Vivimos en la era de la información pero con una increíble amenaza: los desinformadores. ¿Quiénes diablos son? Un selecto grupo de filósofos, psicólogos y sociólogos empeñados en cambiarle el sentido a las cosas, las palabras y hasta las acciones de cada uno de nosotros. ¿Con qué propósito? Que otro decida sobre nuestras vidas.
Esto no es nuevo, de hecho, es bastante viejo, pero sigue en vigencia con tal sutilidad que tal como la realidad lo confirma, no lo nota la mayoría. Estamos tan abrumados con el día a día, entre el trabajo, las finanzas personales, las noticias, el terrorismo y la indiferencia, que simplemente lo dejamos pasar. Aunque ellos lleven la delantera y la mayoría no haga más que ignorar, cada uno de nosotros desde la individualidad de nuestras vidas los podemos enfrentar.
Comencemos cuestionando su maniobra más popular, que han practicado durante años y que la sociedad ha decidido aceptar: ellos afirman que el egoísmo es “perversidad”. Lo escuchamos en casa, en la iglesia, en la escuela y en la política; lo leemos en las paredes, en los libros y también en las revistas. Es una realidad y también es ley de vida que para mantenernos aquí en la tierra cada uno de nosotros necesita tomar decisiones; ya sea que decidamos hacer algo o dejar que otro decida.
Pero, ¿en qué pensamos al momento de tomar nuestras decisiones? Y es aquí donde debemos ponernos pilas. Los desinformadores han posicionado la idea de que lo moral en este mundo es sacrificar la propia vida. ¿Eso qué significa? Según su malvada teoría, cada uno de nosotros no debe vivir para sí mismo, sino para lo que otros necesitan. “Debemos pensar primero en el prójimo”, aprendemos día a día, como si se trata de una ley correctamente establecida. Desde muy pequeños aprendemos que “servir a la humanidad” es “supremo” como si fuésemos parte de una milicia. Estas ideas tienen un objetivo que no se entiende a simple vista, pues los desinformadores desean confundirnos tanto para que al final digamos: es mejor que otro decida.
¿Qué dice nuestra naturaleza? ¡Primero piensa en tu propia vida! O lo que es lo mismo: sé egoísta. No necesitamos pisotear a nadie, no necesitamos pasarle a otros por encima; se trata simplemente de lo que a mí me interesa y de cómo preservar mi propia vida. Buscamos la felicidad aquí en la tierra y eso es verdad aquí o en China, pero ¿podremos conseguirla si las necesidades de otro están sobre las mías? Lo que sí sería realmente malvado es que para lograr nuestros objetivos lo hagamos causando desgracias a otras vidas, y eso es serperversos pero no egoístas.
El egoísmo está en nuestra sangre y basta con aceptar que lo que más queremos en este mundo es nuestra libertad y nuestra propia vida. Si estamos de acuerdo en esto y en que no lastimaríamos a nadie, ¿les decimos a los desinformadores: “jódanse, yo sí soy egoísta”?
Por: José Miguel | Foto: weheartit.com
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