Al hablar de la necesidad de libertad para los individuos y las sociedades, el argumento más común que se plantea en contra es que “con libertad, los hombres están destinados a matarse unos con otros”. No es una exageración, la mayoría de personas cree que la libertad debe ser limitada porque de lo contrario los malos prevalecerán sobre los buenos.
Cuando preguntas porqué creen que será así, no tardarán en afirmarte que los buenos no tienen manera para defenderse ante los malos y que para ello es necesario que otro se encargue de nuestra propia seguridad. Si bien es cierto que, no vamos a pretender andar todo el día con la paranoia o la sospecha de que alguien nos va a atacar, y mucho menos, tendremos nuestros propios centros de inteligencia militar individuales; el hombre necesita aprender a defenderse por sí solo.
La única manera que existe para que los malos prevalezcan sobre los buenos es, que los buenos tengan prohibido defenderse. Y esto es exactamente lo que ocurre en la mayoría de las sociedades mundiales; los individuos no disponen de su derecho a la legítima defensa. El principal enemigo de las libertades individuales son los gobiernos intervencionistas y totalitarios; aquellos que una vez en el poder se encargan de desarmar a la población para poder cometer sus delitos sin encontrar resistencia alguna.
Los grandes genocidios cometidos en el mundo, usualmente perpetrados por gobiernos totalitarios, han sido posibles luego de una estricta prohibición a los individuos del libre porte de armas. Cuando una ley le prohíbe a una persona poder contar con al menos un sencillo elemento que pueda servirle de protección, como lo es un arma de fuego, esta persona queda a merced del primer perverso que quiera usar la fuerza contra él; sea un delincuente común, un asesino, un gobierno o el ahora “moderno” fanático religioso.
En su sano juicio, una persona que pueda portar un arma y que sepa que los demás cuentan con la misma libertad, difícilmente tratará de utilizarla en contra de su vecino porque sabe que recibirá resistencia y puede perder su vida. Un gobierno que sabe que sus ciudadanos portan libremente armas, difícilmente se atreverá a ejecutar actos de violación a los derechos individuales porque sabe que, esos a los que quiere atacar no están indefensos.
El uso de la fuerza solo se justifica para la defensa. ¿Acaso puede considerarse un delito querer proteger nuestra valiosa vida? Solo cuando alguien pretenda hacerlo por capricho o para alcanzar sus objetivos personales, estará justificado el uso de la fuerza o el castigo en su contra.
Una prohibición al libre porte de armas, sea por ley o por la fuerza, no es más que la breve introducción a lo que sin duda será una segura violación a los derechos individuales; empezando por el hecho de que ya es en sí, el claro de mensaje que afirma “tienes prohibido defenderte”. Ahora que lo sabes, ¿estás de acuerdo o en desacuerdo con el libre porte de armas?
Por: José Miguel | Foto: ytimg.com