Es muy común escuchar a las personas criticar al político de turno, incluso al sistema que este promueve.
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Sin embargo, en muchas ocasiones, estas críticas se basan en un rechazo a la personalidad del político en cuestión, a su estilo de enviar un mensaje o al tono que utiliza para hablar y no a sus propuestas.
En varios países de Latinoamérica, se escucha que existe un rechazo profundo hacia quienes son los responsables directos del poco avance o retroceso de esos países; por ejemplo, en Argentina, cualquier crítico del Peronismo hablará de cómo ese sistema fue el que ocasionó el subdesarrollo del país que a principios del XIX estaba al mismo nivel económico que Australia.
En Venezuela, es mucho más común encontrar rechazo en contra del chavismo y adjudicarle toda la crisis actual a ese modelo político y económico. En ambos casos se está en lo correcto; no obstante, cuando se analizan las políticas de estos sistemas de manera individual, muchos de estos críticos terminan siendo promotores de las mismas ideas nefastas que destruyeron sus naciones.
El primer punto que se debe aclarar para no caer en contradicciones es que absolutamente ningún bien o servicio es gratuito. La frase “nada es gratis”, a pesar de ser bastante popular y usada en todos los estratos sociales, no ha sido internalizada aún.
Un bien o servicio es pagado desde lo privado directamente por su consumidor o un donante que desee “regalarlo” a un tercero y desde lo público a través de impuestos, e irónicamente, quienes pagan impuestos (los mal llamados contribuyentes) son también entidades privadas.
Las causas aparentemente nobles, que en su mayoría se impulsan desde la izquierda para -supuestamente- ayudar a los sectores más necesitados, son una vulgar muestra del abuso de poder y además una promoción de una práctica rechazada en tiempos modernos por la mayoría de los ciudadanos: La Esclavitud.
Hablar de un sistema de salud o educación “gratuito” y además forzarlo a través de las leyes como un derecho de las personas, es una manera de institucionalizar esta práctica retrógrada.
Exigirle a un médico o a un maestro que su trabajo debe ser tomado exclusivamente como una vocación y no como un medio para hacer dinero, es una transgresión hacia las ambiciones, expectativas e individualidad de los ciudadanos, que lamentablemente, está siendo aceptada por un sector importante de la población.
Es responsabilidad de quienes dicen rechazar cualquier forma de autoritarismo y totalitarismo, investigar las causas y consecuencias de cada acción tomada desde los gobiernos, pues es desde ahí que se encargan de medir la opinión pública y se aprovechan de causas aparentemente justas, para cercenar las libertades individuales de manera paulatina.
Antes de promover cualquier iniciativa, infórmate sobre los posibles afectados por esa decisión. El socialismo empieza con preguntas como “¿Por qué la salud no es gratuita?” y termina con preguntas como “¿Nos comemos primero al gato o al perro?”.
Es importante rechazar el socialismo como palabra, pero también lo es el rechazarlo como propuesta política y económica; esto último solo es posible analizando los detalles pequeños. No seas un socialista que dice no serlo, sé un capitalista que entiende el peligro que ese sistema esclavizante, ladrón, corrupto y asesino representa para todos nosotros.