Señor Henry Ramos Allup y recién electos diputados de la MUD.
Me pasé largas horas decidiendo si debía usar la palabra “Mayamero” o -en su lugar- usar “Libertario” como cuando le escribí la carta a Laureano Márquez. Al final me decidí por “Mayamero” porque -antes de que algunos lo usen como “argumento” en mi contra- a mí me gusta romper el hielo. Sí, yo estoy en Miami; salí de Venezuela en julio de 2015 huyendo de la dictadura chavista, y espero que por eso no vayan a decir que “yo no tengo derecho a opinar porque no estoy allá”, ya que todo lo que tengo se quedó en Venezuela.
Voy a ir puntualizando por qué les escribo. Llevo poco más de 6 meses en Miami. Mis 31 años los cumplí aquí, sin familia y sin amigos porque todos empezamos a separarnos hace ya algunos años, cuando unos -más arriesgados que otros- decidieron buscar vida en otro país distinto al que nacimos, crecimos y nos formamos, y en el que prácticamente todos queríamos vivir.
No sé ellos -mis familiares y amigos- pero yo sigo queriendo vivir en Venezuela, específicamente en esa ciudad de la que estoy enamorado -más por lo que puede ser que por lo que es- Mérida. Yo sigo queriendo vivir en Venezuela porque yo -como buen emprendedor- me empato con aquello que tiene potencial, que puede ser más y mejor cada día. Aquí -en Miami- las historias de todos los que estamos empezando de cero -y de los que ya lo hicieron- se parecen: salimos obligados por las circunstancias, vinimos solos, nos ha tocado hacer lo que se pueda y soportar lo que jamás imaginamos.
No exagero cuando digo que yo hui de la dictadura chavista. Mire, señor Henry Ramos y Diputados de la MUD, yo soy a duras penas un muchacho, pero mis valores los tengo claros desde mis veinte: mi vida, mi libertad y mi propiedad. Hui de la dictadura chavista porque -nada más por haber fundado esta revista- estaba siendo perseguido por los esbirros de la policía del pensamiento y yo sin libertad no puedo vivir. Pero más hui de la dictadura, porque 3 leyes -entre las otras miles que hay que derogar- me hicieron imposible -a mí y a mi familia- seguir con nuestro negocio, y yo sin negocio, sin propiedad privada no quiero vivir porque a mí no me gusta que me den ni que me regalen nada.
En este orden se las nombro: Control de cambio, que nos imposibilitó seguir importando lo que comercializábamos en Venezuela. Ley Orgánica del “Trabajo”, los “Trabajadores” y las “Trabajadoras” que nos prohibió seguir teniendo la relación comercial de subcontratación que precisamente teníamos con Empresas Polar. Y por último, La Ley de Precios “Justos”, que fue la gota que derramó el vaso al pretender que otros que no producen nada -los burócratas- se creyeran con el derecho a establecer los precios que ellos quieren a mis productos, y no los que -siguiendo la ley de oferta y demanda- el mercado está dispuesto a pagar.
Señor Henry Ramos Allup -y lo nombro a usted porque sin duda es el que tiene más kilometraje-. Yo también disfruté desde acá ese video en el que mandó a sacar de la Asamblea, toda esa basura que idolatraba al peor genocida que se ha parido en Venezuela, el autor intelectual de todo el desastre: Hugo Chávez. Sí, también disfruté cuando dijo “que el tiempo ahora lo lleva usted” y que “aquí las cosas cambiaron”, porque claro que era necesario darles una dosis de su propia medicina a esos bandidos del PSUV. Pero ya está bueno del circo, ahora hay que pensar en el pan porque -si son ciertas las fotos del puerto de La Guaira– el pan en Venezuela ya se acabó y no va a llegar más.
¿Y qué hay que hacer cuando algo se acaba? Volverlo a producir. Pero para producirlo se necesitan condiciones mínimas, y es ahí donde usted y los diputados azules se tienen que poner a trabajar. No, no para que el Estado lo produzca y reparta, no. Ya muchos casos tenemos en la historia, de que ese invento socialista de “el Estado paternalista, “productor” y distribuidor” no ha servido más que para dejar a millones personas sin comida, sin medicinas, sin trabajo, sin ganas de vivir y en la más cruda miseria -esa a la que Venezuela está a punto de llegar-.
Desde sus orígenes, el socialismo ha sido peor que cualquier guerra que haya vivido la humanidad. Robó, asesinó y hundió en la miseria a la Unión Soviética, a China, Alemania, Cuba, Corea del Norte y ahora a Venezuela. El socialismo es experto despojando a los ciudadanos, de esos valores que le mencioné al principio: su vida, su libertad y su propiedad.
Y el pan en Venezuela no se va a poder producir si esos derechos fundamentales e individuales no le son respetados a los venezolanos. Es aquí donde usted -y los demás diputados- tienen que demostrar que “tienen kilometraje”; porque el pan en Venezuela no se va a poder producir si el panadero no tiene derecho a venderlo al precio que el mercado le quiera pagar -Ley de Precios justos-. No se va a poder producir si el panadero no puede contratar -en mutuo y voluntario acuerdo- al personal que necesite para hacerlo y venderlo -Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras-. Y mucho menos se va a poder producir si el panadero no puede comprar el horno que necesita porque no le “bajaron” las divisas -Control de cambio-.
Para terminar, no les voy a pedir que sean liberales -como Hayek- ni libertarios como yo lo soy de pies a cabeza. No, para eso se requiere convicción; pero lo que sí espero que hagan por todos los venezolanos -porque ahora es su trabajo- es: déjennos producir en paz; a los que aún siguen en Venezuela y a los que queremos regresar, y para eso no se necesitan más leyes, sino empezar a modificar y derogar. Ya les acabo de decir por cuáles empezar.
Venezuela no puede esperar más tiempo, si las cosas en verdad cambiaron en la Asamblea es hora de empezar con estos cambios ya.
Por: José Miguel