Resulta peligrosa la línea discursiva que ha insistido en mantener el Frente Amplio respecto al llamado «chavismo disidente». Tan peligrosa, que pone en riesgo una verdadera transición en Venezuela.
En un intento por mantener el apoyo de los dirigentes chavistas que «dieron la espalda» al régimen de Nicolás Maduro, el presidente Juan Guaidó y sus portavoces han optado por reivindicar «el legado de Chávez», rescatando la idea del «chavismo democrático» y solidarizándose con quienes hoy son perseguidos por el mismo aparato represivo que ayudaron a construir.
En el caso más reciente, el diputado José Guerra mostró su respaldo a Miguel Rodríguez Torres, la mente maestra detrás del sistema de torturas del Sebin materializado en La Tumba, que desde 2014 se convirtió en sede de torturas y asesinatos bajo el suelo de Caracas.
Ante las críticas, responde que es momento de «reconciliación» y «unidad».
Es pertinente recordar al diputado Guerra (y a todo el Frente Amplio) que el «chavismo disidente» no desea un régimen político muy distinto al que instauró Chávez: el mismo régimen que asesinó a Franklin Brito, torturó y apresó a Simonovis y Afiuni, expropió empresas y destruyó medios de comunicación.
Una transición con Rodríguez Torres implicaría el mantenimiento de la policía política y la amenaza de que no cesarán los centros de tortura.
Una transición con Luisa Ortega Díaz implica mantener un sistema judicial viciado, al servicio de ideas y partidos nefastos y no al servicio de la justicia.
Una transición con Gabriela Ramírez implica tener en el poder a una mujer responsable de ejecutar y justificar crímenes de lesa humanidad, como las torturas.
El chavismo disidente es una oda a la injusticia. Sus intereses los llevaron a alejarse del PSUV, pero no porque se opusieran al sistema.
De hecho, muchas de sus víctimas aún pagan sus acciones en las cárceles del país. Otros, desde el exilio.
La justicia con las víctimas del chavismo exige un juicio contra todos los responsables de instaurar el régimen de terror que por 20 años destruyó el país. Sin importar lo que ahora digan. Sin excepciones.
Prohibido olvidar.
Por: Vanessa Novoa