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El fanatismo es una enfermedad mental

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Desde que Donald Trump tomó posesión como presidente de Estados Unidos el pasado 20 de enero de 2025, he estado jugando al «abogado del diablo», cuestionando las decisiones que toma y que más afectan a las personas, al mismo tiempo que apoyo las que nos benefician.

Algunas personas creen que las opiniones que he expresado son «anti-Trump», luego de que expresamente fui un ferviente defensor de Trump durante la campaña electoral, lo que algunos llamarían un «Trumpista» o «Magazolano». Al parecer, si apoyas a alguien «eres eso» y si lo criticas «eres enemigo».

Este mundo está lleno de fanatismos, no importa la corriente política o ideológica que sea, la izquierda y la derecha tienen fanáticos igualmente tóxicos.

La política es normalmente circunstancial, es decir, que no siempre el candidato que más se parece a lo que uno defiende, es el mejor, muchas veces porque ni siquiera existe o está en la carrera.

Por ejemplo, Trump puede ser más estatista que cualquier candidato libertario que uno pueda conocer, pero si el país necesita a un Trump en lugar de a un libertario, para enfrentar a las fuerzas progresistas internacionales, pues apoyar a Trump no es incorrecto y eso fue lo que pasó en las últimas elecciones presidenciales.

Pero aunque uno pueda fijar esa posición en año electoral, lo que uno jamás debería ser es convertirse en un fanático ciego de ningún candidato o político.

Trump llegó «cortando cabezas» a través de órdenes ejecutivas, algunas buenas, otras ni cerca.

Mientras que en el tema migratorio, Trump tenía que venir con todo luego del desastre que la administración Biden causó en la frontera sur, los aranceles han causado suficiente incertidumbre como para causar estragos en el mercado, especialmente el de activos financieros.

Cada vez que el gobierno amenaza con más impuestos, las empresas deben ajustar sus finanzas para pasar esos costos al consumidor y la gente común y corriente es la que paga el precio final.

¿El resultado? La gente es más pobre.

Uno tiene que tener la entereza moral y la valentía política para criticar esas cosas, porque ningún político es Dios, ninguno es infalible, por mucho que se alinee con nuestra corriente ideológica.

Sí, es cierto que es muy pronto para decir si lo que Trump intenta hacer tendrá un final feliz o será otra tragedia económica, pero lo que ha pasado en el último mes en la economía estadounidense es una mezcla entre la economía que Biden le entregó a la nueva administración y la forma en la que Trump -personalmente- cree que debe resolverse y la gente es siempre la que paga los platos rotos.

Esta es mi opinión personal:

Yo no sé si usted se considera enemigo del gobierno, pero yo siento un especial desprecio por esa institución, lo que representa y -especialmente- lo que hacen, porque todo nos afecta en nuestro día a día y no positivamente.

El gobierno tiene el poder -y la intención- de empobrecernos, de vigilarnos, de perseguirnos y hasta de acabar con nuestras vidas, si interferimos de alguna forma con los objetivos de la administración de turno.

Lamentablemente, no podemos desaparecer al gobierno con el chasquido de nuestros dedos, pero tenemos que despreciarlo con todas nuestras fuerzas, en el nombre de las siguientes generaciones.

Parte de ese legado es el enseñar a las nuevas generaciones a no enamorarse fanáticamente de absolutamente nada, pero especialmente de aquello que tenga que ver con política e ideologías.

Lo correcto en la vida es tener claro los valores que se defienden, tener una identidad clara, vivir guiados por principios sólidos y que vayan de la mano con nuestro apego a la vida, la libertad y la propiedad. Pero es nuestra responsabilidad moral el no convertirnos en las ovejas del rebaño de cualquier pastor que nos venda el paraíso a cambio el sacrificio de nosotros mismos, en nombre del pastor.

Para ir cerrando, quiero repetir algo.

Hay momentos en la vida en los que -lamentablemente- hay que ser circunstanciales. Mientras nuestros valores y principios permanezcan intactos, el apoyo que podamos dar a una persona o un grupo, aunque no estemos de acuerdo con todo lo que proponen o hacen, es parte de la vida misma, de la vida en sociedad.

Pero así como seremos circunstanciales en ciertas oportunidades, tenemos que mantener la integridad para ser disidentes en esos temas que no compartimos con quien ejerce el poder. Tenemos que ser anti-gobierno.

Cierro con esto:

Jose Miguel

Jose Miguel

Antes de conquistar el poder, debemos conquistar los medios, por eso fundé esta revista y no un movimiento estudiantil. Esta es mi cuenta de 𝕏 @jpgechele

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