Una pregunta que nos hacemos los jóvenes en este país es si algún día llegaremos a los niveles de progreso, desarrollo y libertades que han alcanzado diversas sociedades a lo largo de la historia. El camino parece cuesta arriba, pues no hay territorio donde haya calado el populismo tan profundamente como en la tierra de Bolívar, este sistema desde hace décadas ha logrado implantarse en la vida del venezolano, y peor aún, ha logrado sembrarse en su mente.

Entonces surge el problema. ¿Es posible establecer una sociedad libre en Venezuela? ¿Cómo darle inicio a esa transición? ¡Claro que es posible! Pero este proceso no puede ser de un día para otro, forzar los cambios de una manera radical, superficial y sin pensar sus consecuencias de acuerdo al contexto nacional podría quemarnos políticamente por años. No se puede pretender que el Venezolano de a pie, hundido en la pobreza y preso de la dependencia del Estado desde que tiene memoria se despierte un día apoyando la total libertad económica, social y filosófica que plantea el libertarismo.

Para que este proceso sea factible se deben dar poco a poco las transformaciones, no se trata solo de cambios políticos, es fundamental entender la importancia de ganar una batalla a nivel de la consciencia de las personas, cambiar el predominio de valores (o antivalores) y la idiosincrasia que ha sido adoptada hoy en nuestra sociedad.

El objetivo es la «liberación de la conciencia» de los venezolanos,  un concepto que hay que tener en cuenta y mirarlo como el fin de esta batalla de las ideas. Se trata de que cada individuo desarrolle la capacidad de razonar por sí mismo, ejercer el liderazgo y aceptar las responsabilidades de su propia vida, en fin entender las bondades de la libertad desde un punto de vista filosófico, mucho más profundo que la libertad solo desde el sentido económico.

Clave para esta liberación es interactuar con todos, de nada sirve insultar o denigrar a alguien por pensar de una manera que consideremos errada. Nada mejor que crear climas de confianza y empatía para explicar ese concepto de libertad que todos creen conocer pero que pocos entienden y practican.

Sin duda el camino será largo, y cada uno de nosotros debe buscar ganar espacios en universidades, grupos sociales, culturales, económicos y políticos sin importar su tendencia. Con el fin de lograr ese espacio para cambiar la manera de pensar de sus miembros, necesarios a la hora de implementar reformas que nos alejen progresivamente del populismo y nos acerquen a la libertad.

Se ha demostrado que la libertad es inevitable, puede que tarde pero llega. Pues el ser humano no nació para ser preso de cadenas, Si los venezolanos logramos ese estado de conciencia independiente será muy difícil que vuelva un populista a intentar manejarnos, podremos establecer una república sólida y estable. El pueblo por fin saboreará los frutos del desarrollo.

Y no quepa la menor duda de que cuando Venezuela logre entablar una República democrática y liberal será ejemplo a seguir para el resto de Latinoamérica, hoy tristemente influenciada por aquel  conocido Foro de Sao Paulo.

Por: Carlos E. Rojas  |  Foto: travellsadventures.com