“La clave del núcleo, la esencia, el motivo y el significado verdadero de la doctrina del “gobierno por consenso” es el culto de la transigencia, Transigir es la precondición… La doctrina del consenso es un intento por traducir los hechos toscos de una economía mixta en un sistema ideológico, o de un sistema anti-ideológico y proveerlos de una semblanza de justificación” Ayn Rand.
En todos los espacios de la vida los venezolanos encontramos una inclinación insana por la transigencia, es decir, una aptitud de aceptación o tolerancia de la opinión, de deseos de otra persona en contra de los propios. Así, nuestra política es el reflejo de esa cultura donde a todos aquellos hombres de razón que intenten expresar sus opiniones se les llama radicales, dogmáticos, fundamentalistas, apátridas, violentos o cualquier otra falacia ad hominem que a los rojos o aurinegros colaboracionistas se les ocurra, condenando y opacando así su planteamiento sin que goce de total valides.
El peligro con es esta adoración al consenso es que se pierde la que debería ser la base se de todo partido, que es la Ideología Política, la cual es el conjunto de principios apuntados a establecer o mantener un cierto sistema social. Es un programa de acción a largo alcance, con los principios sirviendo para unificar e integrar pasos particulares en un curso coherente. Y es que la verdad es que solo a través de los principios los hombres pueden proyectar el futuro y escoger sus acciones en consecuencia.
Ese tipo de discusiones ideológicas donde sea necesario instruirse y leer, es a la que los místicos le huyen, puesto que -si la organización a la cual están constantemente buscando la forma de saquear- establece principios claros más allá del pragmatismo del poder, estos saqueadores se verán identificados y su apropiación material o espiritual del talento de las demás personas sería cortada inmediatamente.
Pero existe una razón por la cual existe un imperio de la anti-ideología y es que la misma consiste en los intentos por contraer la mente de los hombres para atender el momento inmediato sin miramientos por el pasado o el futuro, sin contexto o memoria, a fin de que las contradicciones no puedan ser detectadas y los errores o desastres puedan atribuirse a las víctimas.
Tristemente es la anti-ideología lo que prevalece tanto en el régimen de nuestro país (Venezuela) como en la acomodaticia oposición, y podemos profundizar ese planteamiento de la siguiente manera:
El PSUV
A pesar de proclamar todo bajo un socialismo del siglo XXI -el cual evidentemente es una invención perversa que también hay que combatir- son pocos los que en verdad han estudiado a Heinz Dieterich, uno de los esclavistas que impulsaron ese trasnochado planteamiento (a lo cual recomiendo el libro “Capitalismo solidario vs Socialismo del siglo XXI” escrito por Emeterio Gómez para ver la inconsistencia de dicha ideología). También es algo evidente que los diputados, alcaldes o demás miembros del partido que hoy dicta arbitrariamente su equivocada realidad de las cosas, no son movidos -en su mayoría- de forma ideológica sino que actúan por mandatos que aceptan por un extraño consenso mental que expresan como grabadoras, la línea que emana de su amo y planificador central. Ellos -los rojos- se dispersan en una masa amorfa y en una sola voz donde la disidencia que intente razonar, así este usando códigos malignos comunistoides, son echados a un lado como le paso a “Marea Socialista”.
La Oposición
Está conformada por varios partidos políticos de diferentes corrientes -al parecer a algunos no les gusta la diferencia- y con un «copia y pega» que raya en el descaro, vemos cómo se plantea usar la práctica del consenso para imponer viejos y desacreditados personajes como (Ramos Allup y los candidatos de Henry Falcón) y evitar que otras propuestas más nuevas puedan tener más auge. De hecho, solo dos factores fueron los que llamaron a primarias en todas partes, no estando de acuerdo con esa guillotina llamada consenso; y fueron: el partido VP y María Corina Machado con su movimiento político Vente Venezuela.
En pocas palabras, otra de las luchas que hay que emprender es contra la colectivización y anulación de los hombres de razón, con propuestas más frescas y nuevas para que no seamos víctimas del consenso político y sea mucho más fácil la transición de este modelo de miseria y desgracia al modelo de prosperidad y libertad económica.
Por: Anderson Riverol | Foto: albaciudad.com