Las protestas en EE.UU. tienen el mismo patrón de esas que vivimos en varios países de Latinoamérica. ¿Es la brisita Bolivariana?
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Las violentas manifestaciones en los últimos días en los Estados Unidos, iniciadas como protesta por la muerte de un ciudadano de raza negra a manos de un policía y los disturbios en Chile de hace menos de un año, iniciados como protesta por aumentos en el precio del pasaje en el metro, tienen como elemento común el alto nivel de violencia y destrucción, que no justifica la causa que los originó.
En ambos casos, las protestas han reunido a los “antisistema”, es decir, a todos los que adversan el sistema de mercado y la democracia, llámense anti-racistas, anti-fascistas, feministas extremas, movimientos pro LGTB, ambientalistas, marxistas, socialistas o comunistas. Todos tienen en común el mismo objetivo: acabar con el sistema “opresor”. Son grupos pequeños pero con capacidad para influir y arrastrar a seguidores de partidos opositores y muchedumbres de ciudadanos descontentos no afiliados con ningún grupo, entre los que se cuelan también delincuentes que aprovechan los disturbios para cometer toda clase de crímenes.
Pero solo un grupo pequeño entre ellos tiene claro con qué tipo de sistema debe ser sustituido: con el socialismo tiránico. En este grupo están todos los que creen en la vieja pero perdurable teoría marxista de que el capitalismo es un sistema de explotación, que los empresarios explotan a los trabajadores y hay que cambiarlo porque es el culpable de la desigualdad de ingresos y riqueza, y de las deficiencias objetivas que existen, aunque sea el sistema que más haya disminuido la pobreza y traído más innovaciones y progreso en el mundo, excepto en aquellos países donde aún persiste un alto nivel de corrupción, controles y políticas estatales que frenan la inversión y la competencia en el mercado.
Los jóvenes adoctrinados hace pocas décadas en el sistema educativo hoy forman parte de organizaciones civiles antisistema y medios de comunicación, otros son militantes de partidos políticos y hasta funcionarios gubernamentalesArturo Solórzano
El núcleo de este grupo marxista sigue la estrategia descrita por el italiano e ideólogo comunista Antonio Gramsci de llegar al poder mediante la penetración y el control de las instituciones educativas y culturales, una táctica que requiere la infiltración de organizaciones influyentes que integran la sociedad civil, especialmente escuelas y universidades, así como medios de comunicación para convertirlos en instrumentos de agitación marxista, las “trincheras” desde donde se llevaría a cabo la lucha cultural para socavar la hegemonía ideológica de la “clase dominante” que ocupa al Estado. Esta estrategia ha estado en marcha desde hace más de 50 años y ha dado sus frutos. Los jóvenes adoctrinados hace pocas décadas en el sistema educativo hoy forman parte de organizaciones civiles antisistema y medios de comunicación, otros son militantes de partidos políticos y hasta funcionarios gubernamentales. El desarrollo de las redes sociales ha potenciado su capacidad de influir en las mentes de muchos más. Los “influencers” no se cansan de repetir el discurso de la “opresión” causada por “el sistema” y la “reivindicación de derechos” «robados» por el «neoliberalismo» y los más ricos.
En América Latina, los movimientos antisistema están organizados en el Foro de São Paulo, cuyo objetivo es implementar dictaduras socialistas en los países latinoamericanos, con apoyo financiero del crimen organizado.
En América Latina, los movimientos antisistema están organizados en el Foro de São Paulo, cuyo objetivo es implementar dictaduras socialistas en los países latinoamericanos, con apoyo financiero del crimen organizado.Arturo Solórzano
Es tan evidente el papel del castrochavismo y la izquierda aglutinada en el Foro de São Paulo en la promoción de los disturbios en varios países latinoamericanos que la Secretaría General de la OEA emitió un comunicado el 16 de octubre de 2019, en el cual expresa: “Las actuales corrientes de desestabilización de los sistemas políticos del continente tienen su origen en la estrategia de las dictaduras bolivariana y cubana, que buscan nuevamente reposicionarse a través de su vieja metodología de exportar polarización y malas prácticas, pero esencialmente financiar, apoyar y promover conflicto político y social. … La estrategia de desestabilización de la democracia a través del financiamiento de movimientos políticos y sociales ha distorsionado las dinámicas políticas en las Américas.”
No olvidemos la confesión de Maduro: “Todas las metas que nos hemos propuesto en el Foro de São Paulo las estamos cumpliendo una por una”…”articulando los partidos políticos progresistas, revolucionarios, de izquierda … de toda América Latina y el mundo con los movimientos sociales, esa fue la estrategia que trazamos, y vamos bien… y todavía lo que falta.”
Es obvio que no podía decir más. Es un plan organizado para subvertir las democracias de todo el continente americano, en curso de ejecución por las organizaciones del Foro. Lo ejecutaron en Chile y Ecuador, lo han intentado en Colombia, Panamá y Honduras. Hoy lo ejecutan en los Estados Unidos. En todos los países, el plan está en curso, solo esperando el momento adecuado. No son “teorías conspirativas”, la evidencia está ante nuestros ojos.
Es un plan organizado para subvertir las democracias de todo el continente americano, en curso de ejecución por las organizaciones del Foro. Lo ejecutaron en Chile y Ecuador, lo han intentado en Colombia, Panamá y Honduras. Hoy lo ejecutan en los Estados Unidos.Arturo Solórzano
Pero los políticos y funcionarios gubernamentales en los países democráticos siguen ignorando o subestimando la amenaza de la izquierda continental organizada. Su fin último ha sido confesado innumerables veces: la destrucción del sistema de mercado y la democracia para instaurar el socialismo, no importa cuántas veces haya fallado. No en vano Cuba ha persistido más de 60 años en el comunismo intentando exportar su revolución, ahora con Venezuela como su aliado principal.
Me gustaría finalizar este artículo con un extracto de Max Eastman, que advierte sobre las consecuencias de no actuar de forma rápida y contundente para impedir el avance de la agenda antisistema de la izquierda, válido para todas las democracias del continente.
“Ahora, cualquiera que haya investigado los escritos de Lenin y haya seguido su solicitud por parte de Stalin, sabe lo que significa esa frase: «aplastar el aparato estatal burgués». Significa en los Estados Unidos apoderarse de los edificios públicos y purgarlos de cada funcionario y cada empleado, y el asistente de cada empleado que sea fiel a los ideales, o imbuido de los hábitos de la libre empresa y el gobierno representativo; entre en los edificios y límpielos a punta de bayoneta, desinféctelos de la democracia mediante ejecuciones sumarias y campos de prisioneros, y establezca una dictadura despiadada de un solo partido en este país que se hará cargo de nuestro comercio, nuestra industria, nuestros sindicatos, nuestro último círculo de costura y sociedad para la conservación de la vida de las aves. Eso es lo que significa.” Max Forrester Eastman (January 4, 1883 – March 25, 1969). Reflections on the Failure of Socialism. 1955..
Por: Arturo J. Solórzano