Vida, libertad, propiedad y el derecho a la privacidad.
¿Prefieres este contenido en audio? Aquí lo tienes
Tiempo estimado de lectura: 4 minutos
Para quienes tenemos valores y formación libertaria, solo existen tres derechos fundamentales, que no llamamos «humanos», sino individuales: mi vida, mi libertad y mi propiedad.
Cualquier otra cosa, especialmente esos que llaman «derechos humanos», no son más que una serie de beneficios y reclamos por cosas que cada individuo debe ganarse por cuenta propia. Nadie tiene que pagarnos la casa, la escuela, la clínica, ni ninguna otra cosa que necesitemos; esa es nuestra responsabilidad.
Pero cuando se trata de lo que es nuestro por naturaleza o -como dice la Declaración de Independencia de Estados Unidos- «dotado por nuestro creador», solo la vida, la libertad y la propiedad son nuestros verdaderos derechos.
En Twitter escribí:
La privacidad debería ser incluida en la corta lista de Derechos Individuales.
— Jose Miguel 🗽 | 7 (@JP_7_) October 22, 2021
Los gobiernos y la institución más perversa de todas -el Estado- disfruta de poder absoluto para pasar por encima, no solo de nuestros derechos fundamentales, sino también de nuestra privacidad.
Hemos llegado al absurdo de creer que «el Estado tiene el derecho de poder acceder a nuestra información personal con propósitos de seguridad nacional» y que si alguien no quiere mostrar o compartir su privacidad, es porque «algo malo esconde».
¿Dónde comienza este mal hábito de creer que la información personal puede ser usada como arma de fuego, campaña política o simplemente como herramienta mediática para ganarle al otro?
Los políticos hacen uso y abuso de esta debilidad en el sistema, para ganar elecciones y posiciones en cargos públicos.
Escribí esto para la reflexión:
Hay gente que disfruta cuando un candidato a un cargo público, le saca información personal a otro: desnudos, de fiesta, conversaciones privadas, etc.
Esa gente parece no darse cuenta que si ese candidato se lo hace al contrincante, se lo hará a los ciudadanos cuando gobierne.
— Jose Miguel 🗽 | 7 (@JP_7_) October 22, 2021
Somos nosotros mismos quienes les hemos dado luz verde para que nuestra privacidad sea usada en nuestra contra.
Le hemos otorgado a los gobiernos, a los bancos, a los medios de comunicación, a las compañías de telecomunicaciones y -más recientemente- a las redes sociales, el «derecho» al uso, goce y disfrute de nuestra información personal.
Hemos renunciado a nuestra privacidad.
Nadie tiene el derecho a saber cuánto tienes en tu cuenta bancaria, o a dónde viajas, dónde vives, ni qué haces con tu teléfono.
Hay personas que dicen que «el que no la debe, no la teme». Mano, no se trata de «no esconder nada», se trata de que ¡ES TUYO! ¡Es tu privacidad! 🗽
— Jose Miguel 🗽 | 7 (@JP_7_) October 22, 2021
Mantener fuera del alcance de otros tu información personal, cuánto ganas, cuánto posees, en dónde vives, con quién te comunicas, porqué y a qué hora -entre otras muchas- forma parte de tu derecho de propiedad.
Tu privacidad no tiene porqué ser «información de dominio público», y si la figura del Estado y el gobierno fueron conceptualizados para proteger nuestros derechos fundamentales, entonces nos hace estúpidos el otorgarles el permiso para que puedan violarlos quienes -se supone- deberían protegerlos.
Querer mantener tu privacidad no es «estar escondiendo cosas malas», sino querer mantener tus cosas buenas fuera del alcance de otros.
La privacidad es como el derecho de propiedad: es tuya, nadie más tiene derecho sobre ella y si te la quieren quitar, ¡Defiéndela!
— Jose Miguel 🗽 | 7 (@JP_7_) October 22, 2021
Puedes decidir voluntariamente otorgar el derecho a tu información personal y ceder tu privacidad a quien tu quieras, pero no esperes que otros tengan o deban ser obligados a hacerlo porque tu lo hiciste, o porque tu estás de acuerdo.
No tenemos la obligación de ceder nuestros derechos a nadie, a ninguna institución por muy «legítima» que parezca o se haga pasar, y mucho menos si esa legitimidad viene otorgada por ese chantaje de las mayorías: «como somos más los que estamos de acuerdo, entonces los que no lo están deben ser obligados».
Para terminar, ¿Qué pasa con las personas que aspiran o que ocupan cargos públicos? ¿Deben perder estas su privacidad? Tampoco, pero el sistema judicial debe usar todo su poder para supervisarlos y la razón es simple:
Cuando una persona opta a cargo público y lo consigue, no es que «debe perder su privacidad», sino que entra en un sistema que requiere transparencia absoluta.
Esa transparencia demanda que se le fiscalice con el objetivo de saber si usa o no su poder político en su beneficio.
— Jose Miguel 🗽 | 7 (@JP_7_) October 22, 2021
Hasta la próxima semana.
José Miguel