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PDVSA: ¿Fuente De Ingresos O Germen De Corrupción?

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«El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente». LORD ACTON

Es común en nuestros tiempos que los hombres desconfiemos del poder concentrado en pocas manos. Miramos con preocupación que un pequeño grupo de personas gobierne sin contrapesos eficientes, ni consentimos que una sola empresa nos provea de un servicio básico sin competidores fuertes y controles mínimos. J.R.R. Tolkien lo escenifica en su famosa obra, El señor de los anillos, conteniendo en un anillo la fuente de ese poder ilimitado que todos desean y que a todos corrompe: un anillo para gobernarlos a todos ¿Cómo es que entonces, en cambio, le seguimos confiando tal poder a un Estado? ¿Cómo permitimos que un grupo de personas tenga en sus manos todo el poder político y económico de una nación? Como varios otros, este es el caso de Venezuela y su petróleo.

El principal argumento a favor de la nacionalización de la industria petrolera en Venezuela fue de carácter ideológico, mediante el cual se acusó a las empresas transnacionales de explotar a los trabajadores y de enriquecerse en detrimento de los venezolanos. Como resultado, el Estado pasó a tener el control de la producción de petróleo a través de PDVSA, que hasta 1999 se concibió como un ente de coordinación con un grado considerable de autonomía gerencial. A partir de entonces, el gobierno asumió la distribución discrecional del ingreso petrolero y de la producción, al punto que el Presidente de PDVSA y Ministro de Petróleo y Minería fue el mismo desde el 2004 hasta hace pocos días.

Haciendo un pequeño repaso de la historia, nos podríamos remontar a la promulgación de la Ley de Hidrocarburos en 1943 como el inicio del proceso que llevaría a la nacionalización de la industria petrolera venezolana en 1976. Pero no fue hasta principios de los 70s cuando se reflejó el desplome en la producción de petróleo en el país, fruto del estrangulamiento fiscal y del no haber renovado las concesiones a las empresas transnacionales desde 1958. Desde entonces, Venezuela nunca volvió a tener ese nivel de crecimiento sostenido en la producción de petróleo, como se muestra en el Gráfico 1. Actualmente se sigue produciendo por debajo de los 3MMb/d, como resultado de la falta de autonomía y de la desinversión en el sector que ha caracterizado la PDVSA del período chavista. (Ver Gráfico 1 al final del texto)

Se podría argumentar, entonces, que las medidas tomadas por el régimen chavista fueron la profundización del modelo establecido desde mediados del siglo pasado, con un discurso populista a favor de una mayor redistribución de la riqueza a través de un control arbitrario de la industria petrolera. Como resultado de este sistema, Venezuela no ha sido capaz de crear nuevas riquezas ni de experimentar un crecimiento económico sostenido en el tiempo. En el Gráfico 2 al final del texto se puede observar cómo el PIB per cápita (US$ constante) describe una tendencia al crecimiento hasta 1977, un año después de la nacionalización, para luego tender a un continuo decrecimiento. Además, para el año 2012 las exportaciones petroleras representaron 96% del total de las ventas realizadas, convirtiendo a Venezuela en un país totalmente dependiente del petróleo.

Ciertamente, el modelo estatista y redistributivo de la renta petrolera ha fracasado en Venezuela. La nacionalización de la industria produjo un espiral de incentivos para que los políticos se aprovecharan de este inmenso poder como instrumento de dominación. Los venezolanos nos hemos hecho dependientes de las dádivas que nos prometen los gobernantes, con una riqueza que pareciera brotar de la tierra por sí sola. La realidad es que hoy en día somos más vulnerables que nunca, con menos autonomía para valernos por nosotros mismos y progresar de forma honesta con nuestro propio trabajo. Venezuela es hoy un nido de corrupción, donde un férreo control de la actividad económica restringe la libre iniciativa y no permite que los trabajadores y emprendedores avancen sin el consentimiento de un grupo de burócratas, embelesados con el anillo en sus manos.

Finalmente, se nos presentan dos opciones. Los venezolanos deberíamos debatir con seriedad sobre una alternativa real al modelo estatista y redistributivo de la renta petrolera a través del Estado, hasta llegar a un nuevo pacto democrático que nos empodere a los ciudadanos frente a los políticos. Este debate debe provenir de la sociedad civil misma, de las universidades, los gremios, los sindicatos, los medios de comunicación; como demanda ciudadana que obligue a los políticos a actuar en consecuencia.

Si fallamos en esta tarea, la historia nos dejará a un lado mucho antes de que se agoten nuestras reservas petroleras. Ciertamente la edad de piedra pasó, y no por falta de piedras. Que no nos tome desprevenidos a los venezolanos el fin de la era del petróleo.

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Por: Nelson Carreras G.  |  Foto: staticflickr.com

Nelson Carreras G.

Nelson Carreras G.

Venezolano en Dinamarca | Ingeniero, estudiante de doctorado en seguridad de sistemas ciber-físicos | Escritor | Ser libre es una conquista de los valientes

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