Desde hace décadas se ha venido dando un deterioro progresivo de las democracias.
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Cuando éstas no logran tener los mecanismos para limitar el poder del Estado y garantizar la separación de poderes, terminan convirtiéndose en monstruos, que ya sin poderes que lo limiten, terminan cediendo ante el poder absoluto.
Las personas entregan su poder de decisión convencidas por discursos que traspasan las necesidades espirituales y que las persuaden para dar su libertad a cambio de la seguridad del Estado. Lo que no saben esos individuos, es que, indudablemente, esa “seguridad” se logra mediante la fuerza, la coacción y el miedo.
La coyuntura actual en la que vivimos nos ha dado una cachetada y nos ha mostrado que ese cheque en blanco a cambio de “seguridad”, para muchos ha sido la peor decisión, no sólo de su vida, sino también de quienes dependen de él: las futuras generaciones.
A América Latina hoy le pasa factura el hecho de no haber limitado al Estado en el pasado, el hecho de prostituir sus leyes y sobre todo no apreciar su libertad individual, sus derechos y la defensa de la propiedad privada. Hoy el Estado, por medio de sus gobernantes, te dice que no salgas, que no puedes trabajar y sobre todo que debes confiar en ellos, así puedas ver desde muy lejos que vamos hacia el despeñadero.
Hoy este continente se da cuenta de que si quiere ir a trabajar, no puede hacerlo; se da cuenta de que han cerrado sus negocios en nombre de una salud pública, de que han violado toda ley en nombre del “bienestar social”, y todo gracias a ese cheque en blanco que la ciudadanía les entregó. La irresponsabilidad hizo que el Estado mostrase su verdadera careta.
No sólo este Estado controla cada actuación de tu vida, sino que por medio de la intimidación y el miedo te subordina a tener que obedecer y para esto se vale de otros aliados, como los medios de comunicación, quienes usan la propaganda para mostrarte la realidad que ellos desean que veas, que sólo escuches lo que ellos te dicen acerca del peligro del salir a la calle. Te hacen creer que buscar tu bienestar personal y el de tu familia y que hacer prosperar el negocio donde has invertido tus ahorros, son actos egoístas y peligrosos, que atentan contra la vida de todos los demás ciudadanos, pues según ellos la vida y la economía no pueden ir de la mano, pues lo más importante es obedecer y quedarte encerrado, esperando que el Gran Estado venga en tu ayuda.
Tu derecho a salir ha sido violentado y si intentas salir sin aprobación, serás perseguido e intimidado por policías, recibirás multas o te llevarán ante la justicia, habiendo sido tu único delito buscar tu bienestar personal. Todo esto bajo la excusa de que todo lo que hace el Estado es lo mejor para el bienestar colectivo y no debe ser puesto en duda.
De paso te dicen que debes estar agradecido y, si eres uno de los “privilegiados” que están trabajando (así ganes poco), debes mostrar tu solidaridad y aportar al Estado lo más que puedas, como un esclavo, porque, como dice la frase, “el que no obedece no comerá”.