Vivimos una situación de crisis, que es lo mismo que vivir una situación socialista. En Venezuela esto se ha traducido en la inversión de valores y en la construcción de una muralla para la libertad, para los derechos individuales y para la razón donde conviven entre sí diferentes éticas terribles que suprimen a los ciudadanos al más voraz de los colectivismos los cuales son:
La ética del saqueo
Donde la visión está en el robo, el despojo de las pertenencias y la violación de los derechos individuales. Y la verdad es que Venezuela ha adquirido esta ética siguiendo el ejemplo de los saqueadores que están en el gobierno, atentos a toda oportunidad para enriquecerse ilícitamente. La proyección de esta ética se ve en los índices de inseguridad que el año pasado nos convirtió en el segundo país con más homicidios en el mundo.
La ética de la estampida
Donde los venezolanos, la mayoría jóvenes, ven que su futuro es inexistente en un país donde es imposible crear una vida por el alto precio que la inflación nos impone, o también los adultos que se ven obligados a irse del país y sacar a su familia por la inseguridad reflejada en extorsiones o secuestros.
La ética de los esclavos
Donde los ciudadanos son tratados como animales y obligados a hacer colas como consecuencia a la escasez y la destrucción del aparato productivo; donde el Estado Venezolano, el peor y más cruel latifundista que hemos vivido, se apropió casi completamente de la economía y trata a los ciudadanos como si estuviesen a su servicio, siendo el límite de su felicidad y proveedor de su subsistencia.
La ética de la necrofilia
Donde a través de un constructivismo de país socialista hemos enaltecido hasta la divinidad a un ser ya fallecido y por el cual sus defensores ahora en el poder le exigen a los ciudadanos que se “sacrifiquen” o se “resteen” pasando hambre, miseria y muerte por mantenerlos a ellos en el poder en un acto absolutamente inmoral.
Los ciudadanos venezolanos, esa Venezuela decente, que cree en la libertad, esa Venezuela que es emprendedora y luchadora es hoy el Atlas de Latinoamérica. Un Atlas que permanece sosteniendo la partida de políticos que representan el caos, la extinción de la democracia, la muerte de la libertad y el fin de la razón. El Atlas debe insurgir y trascender.
“No considere a los colectivistas como 'idealistas sinceros pero engañados'. La propuesta de esclavizar a algunos hombres por el bien de otros no es un ideal; la brutalidad no es 'idealista', no importa cuál sea su propósito. Nunca diga que el deseo de 'hacer bien' por la fuerza es un buen motivo. Ni la impetuosidad ni la estupidez son buenos motivos” - Ayn Rand.
Por: Anderson Riverol | Foto: Bernardo Londoy