Muchos medios de comunicación han bombardeado a la opinión pública con titulares sobre “Trump —supuestamente— diciendo que la situación en Venezuela ha mejorado”, basándose en el hecho de que su administración revocó el parole para los venezolanos y ha presionado para poner fin a la protección temporal conocida como TPS.
Si bien estas medidas no tienen nada que ver con la realidad venezolana —sino con el problema de seguridad que enfrenta Estados Unidos desde que la administración de Biden permitió la entrada de millones de inmigrantes de forma irregular, o mediante mecanismos legales con poca (o ninguna) consideración en términos de seguridad nacional— muchas personas han terminado creyendo la narrativa de los medios, que sugieren que “las cosas parecen estar mejor” en Venezuela.
Veamos de forma cronológica cómo el régimen venezolano ha convertido a Venezuela en el propio infierno en la tierra.
El año 2014 marcó un antes y un después en la represión ejercida por el régimen venezolano. Si bien Hugo Chávez ya había utilizado todo el aparato del Estado para perseguir, torturar y desaparecer a los disidentes, Nicolás Maduro intensificó la represión como método para mantenerse en el poder por la fuerza, tras haberse robado las elecciones de 2013.
Desde entonces, la represión en Venezuela no ha hecho más que intensificarse. Maduro secuestró el poder, y la única forma que tiene de conservarlo es mediante la fuerza. Sus funcionarios han perseguido, aterrorizado, reprimido y asesinado a sangre fría a venezolanos disidentes, a plena luz del día y ante los ojos de una comunidad internacional que ha permanecido completamente inservible.
Nicolás Maduro solo ha tenido una forma de mantenerse en el poder desde 2013: la fuerza bruta. Su régimen se ha sostenido sobre la base de la tortura constante, la persecución y la agresión contra cualquier forma de disidencia, tanto dentro como fuera del país. Sus agentes incluso han perpetrado crímenes contra disidentes en el exterior.
Venezuela ha sido oficialmente convertida en un infierno en la Tierra bajo el régimen de Nicolás Maduro. Los años 2014 y 2017 marcaron las dos primeras etapas de una represión sistemática y permanente del régimen contra sus propios ciudadanos.
En el año 2023 se reportaron más de 600 casos de persecución, criminalización y detenciones arbitrarias en Venezuela por parte del régimen, junto a un total de casi 7.000 protestas registradas en todo el país.
En 2024 se llevaron a cabo unas elecciones presidenciales que terminaron con el único resultado posible: Nicolás Maduro volvió a robárselas, secuestrando el poder e iniciando una nueva ola de represión, persecución y tortura como parte de su estrategia para mantenerse en el poder.
La realidad en Venezuela sí ha cambiado, pero para peor. Millones de venezolanos hemos dejado el país desde el año 2002, no para viajar de vacaciones, sino forzados a vivir en el exilio como única alternativa para proteger nuestras vidas y tener la oportunidad de vivir en libertad.
Si algo ha jugado a favor del régimen de Maduro en su narrativa de que “en Venezuela todo está mejor”, no ha sido la administración de Donald Trump revocando el parole ni intentando hacer lo mismo con la protección temporal del TPS, sino todas esas personas que publican en redes sociales la fantasía de estar viviendo una “vida perfecta” dentro de sus pequeñas burbujas en Caracas o Lechería, y que el régimen se encarga de viralizar a través de su maquinaria mediática.
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