Desde que Donald Trump tomó posesión como presidente de Estados Unidos el pasado 20 de enero de 2025, he estado jugando al «abogado del diablo», cuestionando las decisiones que toma y que más afectan a las personas, al mismo tiempo que apoyo las que nos benefician.
Algunas personas creen que las opiniones que he expresado son «anti-Trump», luego de que expresamente fui un ferviente defensor de Trump durante la campaña electoral, lo que algunos llamarían un «Trumpista» o «Magazolano». Al parecer, si apoyas a alguien «eres eso» y si lo criticas «eres enemigo».
Este mundo está lleno de fanatismos, no importa la corriente política o ideológica que sea, la izquierda y la derecha tienen fanáticos igualmente tóxicos.
Yo creo que uno debe tener la madurez política para apoyar a un candidato y una vez que este está en el poder, hay que cuestionarlo, hasta hacerle oposición.
Al poder hay que criticarlo, hasta conspirar en su contra.
— Jose Miguel (@jpgechele) February 5, 2025
La política es normalmente circunstancial, es decir, que no siempre el candidato que más se parece a lo que uno defiende, es el mejor, muchas veces porque ni siquiera existe o está en la carrera.
Por ejemplo, Trump puede ser más estatista que cualquier candidato libertario que uno pueda conocer, pero si el país necesita a un Trump en lugar de a un libertario, para enfrentar a las fuerzas progresistas internacionales, pues apoyar a Trump no es incorrecto y eso fue lo que pasó en las últimas elecciones presidenciales.
Pero aunque uno pueda fijar esa posición en año electoral, lo que uno jamás debería ser es convertirse en un fanático ciego de ningún candidato o político.
El fanatismo de izquierda y de derecha no son -para nada- diferentes.
La izquierda aplaude a su candidato por lo bueno y calla lo malo. Acusa a su contrincante de lo malo y nunca le aplaude lo bueno.
La derecha hace exactamente lo mismo. El fanatismo es una enfermedad mental.
— Jose Miguel (@jpgechele) March 15, 2025
Trump llegó «cortando cabezas» a través de órdenes ejecutivas, algunas buenas, otras ni cerca.
Mientras que en el tema migratorio, Trump tenía que venir con todo luego del desastre que la administración Biden causó en la frontera sur, los aranceles han causado suficiente incertidumbre como para causar estragos en el mercado, especialmente el de activos financieros.
Cada vez que el gobierno amenaza con más impuestos, las empresas deben ajustar sus finanzas para pasar esos costos al consumidor y la gente común y corriente es la que paga el precio final.
¿El resultado? La gente es más pobre.
En el último mes, cada vez que Trump ha amenazado con aranceles a un país, producto, sector o industria en específico, el mercado ha respondido negativamente.
Si uno es defensor del libre mercado y el mercado responde mal a una medida, ¿Cuestionamos al mercado o la medida?
— Jose Miguel (@jpgechele) March 15, 2025
Uno tiene que tener la entereza moral y la valentía política para criticar esas cosas, porque ningún político es Dios, ninguno es infalible, por mucho que se alinee con nuestra corriente ideológica.
Sí, es cierto que es muy pronto para decir si lo que Trump intenta hacer tendrá un final feliz o será otra tragedia económica, pero lo que ha pasado en el último mes en la economía estadounidense es una mezcla entre la economía que Biden le entregó a la nueva administración y la forma en la que Trump -personalmente- cree que debe resolverse y la gente es siempre la que paga los platos rotos.
Esta es mi opinión personal:
Es mejor estar equivocados, que ser fanáticos.
Un fanático apoya todo, sin cuestionar, hasta pone en riesgo su vida por defender algo aunque sea incorrecto. Un fanático es una oveja más del rebaño.
Una persona que cuestiona, puede estar equivocada, pero ningún pastor la arrea.
— Jose Miguel (@jpgechele) March 15, 2025
Yo no sé si usted se considera enemigo del gobierno, pero yo siento un especial desprecio por esa institución, lo que representa y -especialmente- lo que hacen, porque todo nos afecta en nuestro día a día y no positivamente.
El gobierno tiene el poder -y la intención- de empobrecernos, de vigilarnos, de perseguirnos y hasta de acabar con nuestras vidas, si interferimos de alguna forma con los objetivos de la administración de turno.
Lamentablemente, no podemos desaparecer al gobierno con el chasquido de nuestros dedos, pero tenemos que despreciarlo con todas nuestras fuerzas, en el nombre de las siguientes generaciones.
¿Quieren dejarle un legado a sus hijos y las siguientes generaciones?
Transmítanles su desprecio hacia la principal institución enemiga de la gente y de nuestra libertad: el gobierno.
Que las generaciones siguientes odien con más fuerza al gobierno, hasta que se le ponga fin.
— Jose Miguel (@jpgechele) March 15, 2025
Parte de ese legado es el enseñar a las nuevas generaciones a no enamorarse fanáticamente de absolutamente nada, pero especialmente de aquello que tenga que ver con política e ideologías.
Lo correcto en la vida es tener claro los valores que se defienden, tener una identidad clara, vivir guiados por principios sólidos y que vayan de la mano con nuestro apego a la vida, la libertad y la propiedad. Pero es nuestra responsabilidad moral el no convertirnos en las ovejas del rebaño de cualquier pastor que nos venda el paraíso a cambio el sacrificio de nosotros mismos, en nombre del pastor.
Cada vez que yo me he identificado con una corriente ideológica, la he cuestionado tanto como cuestiono a las que sé que son incorrectas.
El objetivismo, el libertarismo y el conservadurismo no se han salvado de mi principio de vida: CUESTIONA TODO!
Así es que aprendo.
— Jose Miguel (@jpgechele) February 26, 2025
Para ir cerrando, quiero repetir algo.
Hay momentos en la vida en los que -lamentablemente- hay que ser circunstanciales. Mientras nuestros valores y principios permanezcan intactos, el apoyo que podamos dar a una persona o un grupo, aunque no estemos de acuerdo con todo lo que proponen o hacen, es parte de la vida misma, de la vida en sociedad.
Pero así como seremos circunstanciales en ciertas oportunidades, tenemos que mantener la integridad para ser disidentes en esos temas que no compartimos con quien ejerce el poder. Tenemos que ser anti-gobierno.
Cierro con esto:
Nuestra integridad se mide en la capacidad no solo para mantener y defender los propios valores, sino para cuestionar nuestras premisas y evolucionar para mejor.
La vida es un constante aprendizaje y el fanatismo, lejos de hacernos "firmes" en algo, nos hace ovejas pusilánimes.
— Jose Miguel (@jpgechele) March 15, 2025