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Esta claro que cada uno -como ser humano- cada día no deja de sorprenderse, en especial cuando vemos en América Latina una y otra vez, la llegada de políticos de izquierda aun con claros ejemplos de fracasos de esta ideología en la región, como son los casos de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Pero la verdad es que esto no es nada extraño, durante décadas hemos mantenido al Estado y sus políticos como “dioses”, personas con algún tipo de omnipotencia, con la capacidad de tener el conocimiento perfecto de toda una sociedad, logran así tener la solución para todos los problemas sean materiales o espirituales.
Han sido años de personas que han sabido usar al Estado para adoctrinar y crear en las mentes desde muy pequeñas esa adoración así el Estado, como único capaz de solucionar nuestros problemas. El único que puede sacarnos de la pobreza, crear empleo, darnos una vivienda, educación, salud y todo cuanto se nos ocurra, que podemos autorizarlo para hacer, con tal de no tener que cargar con la incertidumbre de nuestras acciones y sobre todo de nuestros fracasos.
No debe haber sorpresa de la llegada nuevamente de la izquierda a países donde estas formas de pensar están muy bien sembradas y maduradas. Tal vez con los últimos años se han ido cambiando las formas de pensar de muchos, pero todavía siguen siendo una minoría; porque, aunque piensan que el socialismo es malo, siguen sin entender las ideas que pueden frenar y detener de una vez por todos los ideales colectivistas de igualdad, justicia social, distribución de la riqueza.
Mientras como sociedad y como individuos, sigamos adorando a un “Dios” que fracasó, como llamó Hoppe a la Democracia, seguiremos teniendo el regreso de la izquierda al poder. Comprender que el Estado y sobre todo los políticos no son dioses, ni personas con super poderes capaces de dar solución a los problemas de cada uno, comprender cual es la verdadera función y rol tanto del Estado como de los políticos, es la única forma de empezar a tomar el camino correcto.
El ser humano solo necesita de unas reglas básicas y generales para todos, de forma que le permita desenvolverse y desarrollar sus planes de vida, acorde a como crean conveniente y usando los medios que crean mejores.
Para esto se crearon los Estados, para proteger y velar por la igualdad ante la ley de todos dentro de un territorio determinado, donde el cumplimento de las leyes y la aplicación de la justicia permitieran a cada persona solucionar sus problemas por medio de la cooperación voluntaria y pacífica. El político lo único que tiene que hacer es velar y preocuparse, que el gobierno de turno no exceda su poder de coacción y del uso de la fuerza contra sus ciudadanos, manteniendo así siempre un estado de libertad individual.
Pero actualmente creemos que el político debe cumplir funciones que solo le corresponde realizar a cada personas o grupo de persona. El rol de un político no es construir casas, ni darle educación, salud, agua, luz “gratis” y mucho menos usar las leyes para otorgarle privilegios por encima de los demás, como imponer impuestos progresivos, pagos de seguridad social. O peor aun expropiar en nombre de la justicia social y la distribución de la riqueza.
Una vez que comprendamos que el problema parte de creer que es el Estado o una minoría en el gobierno, los que tienen el deber de solucionar nuestros problemas materiales y espirituales, entonces las ideas correctas empezaran a cambiar nuestras formas de actuar y de pensar, pero mientras éstas sigan siendo una minoría y entendidas por muy pocos que prefieren amarrarse a la utopía del Estado como solución, seguiremos entonces teniendo gobiernos de izquierdas, colectivistas y altruistas, que nos llevaran una y otra vez a la miseria y la pobreza.