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Depender Del Estado O Competir Y Ser Libre, ¿Qué Eliges?

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La supervivencia humana por naturaleza se basa en la competencia. Basta con pensar en esa primera competencia natural en la que el espermatozoide, nada contracorriente solo para alcanzar su objetivo final: el óvulo.

Diversos son los métodos implantados por las distintas sociedades para activar, mantener o incluso extinguir esa motivación natural que nos convierte en competidores, esa fuerza natural que motiva el cambio evolutivo, no como dicen muchos, para adaptarnos al ambiente, sino más bien, para ser nosotros mismos quienes modifiquemos el ambiente conforme a nuestras necesidades.

Ciertamente, en las sociedades más libres -debido al desarrollo económico y sobre todo cultural que poseen- las competencias tienden a ser un poco más exigentes e incluso son clasificadas por algunos como «agresivas». Sin embargo, siguen siendo libres competencias, el individuo tiene la opción de participar o no, todo dependerá de su grado de motivación.

Debido a que el Estado tiene una participación limitada, en las sociedades libres no existe lo que algunos países  llaman como «bienestar social» o «responsabilidad social». Esa responsabilidad que le achacamos al Estado o aquellas empresas de capital privado, para que sean ellos los que provean vivienda, salud, seguridad y por supuesto educación «gratuita», sin darnos cuenta que justamente este es el primer limitante que le ponen a esa fuerza que conocemos como motivación y que a su vez nos mantiene óptimos para la competencia natural de supervivencia.

Países como Nueva Zelanda, Suiza, Noruega, Holanda, por nombrar algunos, son países en los cuales no existe el concepto de bienestar social o responsabilidad social, es decir: en estos países nadie es más responsable que el propio individuo, de velar por su salud, garantizar su vivienda, su seguridad y por supuesto de pagar por su educación -principalmente la educación superior o universitaria-. Al saberse solos, sin esa ayuda social-política a la que están acostumbrados los países menos libres, su motivación y capacidad de competencia se mantienen intactos desde el momento en que nacen y forman parte de estas sociedades.

Se pueden observar entonces, dos clases de individuos:

Individuo de una Sociedad Libre

Todos -casi sin excepción- se mantienen en constante movimiento. Y es que así lo dice la Ley Natural: el movimiento es vida.

Aunque algunos poseen Educación básica «gratuita» -que pagan con impuestos- los valores y conocimientos allí impartidos son totalmente óptimos, lo que les permite prepararse para el momento en el que decidan iniciar sus estudios superiores. Debido a que la educación superior es considerablemente cara, los individuos aprovechan al máximo los conocimientos allí impartidos y no pueden darse el lujo de perder el tiempo, ya que el campo laboral -bien sea de la empresa privada como pública- exige para la competencia, edad y conocimientos específicos. Al optar por un trabajo, generalmente pasan por un proceso de selección bastante exhaustivo, pues en estas sociedades no predomina la camaradería.

El sector salud es totalmente privado, de manera que sin importar la clase social a la pertenezca, asisten al mismo hospital y gozan de los mismos beneficios.

El desarrollo económico está tan equilibrado, que todo aquel que trabaje, sin excepción, es capaz de manera individual de proveerse una vivienda.  Por supuesto,  no todos tiene la oportunidad de adquirir una, esto dependerá del grado de motivación que hayan tenido al momento de adquirir su educación. Lo que me parece excelente es que en ningún momento aspiran a que el Estado les provea vivienda de forma gratuita, sin haber trabajo por ella.

Individuo de una sociedad intervenida por el Estado

En su mayoría solo esperan sentados para escuchar al político de turno en su visita de casa por casa, el cual le ofrecerá y medianamente proveerá:

Educación «gratuita» de por vida, lo que les permite perder, repetir, abandonar y retomar los estudios en el tiempo que ellos desean y cuantas veces deseen.  Muchos culminan pero muy pocos son los que están preparados para competir. Servicio médico «gratuito», de manera que preferirán  invertir su dinero en otras necesidades, ya que la necesidad primordial «salud¨, está siendo regalada por el Estado. Con el tiempo se dan cuenta de la clase de regalo que reciben. Vivienda y seguridad -por supuesto también «gratuita»- y aquellos que no la reciben, igualmente no se preocupan, porque tiene la libertad de improvisar una vivienda y de seguro el político del año que viene les llevará electricidad, agua y gas a la puerta de su casa. ¿Seguridad? bueno, con los valores que se inculcan en las escuelas públicas, es suficiente.

Ya teniendo todo esto «gratis» -pagado por otros- el trabajo no se hace obligatorio, en algunos casos hasta cae del cielo, sobre todo si eres familiar, amigo o vecino del amigo o familiar del político, y es que en estas sociedades controladas por el Estado no hay nada mejor que trabajar para el Estado, total, allí no debes competir por conocimientos, la burocracia no te exige ni te deja trabajar mucho y lo mejor de todo: al final del camino eres pensionado.

Cuestiono como siempre, ¿Cuál individuo está más apto para la competencia? ¿A cuál de los dos, se les truncó esa fuerza natural de supervivencia? ¿Eres del que se sienta y espera esa ofrenda gubernamental conformándose con lo poco que le toca del pastel o eres del que mantiene su motivación latente y trabaja para vivir cómo quiere?

 

Por: Siulilba Balza  |  Foto: existingcode.com

Siulilba Balza

Siulilba Balza

Observadora. Adicta a la justicia. Enemiga de las suposiciones y de los que carecen de sentido común. Fiel practicante de la teoría: Decisiones radicales, soluciones inmediatas.

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