Se encontraba el socialista sin cabeza en una carnicería. Al avanzar la cola se pudo acercar al mostrador y observar en un cartel de la superintendencia de precios justos, órgano adscrito al Ministerio de la Felicidad, que habían sido regulados los precios de todos los cortes (incluso los que a él le gustaban). Y reflexionó: ¿Por qué se habrán tardado tanto en tomar esta medida? A veces los funcionarios parecen cómplices de los oligarcas… Pero la revolucionaria disposición restableció su fe en los líderes del Proceso.
Pero, algo no estaba bien… algo no estaba bien del todo, como siempre algo no estaba bien del todo… Los precios de los cortes eran distintos, los que a él le gustaban eran algo más caros, (50%) más caros, pero gracias a la regulación eso no importaba mucho, igual iba a poder comprarlos. Sin embargo, algo atormentaba su mente y su conciencia “de clase», oía una voz con acento extranjero que decía: “El valor trabajo…, el valor trabajo…, el valor es objetivo…” y luego oía a su propia voz: “…la vaca, la vaca… la vaca es una sola… el valor trabajo… la vaca es una sola… una sola vaca…, un mismo trabajo, un mismo valor…, el valor trabajo…”
Un tropezón lo despertó de su letargo, y no logró reconocer a los que tenía adelante, eran otras personas distintas a las que había visto poco antes. En el espabilamiento alcanzó a decir en voz alta: “-¿Por qué no cuestan igual todos los cortes?… ¿Por qué?”. A lo que su mujer que estaba detrás de él le respondió: -Porque todo el mundo querría comprar lomito y nadie hígado, ¡muévete bolsa que se nos colean! y apúrate que quiero llegar a ver la novela.
Cuando tocó su turno le preguntó al carnicero: -¿Qué tienes de carne de primera?, este le respondió: -nada. -¿Bueno y qué hay entonces?, -Lagarto con hueso y carne molida, -¿Y cuánto puedo llevar?, -Un kilo de cada una.
El socialista sin cabeza, hizo acopio de toda su fe en el devenir y pensó: “El hombre nuevo no se coleará y gracias la ciencia socialista se harán reses que sean solo lomito, solomo y punta trasera, y además la carne no subirá el ácido úrico”. Luego volvió a oír la voz: “… el valor trabajo… el valor trabajo… el valor es objetivo…”
Por: Edgar Gil Díaz | Foto: republicagt.com
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