “súper neoliberal” como Lorenzo Mendoza (presidente de Empresas Polar) y las directivas de FEDECAMARAS y FEDEINDUSTRIA? Allí, “el híper defensor del ultra-capitalismo”, Lorenzo Mendoza, le exigió al gobierno eficiencia en la asignación de divisas (en lugar de pedir la derogación del control de cambio) y convocar al sector privado para hacer labores conjuntas (en lugar de exigir la no intromisión del Estado en la economía). ¡Mamarro d’ oda al mercantilismo bolivariano, puejm!
Si se supone que es a los empresarios a quienes más les fastidia hacer sus carpeticas para mendigar los dólares en CENCOEX, ¿por qué no hacen una campaña frontal y encarnizada en contra del control de cambio en lugar de pedir más eficiencia en la asignación de divisas? Si se supone que es a los empresarios a quienes más les fastidia que el gobierno les diga a cuánto vender sus productos, ¿por qué no hacen una campaña frontal y encarnizada en contra del control de precios en lugar de exigir que les vendan las materias primas a precios justos?
En lo personal, no conozco empresarios que comulguen con las ideas de la libertad (por supuesto, algún que otro renegado habrá por allí). Inclusive, muchos de los que he tratado lo que buscan es “relacionarse” con diputados y ministros a ver si se encaraman en una “vaina buena” o en un guiso rojo. Y no sólo hablo de grandes empresarios que eventualmente pudieran controlar extensos mercados con el apoyo del gobierno; también hablo de pequeños burgueses, dueños de abastos y bodegas, que aspiran furular en una comuna o en una cooperativa gobiernista para recibir financiamiento de las arcas públicas.
Por eso los liberales estamos solos en esta lucha anti-sistema, porque mientras buscamos el bien de empresarios (y trabajadores), ellos quieren vestir prendas de cuero y ser inmovilizados con sogas o esposas para luego ser sodomizados por el Estado al tiempo que reciben sus latigazos e improperios.
Por: Nixon Piñango | Foto: kienyke.com