Ninguno llegaba a los 30 años. Todos murieron de impactos de bala. Todos salieron a las calles a exigir libertad, respondiendo al llamado del presidente Juan Guaidó. Terminaron masacrados por el régimen de Nicolás Maduro.
A estas alturas, son evidentes los mecanismos de represión, cada vez más severos, usados por los comunistas que aún mantienen el control de facto del país. Durante 20 años, millones de personas han salido cada año a las calles tratando de ejercer presión social para lograr la salida de los tiranos. Cada año, civiles desarmados terminan siendo víctimas de colectivos, militares y funcionarios policiales que actúan bajo la orden de narcotraficantes y mafiosos.
Por eso, hoy es indispensable un cambio de estrategia. La protesta cívica es un derecho, pero de su ejercicio responsable y coordinado dependerá que se salven vidas y se logre el objetivo final: la salida del régimen.
Lamentablemente, la pauta dada por el Frente Amplio está cada vez más alejada de la realidad. Este sábado se pidió a civiles desarmados que marchen, pacíficamente, a los cuarteles militares… todo para dejar un llamado escrito a quienes hace menos de una semana atropellaron a jóvenes con tanquetas.
Así, se suman muertos a la represión por objetivos difusos y sin un nivel de organización que ofrezca algún tipo de garantía a las vidas de los manifestantes.
Basta de marchar para «demostrar que somos mayoría». Ya sabemos que lo somos, y a ellos no les importa.
Basta de marchar para entregar documentos a instituciones corruptas. Los militares descontentos por el régimen ya han tenido sobradas razones, de peso, para ponerse del lado de la gente. Una carta no hará que lo hagan.
Basta de marchas «pacíficas» que condenan la violencia, «venga de donde venga». La población civil tiene derecho a la legítima defensa contra los colectivos, militares y policías que salen con órdenes de matar.
No es una protesta pacífica lo que logrará el quiebre del régimen, sino la coacción a los tiranos a través de la fuerza, fuerza que solo pueden ejercer con las armas de fuerzas internacionales.
Las nacionales -entendámoslo bien- están llenas de narcotraficantes, miembros de la inteligencia cubana y mafias corrompidas. Quienes están descontentos no se sentirán respaldados por civiles desarmados, sino por otras fuerzas militares.
Por eso es tan importante hablar del R2P y del artículo 187 de la Constitución. Aunque al Frente Amplio le moleste. Aunque sigan negándose a siquiera plantear su aplicación en las sesiones de una Asamblea Nacional que se proclama como único poder legítimo, mientras el Poder Judicial en el exilio sigue actuando y recibiendo también el reconocimiento internacional.
Sin apoyo, la gente seguirá siendo asesinada en las calles. Veinte años después, llegó la hora de cambiar de estrategia.
Por: Vanessa Novoa