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La Buena Voluntad Vs La Imposición, ¿Cuál Funciona Mejor?

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A primera vista suele renegarse y desconfiar sobre la buena voluntad de las personas, incluso, ha llegado a afirmarse que el ser humano es perverso por naturaleza. Muchas personas actualmente repiten esta afirmación, y en términos de opinión pública, cuando algo se repite muchas veces las personas terminan considerándolo “cierto”. Vemos a muchos decir que “no podemos esperar nada bueno de otros si apelamos a su buena voluntad”, es decir, si esperamos que decidan ser “santas palomas” por elección propia; lo que ha llevado a la sociedad a creer que la única forma de que una persona ejecute una acción bien intencionada –como la caridad o la filantropía- es: por imposición.

La religión y el gobierno -las dos instituciones más poderosas del mundo- se han inventado sus métodos para “apelar” a la buena voluntad de las personas basándose en esta premisa. La iglesia lo ha hecho a través de la figura del pecado, intimidando a los individuos con el cuento de la imposibilidad del perdón si no piensas en el prójimo, con lo cual terminarás en el infierno. Por su parte, los gobiernos lo han hecho más terrenal a través de los impuestos, bajo la amenaza de que si no los pagas, terminarás en la cárcel; en el infierno terrenal. Y nosotros, ¿Les seguiremos dando la razón mientras nos amenazan y azotan?

Quebrando el mito

Para empezar a demostrar que la buena voluntad siempre funciona mejor que la imposición, es necesario que cuando hablemos del tema lo hagamos por nosotros mismos y no en nombre de todos. Que antes de generalizar con la afirmación de que “las personas no pueden ser buenas por voluntad propia”, digamos si nosotros podríamos serlo o no y qué condiciones serían necesarias para cada caso. Con ese simple acto, nos empoderamos en una decisión que más que colectiva, es netamente individual, porque no existe tal cosa como “la voluntad colectiva”.

Pero profundizando más en hechos concretos, existen muchos ejemplos que demuestran que la buena voluntad supera con creces a la imposición. Piense por ejemplo en el indigente que está pidiendo dinero en la calle o en un semáforo. Si usted presta atención detallada a este hecho notará, que quienes van en su carro, bajan el vidrio voluntariamente y dan la cantidad que ellos decidieron sin ninguna interferencia ajena. ¿Por qué el indigente no va a la iglesia o a una institución gubernamental a pedir la ayuda? Porque consciente o inconscientemente, cree en la buena voluntad individual y ha comprobado que le va mucho mejor si apela a ella.

Lo mismo pasa con quienes cuidan carros en espacios públicos. Mientras que en un estacionamiento se cancela solo la cuota que está preestablecida, cuando debe hacerlo voluntariamente usted se responde a sí mismo en un instante, cuánto vale el trabajo de esa persona para usted y si lo merece o no. Nuevamente, preste atención diariamente a este caso y descubrirá que las personas dan más dinero cuando eligen ellas mismas el monto en lugar de cuando se lo imponen.

¿Ejemplos a gran escala?

Popularmente se dice que los ricos -esos que se han ganado el dinero honestamente- son tacaños, pichirres y que jamás contribuirían con organizaciones de caridad si dejásemos que lo decidan por su cuenta. Pero la realidad supera esta falacia y los casos que lo demuestran, abundan.

Millones de personas conocen a Bill Gates, el dueño de Microsoft. Pero en el mundo no es conocido solo por ser el dueño de esta multimillonaria empresa sino que –y a pesar de las grandes cantidades que paga en impuestos- es uno de los filántropos más famosos del mundo; tanto así, que ha dicho que donará toda su fortuna al morir. Otro caso es el de Mark Zuckerberg -el fundador de Facebook- quien ante la crisis del Ébola, donó voluntariamente 25 millones de dólares para conseguir la cura -también a pesar de los altos montos que ya paga en impuestos-.

Sello de calidad a la buena voluntad

¿Por qué las personas dan dinero a los indigentes a pesar de todos los proyectos sociales que existen? ¿Por qué estos multimillonarios donan más dinero a pesar de las grandes cantidades que ya pagan en impuestos? y, ¿Por qué estamos dispuestos a dar más cuando la decisión es plenamente individual y no coaccionada? Sencillo: porque la buena voluntad funciona mejor que la imposición; no queda la menor duda.

 

Por: José Miguel  |  Foto: primenerd

Jose Miguel

Jose Miguel

Antes de conquistar el poder, debemos conquistar los medios, por eso fundé esta revista y no un movimiento estudiantil. Esta es mi cuenta de Twitter @JP7___

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