Los hombres de negocios en Venezuela están pagando su rendición ante el chantaje socialista, no de ahora, sino de hace medio siglo. Desde la democracia rentista los empresarios han sido culpados de casi todos los males de la sociedad por parte de aquellos que han estudiado y ven como verdad la ideología de la barbarie, es decir: el marxismo y sus corrientes revisionistas.
Los empresarios han sido condenados al rechazo popular insertado por campañas de la izquierda socialdemócrata que han llevado a cabo resaltado el resentimiento típico de un saqueador impotente por su incapacidad de crear riqueza, pero los empresarios solo han apaciguado la expresión de estos saqueadores a través del patrocinio de iniciativas de izquierda, ya sea contribuyendo a publicaciones de libros, mítines, o pagando los tequeños y el whisky en banquetes socialdemócratas.
El pecado de los empresarios ha sido demostrar la falta de creatividad y raciocinio de muchos que -refugiándose en constructivismos- exponen con grandilocuencia la “Teoría Valor-trabajo” donde expresan que el valor de las mercancías proviene de la cantidad de trabajo socialmente necesario que está contenida en ellas, además del argumento falas de la “Expropiación de la Plusvalía” que nos dice que existe un personaje maligno y grotesco llamado “dueño de los medios de producción” quien en la creación de la mercancía roba el talento y conocimiento del obrero lo que da como resultado final “La explotación del hombre por el hombre”. Claramente estos argumentos imaginarios se hacen ignorando la verdad que es, que los precios son determinados por la oferta y la demanda de los productos y dejando a un lado el uso de la razón y la creatividad que hace que una persona pueda crear una empresa satisfacer las necesidades de las personas las cuales le compran los productos o servicios que ofrece.
Otro sacrilegio que la izquierda en su utopía barbárica dice “combatir” es la opresión por parte del capital que hace que las personas sean consumistas, por eso el lucro de los empresarios es visto por ellos como algo terrible, desconociendo intencionadamente que esa búsqueda del beneficio (o lucro) es lo que garantiza la más eficaz utilización de los recursos disponibles y el máximo aprovechamiento de las iniciativas que obedecen a la motivación lucrativa y el excedente luego es retribuido a la sociedad de distintas maneras.
Sin embargo existen dos tipos de empresarios:
Los Traficantes de Influencia
Aquellos quienes sus capital lo han aumentado gracias a los favores que los políticos socialdemócratas o le izquierda le conceden a cambio de comisiones que por lo general terminal afectando a otras empresas que actúan conforme a la ley.
Los Liberadores
Aquellos que con sus iniciativas han liberado a los ciudadanos se ser dependientes de las dádivas del Estado o del chantaje que políticos sin escrúpulos que les piden cada cuanto que voten por ellos. Estos hombres de negocios saben que el libre mercado es la única forma de que un país pueda progresar a través del trabajo y de las capacidades individuales de cada persona, donde se premia el talento y la constancia.
Los empresarios, esos liberadores, son personas nobles que vale la pena resaltar como aquellos que día a día trabajan para sí mismos y eso es lo más moral que hacen porque trabajando para sí satisfacen las necesidades de los compradores y crean puestos de trabajo para aquellos que quieran ganarse el pan honestamente.
Y para que no olvidemos:
“La Creación de riqueza no es un proceso meramente físico ni reductible a una concatenación de relaciones efecto-causa. No depende de ningún conjunto de hechos materiales, sino del aprovechamiento de la separada y diferente información poseída por millones de actores; información que, a modo precipitado, queda recogida en los precios que orientan las posteriores decisiones” F.A. Hayek, La Fatal Arrogancia.
Por: Anderson Riverol