No es lo mismo decir «el capitalismo es el modelo acorde para la naturaleza humana», que decir «hasta los perros prefieren vivir en casa de millonarios»
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Los defensores de las ideas de libertad podemos hacer mucho más, pero estamos paralizados. Tanto libro y tanto debate sobre nuestras propias «utopías» nos han alejado por completo del mundo real, y cuando el mundo real nos golpea con su crueldad, no tenemos más nada para dar que solo criticar y quejarnos.
Si eres libertario, liberal, anarco, conservador, etc., de seguro estás meneando tu cabeza en gesto de negación, es decir, la realidad te está golpeando con su crueldad en estas lineas. No se trata de que seamos malas personas, de que seamos unos inútiles o unos perdedores, sino todo lo contrario. Teniendo tanto para dar, es una lástima que los defensores de la libertad no lo estemos haciendo, cosa de la que hablo en mi artículo ¿Por qué no hemos podido ganarle a la izquierda?.
En ese texto expongo 5 razones por las cuales la izquierda nos lleva la delantera y me he propuesto ir definiendo cada una por separado. La primera de ellas es que «no tenemos ni sabemos conseguir financiamiento», por eso escribí este artículo sobre ¿Cómo conseguir financiamiento para las ideas de libertad? en el cual propongo solo algunas alternativas. La segunda es el hecho de que «no tenemos causas, ni romantizamos nuestras ideas» y de eso se trata este artículo.
Vayamos por partes…
¿Por qué necesitamos causas y romantizar nuestras ideas?
Por las mismas razones que lo hace la izquierda: el comportamiento social y humano.
Cuando un defensor de la libertad expone las ideas y los puntos de vista sobre cómo construir una sociedad más libre, lo está haciendo para ser escuchado por grupos sociales integrados por seres humanos. Los grupos sociales -o comunidades- se forman por personas que tienen principios, valores, ideas y objetivos en común. Ven en el trabajo en equipo una oportunidad para llegar más rápido y más lejos, para alcanzar sus objetivos; es por eso que los seres humanos decidimos integrar comunidades o equipos.
Esos objetivos que un grupo social se plantea, muchas veces son causas, causas para resolver un problema que afecta a varias personas y que pone en riesgo el ideal de vivir tranquilamente en sociedad. Para hacerlo más claro, un grupo de personas que está en desacuerdo con la violencia doméstica y el abuso infantil, fácilmente se sentirá identificado con acciones que que representen una solución a este problema.
Es así como surgen las causas, por ejemplo, una causa en favor de la protección de la familia, de los niños y contra la violencia doméstica. ¿Los libertarios tenemos causas? No, es por eso que nuestras ideas no calan entre grupos sociales. Al ignorar el comportamiento social, estamos ignorando la naturaleza humana de la que tanto hablamos, y si ignoramos la naturaleza humana, ningún individuo se va a comprometer con nuestros movimientos. ¿Se entiende?
Lo mismo pasa con el «romantizar nuestras ideas». No tiene nada de malo tomar una idea libertaria y convertirla en un contenido sentimental, romántico, gracioso o sarcástico. No tiene nada de malo usar el mismo tono y vocabulario de las personas a las que nos estamos dirigiendo, pues la relación entre dos o más personas solo es posible si hay entendimiento, y el entendimiento solo es posible cuando las partes involucradas entienden lo que el otro está diciendo. ¿Puede haber entendimiento entre dos personas que hablan dos idiomas diferentes? Si no hay traducción, es imposible.
«Romantizar las ideas de libertad» es -precisamente- traducir el contenido académico, aburrido, pesado y racional, en un lenguaje de fácil entendimiento y comprensión para otros; como un mensaje sentimental, una historia romántico, una anécdota graciosa o un comentario sarcástico. ¿Tiene eso algo de malo? No. ¿Hay algo que podamos ganar de eso? Mucho. ¿Deberíamos hacerlo? Radicalmente, sí.
¿Qué causas podemos tomar como nuestras los defensores de las ideas de libertad?
Sobran las opciones, pues todos los días nuestros derechos son violados y arrebatados por la izquierda, por los gobiernos locales, nacionales y por otros individuos. Todos los días hay problemas que resolver, situaciones que van en contra de nuestros valores y principios.
En varias ocasiones he afirmado que los liberatarios debemos pasar de ser unos simples reaccionarios, a líderes que anticipan, que son pro-activos y planifican. Casarse con una causa y crear movimientos para promoverlas luchando -y anticipando- lo que los enemigos de la libertad harán, es lo que nos haría pasar de simples comentaristas, a líderes.
El derecho a la legítima defensa es una causa que se puede aplicar a muchos problemas sociales y esa bandera es nuestra, pero no le sabemos sacar provecho. Este derecho es imposible sin el libre porte de armas que tanto defendemos y bien sabemos que no hay mujer más empoderada, que esa que tiene un arma para defenderse de un agresor. Incluso un niño entrando en edad adolescente puede evitar el ser agregido por un papá o una mamá violenta, si dispone de un arma, sabe cómo usarla y la ley lo protege. ¿Por qué los libertarios no estamos impulsando reformas legales para que este derecho sea del disfrute de ciudadanos en países donde está prohibido defenderse?
En plena crisis del 2020, los gobiernos locales y regionales han aprovechado para imponer más regulaciones y restricciones a los derechos individuales. ¿Dónde estamos los libertarios listando esas regulaciones y restricciones y organizando movimientos para evitar que perduren en el tiempo?
El racismo no solo ocurre de un blanco hacia un negro, de hecho, la violencia entre negros y de negros hacia blancos es mayor, aunque los medios no lo cuenten. ¿Dónde estamos los libertarios defendiendo los derechos de quien están siendo agredidos?
Las feministas han pervertido todo lo relacionado a la mujer y algunas injusticias que se comenten socialmente contra estas, lo que no significa que esos problemas no existan solo porque «las feministas los abordan de forma estúpida». ¿Dónde estamos los libertarios cuando se trata de enaltecer la inteligencia, el poder y las capacidades de la mujer?
El movimiento marxista Black Lives Matter dice expresamente en su sitio web, que «su objetivo es destruir el núcleo familiar constituido en Occidente». ¿Dónde estamos los libertarios cuando de defender la institución de la familia se trata?
Causas hay, pero lo que ha faltado es la velocidad y el entendimiento de la realidad para tomarlas como nuestras y casarnos con esas causas. La izquierda podrá no tener voluntad política de hacer las cosas bien, pero los libertarios carecemos de voluntad para llevar nuestras ideas más allá al no casarnos con causas.
¿Cómo romantizar nuestras ideas?
Lo primero que hay que decir en este punto es que el peor enemigo de la promoción de las ideas de libertad es el libert-ARIO necio, ese que se cree con un Certificado de Pedigree, que vive más pendiente de perjudicar a otros libertarios, que a la izquierda. Cada vez que un libertario destaca sobre otro, el «resagado» comienza su campaña de desprestigio, buscando «pasados oscuros» y «defectos irreparables» a quien destaca. ¿Qué hacer con estos libert-ARIOS? ¡Ignorarlos y excluirlos!
Una vez claros en eso, debemos enfocarnos en ponerle romance, sentimiento, gracia y sarcamos a nuestras ideas, en los momentos que sea prudente hacerlo, en las comunidades que tenga sentido hacerlo y a las ideas que valga el riesgo hacerlo.
Basta de creer que cosas como «Capitalismo Social», «Capitalismo Popular» o «Un libre mercado más humano» son antónimos de nuestras ideas. No lo son. Basta de creer que todo aquel que se viste como campesino para hablarle a los que trabajan el campo «es populista». Basta de creer que todo el que se monta en un camión de basura para hacer llegar su propuesta al trabajador de este sector es «igual que la izquierda». Y basta de creer que la unica forma de defender la propiedad privada es, peleándose con quienes defienden la idea de que los dueños de negocio pueden ser más empáticos con la comunidad donde llevan a cabo sus actividades económicas.
El capitalismo puede ser social, sin dejar de ser capitalismo, pues es el capitalista el que decide a qué causas les coloca su sobrante. ¿Acaso no queremos que el capitalismo sea popular? Porque nada nos caería mejor, que el que los estratos con más carencias abracen el capitalismo como propio. Vestirse de campesino para promover la libertad en el campo, no te hace populista, ni mentiroso. Pasear en un camión de basura para que la gente vea tu lado humano, no te hace «igual a la izquierda», ¿O es que acaso el abrirle la puerta a la personas que nos hace el trabajo de plomería en la casa, nos hace socialistas? Y el dueño de negocio puede ser «socialmente responsable» con su comunidad y aún así hacerlo por la ganancia, ¿Qué tiene esto de malo?
Para que nuestras ideas lleguen más allá, los libertarios debemos quitarnos para siempre la tara mental de que lo que defendemos «no puede -ni debe- venderse romántica, sentimental, chistosa o sarcásticamente». Las ideas son un producto y los productos que más se venden causan sentimientos, tiene empaques bonitos y no por eso dejan de resolver el problema que ofrecieron resolver.
A las ideas libertarias hay que empaquetarlas de forma alegre, emocionante, chistosa. Ronald Reagan solía incluir el humor en sus discursos y eso no lo hacía «inmaduro», ni «populista»; tampoco un mentiroso. Porque no es lo mismo decir «el libre mercado es el único sistema racional que genera abundancia», que decir que «cuando somos libres podemos hacer más de lo que necesitamos y gastarnos esa vaina en lo que queramos». El primero está genial para un libro, pero el segundo está mejor para hablarle a la gente.
Conclusiones
Las ideas de libertad pueden ser amenas, divertidas, agradables, chistosas, románticas, sarcáticas y mucho más, y no por eso dejan de ser las correctas, ni menos serias.
Cualquiera que se considere a sí mismo como «promotor de las ideas de libertad» debe ser bueno comunicándolas o morir en el intento, pero no enfrascarse en la tontería bibliotecaria de que «si no lo dices como está en los libros, entonces «eres populista» o «igual a la izquierda».»
¡Vendámosle la libertad a todo el mundo!