Uno de los debates que parece nunca perder vigencia es el del libre porte de armas.
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En las sociedades desarrolladas, e incluso en aquellas no tanto, se puede observar con mucha frecuencia los argumentos a favor y en contra de esta medida; sin embargo, ambos bandos defienden sus posturas bajo la idea que la única manera de reducir la criminalidad en sus naciones es promoviendo las políticas que quieren ser implementadas en sus agendas.
Los motivos para promover o rechazar el libre porte de armas tienen muchas similitudes en todas partes, sin tomar en cuenta características culturales, ideológicas o de algún otro tipo. Quienes dicen estar a favor aseguran que el ciudadano debe tener el derecho, y además el deber, a defender su vida, su propiedad privada y su libertad. Igualmente, se basan en la lógica que un criminal no actuará con tanta confianza si hay gente armada a su alrededor. Del mismo modo, comparten la idea que una ciudadanía armada puede enfrentarse a un gobierno opresor en un terreno relativamente equilibrado.
Por otro lado, el bando contrario promueve el control de armas bajo la premisa que esta política es la única manera de evitar que los antisociales puedan adquirirlas y, por lo tanto, termina salvando vidas en el largo plazo. También aclaran que el gobierno es quien debe tener el monopolio de la fuerza y le corresponde a las instituciones proteger a los ciudadanos.
No es necesario hacer una investigación exhaustiva para entender que las cifras muestran un rotundo fracaso cuando el Estado decide monopolizar la tenencia de armas.
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Un ejemplo
Actualmente, en Venezuela hay un enfrentamiento armado entre la banda criminal dirigida por el delincuente Wilexis Acedevo y los cuerpos armados que responden a la tiranía de Nicolás Maduro. No existe, a mi juicio, mejor ejemplo que este para argumentar en favor del libre porte de armas.
En primer lugar, no había existido un grupo capaz de enfrentarse con tanta fuerza contra la tiranía de Nicolás Maduro, la única diferencia que existe con respecto a otros movimientos en el pasado (ignorando el hecho que ellos no buscan la libertad del país, sino la continuidad de sus crímenes) es que las balas van y vienen de ambos frentes, no se disparan unilateralmente desde las instituciones armadas del régimen. Es así como se demuestra que lo único que puede hacerles frente a las armas de un gobierno, son las armas de los privados.
El ciudadano debe tener el derecho, y además el deber, a defender su vida, su propiedad privada y su libertad. Un criminal no actuará con tanta confianza si hay gente armada a su alrededor y la ciudadanía armada puede enfrentarse a un gobierno opresor en un terreno relativamente equilibrado.Esteban Hernandez
Así mismo, queda al descubierto lo ineficiente que puede ser un Estado para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Al propio régimen venezolano se le ha escapado de las manos la banda dirigida por Wilexis, lo que genera una interrogante fundamental: ¿A quién debe acudir el ciudadano desarmado si el organismo que está llamado a defenderlo, no solo es criminal, sino también incapaz de defenderlo de las amenazas que colocan en riesgo sus derechos?
Una vez salga la tiranía, es nuestra responsabilidad la exigencia y promoción del libre porte de armas. Debemos evitar a todo lugar, que en un futuro, cuando aparezcan nuevamente en escena otros “Maduros” y “Wilexis”, se encuentren con individuos sumisos e indefensos; por el contrario, deben enfrentarse a un muro que evite la violación sistemática de la vida, propiedad y libertad de los venezolanos, ese muro deben ser los ciudadanos armados.
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Por: Esteban Hernadez