Cuando un «deseo», sea cual fuere su naturaleza o su causa, se toma como principio ético, y la gratificación de todos y cada uno de los deseos, como una meta ética, (tal como «la mayor felicidad para la mayor cantidad»), los hombres no tienen más elección que odiar, temer y luchar los unos contra los otros, ya que sus deseos y sus intereses necesariamente chocarán.
El canibalismo moral de todas las doctrinas hedonistas y altruistas reside en la premisa de que la felicidad del hombre necesariamente requiere que otro sea perjudicado.
La ética objetivista defiende y apoya orgullosamente el egoísmo racional, a saber: los valores requeridos para la supervivencia del hombre como hombre, o sea, los valores necesarios para la supervivencia humana.
La ética objetivista sostiene que el bien humano no requiere sacrificios humanos, y no puede lograrse inmolando a unos en beneficio de otros. Sostiene que los intereses racionales de los hombres no chocan, que no hay conflicto de intereses entre hombres que no desean lo que no han ganado, que no hacen sacrificios ni los aceptan, y que trantan entre sí como comerciantes, entregando un valor por cada valor recibido.
La virtud del egoísmo – Ayn Rand
Cuando los intereses de «todos» están por encima de los intereses de cada uno, los individuos tiene prohibida la felicidad. Pretender colocar en una olla «los deseos de todos» necesariamente requerirá que uno o un grupo deba filtrar y hacer una elecciones de cuáles y cuántos de esos deseos son «elegibles» para el «bienestar común».
En una sociedad donde los intereses colectivos son sobrepuestos a los intereses individuales, el hombre tiene la infelicidad garantizada.
El propósito individual más noble, ético y moral que existe es: la búsqueda de la propia felicidad. Esto solo puede ser alcanzado cuando cada uno decide individualmente cuáles metas personales alcanzar y trabaja por ello; sin ser lanzando a una paila en la cual sus intereses entrarán en una suerte de lotería y pasará toda su vida esperando que aquello que le interesa sea «elegible por todos».
Por: José Miguel | Foto: Dirk Kirchner